Júcar Water is here
Wed, 31/10/2012
Fue una jornada histórica pero a la vez reivindicativa. Por fin, 592 años después, el campo ilicitano recibía agua procedente del Júcar. Sin embargo, pese a la importancia del momento, las celebraciones quedaron de lado porque lo que los usuarios del trasvase hasta el Vinalopó siguen reclamando es que se recupere la toma de Cortes de Pallás. Ya hecha, ya disponible, a falta de «un tubito», como recordó Andrés Martínez, el presidente de la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, L'Alacantí y Consorcio de Aguas de la Marina Baixa.
El Ayuntamiento de Elche acogió ayer una reunión extraordinaria de la Junta Central de Usuarios, con motivo de la llegada del agua del Júcar que poco después iba a empezar a llenar el embalse José Ramón García Antón, que gestiona la Sociedad Agraria de Transformación San Enrique. Ninguno de los representantes de los regantes subiría después hasta la infraestructura para ver la entrada del agua. «Pero eso no significa que ni San Enrique ni Ángel Urbina -presidente de la SAT ilicitana-, estén solos».
Al contrario, Andrés Martínez recalcó que la entidad que preside tiene claro que todavía hay camino por recorrer pese a haberse cumplido un hito histórico. «Hay que seguir reclamando un Júcar-Vinalopó con agua de calidad y a un precio asumible. Es posible y la toma más adecuada para conseguir ese objetivo es la de Cortes de Pallás», señaló. Así lo han transmitido «a gobiernos anteriores» y lo harán al actual «porque no se pueden tirar por la borda 400 millones de euros que ya hay gastados», si no se termina el Júcar-Vinalopó «como corresponde».
Y todo ello, como aseguró, «sin molestar a nadie, respetando los derechos históricos», y buscando una fórmula que permita activar la nueva toma. En este sentido, el presidente de la Comunidad de Riegos de Levante y vicepresidente del Sindicato Central del Tajo-Segura, Manuel Serrano -también invitado a la reunión-, apeló a la «solidaridad de los regantes de la cabecera del Júcar». Porque junto a la voluntad del gobierno hay que tener muy en cuenta «con ese mínimo de solidaridad necesario» de los regantes de la zona de la Ribera.
Recordó además que «el agua que recibimos no es gratuita. La pagamos y bien pagada», y que sin el agua del Tajo-Segura «probablemente no existiríamos».
También la alcaldesa, Mercedes Alonso, trasladó su apoyo a los regantes al señalar que si bien tanto el Ayuntamiento como el equipo de gobierno estaba «muy satisfecho» por la llegada del agua del Júcar al Campo de Elche «no quita que sigamos trabajando del lado de nuestros agricultores para seguir mejorando». Mantuvo que el campo ilicitano «es vital y nuestros agricultores y ciudadanos son de primera», y reiteró «el compromiso de este equipo de gobierno y del Gobierno valenciano con el agua y con el Campo de Elche».
El embalse de San Diego se llenó con 12 hectómetros cúbicos, se perdieron ocho y ahora se pueden distribuir cuatro -dos ya han sido repartidos a lo largo del Vinalopó-, merced a que, con el paso del tiempo y la acción del sol, el agua acumulada puede emplearse para el riego de los campos.
Por eso, como indicó Andrés Martínez, «nosotros no hemos cambiado nunca de idea y seguimos sintiendo el apoyo del gobierno valenciano en todo este tiempo». Sin olvidar la necesidad de que un plan hidrológico nacional, «desde el consenso», ayude definitivamente a reconducir el problema del agua en España.
El Ayuntamiento de Elche acogió ayer una reunión extraordinaria de la Junta Central de Usuarios, con motivo de la llegada del agua del Júcar que poco después iba a empezar a llenar el embalse José Ramón García Antón, que gestiona la Sociedad Agraria de Transformación San Enrique. Ninguno de los representantes de los regantes subiría después hasta la infraestructura para ver la entrada del agua. «Pero eso no significa que ni San Enrique ni Ángel Urbina -presidente de la SAT ilicitana-, estén solos».
Al contrario, Andrés Martínez recalcó que la entidad que preside tiene claro que todavía hay camino por recorrer pese a haberse cumplido un hito histórico. «Hay que seguir reclamando un Júcar-Vinalopó con agua de calidad y a un precio asumible. Es posible y la toma más adecuada para conseguir ese objetivo es la de Cortes de Pallás», señaló. Así lo han transmitido «a gobiernos anteriores» y lo harán al actual «porque no se pueden tirar por la borda 400 millones de euros que ya hay gastados», si no se termina el Júcar-Vinalopó «como corresponde».
Y todo ello, como aseguró, «sin molestar a nadie, respetando los derechos históricos», y buscando una fórmula que permita activar la nueva toma. En este sentido, el presidente de la Comunidad de Riegos de Levante y vicepresidente del Sindicato Central del Tajo-Segura, Manuel Serrano -también invitado a la reunión-, apeló a la «solidaridad de los regantes de la cabecera del Júcar». Porque junto a la voluntad del gobierno hay que tener muy en cuenta «con ese mínimo de solidaridad necesario» de los regantes de la zona de la Ribera.
Recordó además que «el agua que recibimos no es gratuita. La pagamos y bien pagada», y que sin el agua del Tajo-Segura «probablemente no existiríamos».
También la alcaldesa, Mercedes Alonso, trasladó su apoyo a los regantes al señalar que si bien tanto el Ayuntamiento como el equipo de gobierno estaba «muy satisfecho» por la llegada del agua del Júcar al Campo de Elche «no quita que sigamos trabajando del lado de nuestros agricultores para seguir mejorando». Mantuvo que el campo ilicitano «es vital y nuestros agricultores y ciudadanos son de primera», y reiteró «el compromiso de este equipo de gobierno y del Gobierno valenciano con el agua y con el Campo de Elche».
El embalse de San Diego se llenó con 12 hectómetros cúbicos, se perdieron ocho y ahora se pueden distribuir cuatro -dos ya han sido repartidos a lo largo del Vinalopó-, merced a que, con el paso del tiempo y la acción del sol, el agua acumulada puede emplearse para el riego de los campos.
Por eso, como indicó Andrés Martínez, «nosotros no hemos cambiado nunca de idea y seguimos sintiendo el apoyo del gobierno valenciano en todo este tiempo». Sin olvidar la necesidad de que un plan hidrológico nacional, «desde el consenso», ayude definitivamente a reconducir el problema del agua en España.