Managing flood, a distance race
Tue, 12/02/2013
En un país con una irregularidad de precipitaciones tan acusada como el nuestro, es un hecho constatado la alternancia de ciclos de fuertes sequías con años húmedos. Cuando hay un episodio de fuertes lluvias, y los embalses empiezan a recibir importantes caudales de entrada, el equipo técnico que explota dicho embalse afronta la gestión de la posible avenida con el objetivo de minimizar los daños. Esta gestión es prácticamente seguida en tiempo real por la prensa y la opinión pública y da pie a apasionados debates entre profesionales de distinto ámbito en torno a la necesidad de más ó menos regulación en una cuenca determinada, como ha sido el caso de la última crecida del Ebro.
A este seguimiento en tiempo real hay que añadir que el avance de la técnica ha permitido el desarrollo de potentes modelos de simulación que unidos a las mejoras en los sistemas de previsiones meteorológicas lleva a poder anticipar en el tiempo y en el espacio la probabilidad de que las crecidas causen afecciones para así transmitir el aviso a los Sistemas de Protección Civil. Es decir, estamos acostumbrados a ver en el telediario titulares como “Activada la alerta por fuertes lluvias para..” ó “Se espera que la crecida llegue en las primeras horas de tal día con una punta estimada de tantos metros cúbicos por segundo”. Es decir, la mejora producida en los sistemas de predicción y simulación de avenidas también tiene su eco en los medios de comunicación.
Es en el mes de agosto, con 35ºC a la sombra, cuando se puede y se debe empezar a gestionar las avenidas que vendrán en otoño y/o invierno.
Pero la preparación de una cuenca para la gestión de la avenida tiene una parte más desconocida (o quizá menos nombrada) que se desarrolla a lo largo de muchos meses antes. Esta preparación en si es una auténtica carrera de fondo y este hecho, que tiene poco alcance de cara a la opinión pública, es el que me gustaría poner de relieve en este artículo.
Es en el mes de agosto, con 35ºC a la sombra, cuando se puede y se debe empezar a gestionar las avenidas que vendrán en otoño y/o invierno. Esta gestión preventiva se puede hacer, por ejemplo, priorizando la suelta de agua desde los embalses con mayor riesgo de sufrir avenidas frente a los embalses con menor riesgo, siempre que exista esta posibilidad. Y así cuando meses después llegue la época de lluvias es cuando los embalses tienen un volumen de resguardo suficiente y laminan las avenidas de otoño.
Este planteamiento de Perogrullo alberga unas preguntas de difícil respuesta, por lo menos a priori: ¿cuánta agua hay que desembalsar en cada momento del año? ¿Qué resguardo hay que dejar en cada embalse?
Como ya he citado la respuesta a estas preguntas no es nada sencilla y necesita una justificación detallada. Es por ello por lo que el Reglamento Técnico sobre Seguridad de Presas y Embalses vigente determina que para cada presa exista un documento denominado “Normas de Explotación” que estudie exhaustivamente las características de la cuenca y marque las pautas ó volúmenes de resguardo que garantizan la adecuada explotación del embalse, tanto en situación normal como en situación de avenidas. Estas directrices, unidas a la experiencia del equipo de explotación de la presa, permiten optimizar la gestión de un sistema de embalses con vistas a la época de lluvias. Dicho Reglamento también describe con detalle las características que deben de cumplir estas Normas de Explotación y su contenido en cada caso.
La gestión de avenidas alberga un ritual parecido a la preparación de una carrera de fondo, donde sólo con un entrenamiento continuo se pueden alcanzar los mejores resultados.
Al uso de estas Normas van unidas la experiencia del equipo de explotación y el conocimiento exhaustivo de la cuenca hidrográfica, como factores que permiten encajar los intervalos, resguardos, niveles que permitan una explotación adecuada a las demandas existentes durante el año hidrológico y optimizada a la prevención de avenidas.
Así pues, la explotación preventiva de una cuenca hidrográfica ó de un sistema de embalses a efectos de avenidas es un continuo durante el año hidrológico, en el que ya se pueden aplicar y se aplican reglas de Explotación, basadas en la experiencia y el conocimiento de la cuenca de años anteriores para en cada caso particular tener la cuenca preparada de la mejor manera posible.
