The field asks for water
Mon, 05/03/2012
Millones de hectáreas de cereales de invierno (trigo, cebada, avena o centeno) sembrados en los últimos meses, cuyas semillas siguen sin dar la cara. Otros cientos de miles que los agricultores esperan poder sembrar cuando sea posible arañar la tierra. Miles de hectáreas de pastos donde no se ha visto una brizna de hierba y con las cabañas ganaderas sobreviviendo a base de piensos. Los campos de secano a la espera de lluvias para dar o no definitivamente por muertas las siembras. La necesidad de resembrar con otras semillas de ciclo corto o acudir al girasol -siempre al girasol- como el último recurso ante los desastres climatológicos.
En los regadíos, a pesar de ser la sequía invernal más grave de los últimos cuarenta años, hay menos interrogantes. Hay agua, pero los agricultores se resisten a sembrar. Gracias a las lluvias de los últimos años, las reservas medias se hallan al 61,8%, frente a una media del 59,5% en la última década y del 76,5% del año pasado.
Este sería hoy el panorama del sector agrario, donde se amontonan los temores sobre el futuro de la cosecha de cereales, de los pastos y la posibilidad también de daños en cultivos leñosos, desde el olivar a los frutales. Es pronto todavía para hacer una evaluación de pérdidas.
Las superficies de cereales de invierno son, hasta la fecha, las más afectadas. En total, dos millones de hectáreas de trigo, 2,7 millones de cebada y otras 600.000 de otros cultivos como avena y centeno. Según los datos manejados por la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), los costes de cultivo de una hectárea de cereal en secano se sitúan en un mínimo de 250 euros. En muchos casos, los agricultores no han hecho apenas abonado de sementera por los precios elevados y están a la espera de hacerlo en primavera en función de la situación de las siembras. En cualquier caso, los gastos ya han sido elevados y exigirían un doble coste si es necesario resembrar.
Por tener una gran cabaña ganadera intensiva a base de piensos, España tiene una gran dependencia de los cereales. Anualmente se fabrican unos 30 millones de toneladas de piensos. La producción total media de cereales se sitúa en algo más de 20 millones de toneladas. Caso de una grave sequía, ello obligaría a consolidar a España como el primer país importador de cereales y materias primas para la alimentación animal y humana.
A perro flaco todo se le vuelven pulgas, y eso es lo que le está sucediendo a los cereales. En zonas donde han nacido algo las siembras, los conejos han tomado las plantas como alimento a falta de otras hierbas.
Según fuentes de Infomarket, hasta la fecha las noticias sobre la sequía en España no se han traducido en subidas de precios de las materias primas para la alimentación animal y humana, ya de por sí elevadas, con 210 euros la tonelada para cebadas y 215 euros en trigos. Para José Murillo, eso solo significa que los especuladores aún no han tomado como presa el mercado español, algo que puede suceder en cualquier momento.
Los interrogantes sobre el uso y prioridad del agua embalsada están frenando igualmente las decisiones de los agricultores para la siembra de unas 380.000 hectáreas de maíz en Aragón, Andalucía, Extremadura, zona centro y Duero. En la misma situación se hallan otras casi 30.000 hectáreas de remolacha en la zona Duero. El año pasado fue una campaña histórica, con una producción de 105 toneladas de raíz por hectárea y unos rendimientos igualmente récord en azúcar, los más elevados en toda la UE, señala Azucarera Ebro. Sin embargo, a diferencia de otros países comunitarios, en el Duero es necesario disponer de mucha agua, algo que hoy no se ve asegurado.
La falta de lluvias, señalan desde COAG, puede comenzar a tener ya un efecto negativo sobre los cultivos leñosos como olivar, viñedo y todo el sector de frutales de secano. En el olivar, de los 2,5 millones de hectáreas de cultivo, unas 700.000 son de regadío y el resto de secano. En los últimos cinco años no ha existido una cosecha mala y en la actual se han batido todos los récords con una producción superior a 1,5 millones de toneladas de aceite, con la posibilidad de unos excedentes superiores a las 600.000 toneladas. No obstante, desde medios cooperativos se advierte que esos excedentes pueden ser el colchón necesario para atender la demanda si viene una cosecha mal dada.
La cabaña ganadera está siendo también la gran perjudicada. La intensiva, por los elevados precios de los cereales pienso. La extensiva, por la falta de pastos. Tras un año de buenos precios, el sector vuelve a sufrir.
España cuenta con una cabaña extensiva de unos 23 millones de animales de ovino y caprino, junto a otros dos millones de vacuno. Según los datos de Asaja, la falta de pastos y la necesidad de acudir a los piensos o forrajes está suponiendo un coste añadido de seis euros por cabeza y día, desde Andalucía hasta el campo gallego. En el caso del ovino y el caprino, el coste de los piensos se estima en una sexta parte del vacuno. Estos periodos de sequía y una alimentación deficiente se pueden traducir igualmente en menos partos, lo que merma igualmente la rentabilidad de las explotaciones. En el caso del vacuno de leche, el mayor gasto de la alimentación, según Román Santalla, presidente de la Interprofesional Láctea, eleva los costes de producción de un litro de leche hasta los 0,35 euros. Finalmente, entre otras cabañas seriamente dañadas por la falta de lluvias se halla el cerdo ibérico extensivo. La menor producción de bellota en las dehesas complicaría más el engorde.
