La adjudicación del Banco de Valencia a Caixabank ha despejado la duda sobre una posible liquidación de una entidad histórica, pero deja tantas incógnitas que todavía debería confiarse en que exista margen para la gestión política, puesto que está en juego la llamada «identidad» de la entidad financiera y de la más importante empresa de servicios hidráulicos, Aguas de Valencia. Esa pretendida «identidad» no es más que la necesidad que tienen los poderes públicos y el sector empresarial de mantener algo de lo que se construyó para tener el control en dos ámbitos estratégicos: el financiero y el del suministro y servicio del agua en todo el territorio de la Comunidad Valenciana. Porque no sólo están en juego patrimonios particulares, como el de los accionistas que no quieren perder hasta la camisa en Banco de Valencia, sino el interés general. De hecho, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, habló ayer de mantener la presencia valenciana en