Decía el escritor y corredor Haruki Murakami que la profesión de escritor es muy parecida a la de corredor de fondo, ya que ambas eran fruto de la constancia y del trabajo silencioso. Podría decirse que la gestión de avenidas también alberga un ritual parecido a la preparación de una carrera de fondo en sí, donde sólo con un entrenamiento continuo se pueden alcanzar los mejores resultados.
A este seguimiento en tiempo real hay que añadir que el avance de la técnica ha permitido el desarrollo de potentes modelos de simulación que unidos a las mejoras en los sistemas de previsiones meteorológicas lleva a poder anticipar en el tiempo y en el espacio la probabilidad de que las crecidas causen afecciones para así transmitir el aviso a los Sistemas de Protección Civil. Es decir, estamos acostumbrados a ver en el telediario titulares como “Activada la alerta por fuertes lluvias para..” ó “Se espera que la crecida llegue en las primeras horas de tal día con una punta estimada de tantos metros cúbicos por segundo”. Es decir, la mejora producida en los sistemas de predicción y simulación de avenidas también tiene su eco en los medios de comunicación.
Es en el mes de agosto, con 35ºC a la sombra, cuando se puede y se debe empezar a gestionar las avenidas que vendrán en otoño y/o invierno.
Pero la preparación de una cuenca para la gestión de la avenida tiene una parte más desconocida (o quizá menos nombrada) que se desarrolla a lo largo de muchos meses antes. Esta preparación en si es una auténtica carrera de fondo y este hecho, que tiene poco alcance de cara a la opinión pública, es el que me gustaría poner de relieve en este artículo.
Es en el mes de agosto, con 35ºC a la sombra, cuando se puede y se debe empezar a gestionar las avenidas que vendrán en otoño y/o invierno. Esta gestión preventiva se puede hacer, por ejemplo, priorizando la suelta de agua desde los embalses con mayor riesgo de sufrir avenidas frente a los embalses con menor riesgo, siempre que exista esta posibilidad. Y así cuando meses después llegue la época de lluvias es cuando los embalses tienen un volumen de resguardo suficiente y laminan las avenidas de otoño.
Este planteamiento de Perogrullo alberga unas preguntas de difícil respuesta, por lo menos a priori: ¿cuánta agua hay que desembalsar en cada momento del año? ¿Qué resguardo hay que dejar en cada embalse?
Como ya he citado la respuesta a estas preguntas no es nada sencilla y necesita una justificación detallada. Es por ello por lo que el Reglamento Técnico sobre Seguridad de Presas y Embalses vigente determina que para cada presa exista un documento denominado “Normas de Explotación” que estudie exhaustivamente las características de la cuenca y marque las pautas ó volúmenes de resguardo que garantizan la adecuada explotación del embalse, tanto en situación normal como en situación de avenidas. Estas directrices, unidas a la experiencia del equipo de explotación de la presa, permiten optimizar la gestión de un sistema de embalses con vistas a la época de lluvias. Dicho Reglamento también describe con detalle las características que deben de cumplir estas Normas de Explotación y su contenido en cada caso.
La gestión de avenidas alberga un ritual parecido a la preparación de una carrera de fondo, donde sólo con un entrenamiento continuo se pueden alcanzar los mejores resultados.
Al uso de estas Normas van unidas la experiencia del equipo de explotación y el conocimiento exhaustivo de la cuenca hidrográfica, como factores que permiten encajar los intervalos, resguardos, niveles que permitan una explotación adecuada a las demandas existentes durante el año hidrológico y optimizada a la prevención de avenidas.
Así pues, la explotación preventiva de una cuenca hidrográfica ó de un sistema de embalses a efectos de avenidas es un continuo durante el año hidrológico, en el que ya se pueden aplicar y se aplican reglas de Explotación, basadas en la experiencia y el conocimiento de la cuenca de años anteriores para en cada caso particular tener la cuenca preparada de la mejor manera posible.
Decía el escritor y corredor Haruki Murakami que la profesión de escritor es muy parecida a la de corredor de fondo, ya que ambas eran fruto de la constancia y del trabajo silencioso. Podría decirse que la gestión de avenidas también alberga un ritual parecido a la preparación de una carrera de fondo en sí, donde sólo con un entrenamiento continuo se pueden alcanzar los mejores resultados.