Frente a este tipo de riesgos, el sector dispone de un seguro para la cobertura de daños por la sequía en los pastos. Un seguro, en opinión de los técnicos de UPA, muy caro y que se está tratando de ajustar en los últimos años. Su implantación es escasa. Por el contrario, en el seguro creciente de los cereales, con una suscripción muy generalizada, existe cobertura contra la no nascencia de las semillas por la sequía, aunque con una franquicia del 30%.
En los regadíos, a pesar de ser la sequía invernal más grave de los últimos cuarenta años, hay menos interrogantes. Hay agua, pero los agricultores se resisten a sembrar. Gracias a las lluvias de los últimos años, las reservas medias se hallan al 61,8%, frente a una media del 59,5% en la última década y del 76,5% del año pasado.
Este sería hoy el panorama del sector agrario, donde se amontonan los temores sobre el futuro de la cosecha de cereales, de los pastos y la posibilidad también de daños en cultivos leñosos, desde el olivar a los frutales. Es pronto todavía para hacer una evaluación de pérdidas.
Las superficies de cereales de invierno son, hasta la fecha, las más afectadas. En total, dos millones de hectáreas de trigo, 2,7 millones de cebada y otras 600.000 de otros cultivos como avena y centeno. Según los datos manejados por la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), los costes de cultivo de una hectárea de cereal en secano se sitúan en un mínimo de 250 euros. En muchos casos, los agricultores no han hecho apenas abonado de sementera por los precios elevados y están a la espera de hacerlo en primavera en función de la situación de las siembras. En cualquier caso, los gastos ya han sido elevados y exigirían un doble coste si es necesario resembrar.
Por tener una gran cabaña ganadera intensiva a base de piensos, España tiene una gran dependencia de los cereales. Anualmente se fabrican unos 30 millones de toneladas de piensos. La producción total media de cereales se sitúa en algo más de 20 millones de toneladas. Caso de una grave sequía, ello obligaría a consolidar a España como el primer país importador de cereales y materias primas para la alimentación animal y humana.
A perro flaco todo se le vuelven pulgas, y eso es lo que le está sucediendo a los cereales. En zonas donde han nacido algo las siembras, los conejos han tomado las plantas como alimento a falta de otras hierbas.
Según fuentes de Infomarket, hasta la fecha las noticias sobre la sequía en España no se han traducido en subidas de precios de las materias primas para la alimentación animal y humana, ya de por sí elevadas, con 210 euros la tonelada para cebadas y 215 euros en trigos. Para José Murillo, eso solo significa que los especuladores aún no han tomado como presa el mercado español, algo que puede suceder en cualquier momento.
Los interrogantes sobre el uso y prioridad del agua embalsada están frenando igualmente las decisiones de los agricultores para la siembra de unas 380.000 hectáreas de maíz en Aragón, Andalucía, Extremadura, zona centro y Duero. En la misma situación se hallan otras casi 30.000 hectáreas de remolacha en la zona Duero. El año pasado fue una campaña histórica, con una producción de 105 toneladas de raíz por hectárea y unos rendimientos igualmente récord en azúcar, los más elevados en toda la UE, señala Azucarera Ebro. Sin embargo, a diferencia de otros países comunitarios, en el Duero es necesario disponer de mucha agua, algo que hoy no se ve asegurado.
La falta de lluvias, señalan desde COAG, puede comenzar a tener ya un efecto negativo sobre los cultivos leñosos como olivar, viñedo y todo el sector de frutales de secano. En el olivar, de los 2,5 millones de hectáreas de cultivo, unas 700.000 son de regadío y el resto de secano. En los últimos cinco años no ha existido una cosecha mala y en la actual se han batido todos los récords con una producción superior a 1,5 millones de toneladas de aceite, con la posibilidad de unos excedentes superiores a las 600.000 toneladas. No obstante, desde medios cooperativos se advierte que esos excedentes pueden ser el colchón necesario para atender la demanda si viene una cosecha mal dada.
La cabaña ganadera está siendo también la gran perjudicada. La intensiva, por los elevados precios de los cereales pienso. La extensiva, por la falta de pastos. Tras un año de buenos precios, el sector vuelve a sufrir.
España cuenta con una cabaña extensiva de unos 23 millones de animales de ovino y caprino, junto a otros dos millones de vacuno. Según los datos de Asaja, la falta de pastos y la necesidad de acudir a los piensos o forrajes está suponiendo un coste añadido de seis euros por cabeza y día, desde Andalucía hasta el campo gallego. En el caso del ovino y el caprino, el coste de los piensos se estima en una sexta parte del vacuno. Estos periodos de sequía y una alimentación deficiente se pueden traducir igualmente en menos partos, lo que merma igualmente la rentabilidad de las explotaciones. En el caso del vacuno de leche, el mayor gasto de la alimentación, según Román Santalla, presidente de la Interprofesional Láctea, eleva los costes de producción de un litro de leche hasta los 0,35 euros. Finalmente, entre otras cabañas seriamente dañadas por la falta de lluvias se halla el cerdo ibérico extensivo. La menor producción de bellota en las dehesas complicaría más el engorde.
Frente a este tipo de riesgos, el sector dispone de un seguro para la cobertura de daños por la sequía en los pastos. Un seguro, en opinión de los técnicos de UPA, muy caro y que se está tratando de ajustar en los últimos años. Su implantación es escasa. Por el contrario, en el seguro creciente de los cereales, con una suscripción muy generalizada, existe cobertura contra la no nascencia de las semillas por la sequía, aunque con una franquicia del 30%.