Remains of drugs in the Pego-Oliva endanger wildlife park
Thu, 21/03/2013
Científicos de la Facultad de Farmacia (Universidad de Valencia) y del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE) han detectado 17 tipos de medicamentos en aguas, sedimentos y suelos del Parque Natural del Marjal de Pego-Oliva (Comunidad Valenciana), como son el ibuprofeno, el paracetamol o la codeína, que podrían afectar negativamente a algunas especies de peces.
Investigadores de centros valencianos han dado una voz de alarma sobre la situación del marjal de Pego-Oliva al encontrar hasta 15 compuestos farmacológicos en aguas, sedimentos y suelos. Los científicos, de la Universidad de Valencia (UV), en colaboración con el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE, UV-GV-CSIC), publican sus resultados en la revista Science of the Total Environment.
La contaminación medioambiental por restos de medicamentos es un problema creciente en los últimos años. Los científicos rastrearon en el Parque de Pego-Oliva la presencia de los 17 fármacos más consumidos. Para ello tomaron 34 muestras de aguas, 16 de sedimentos y 23 de suelos –estas últimas a dos profundidades diferentes–.
El análisis posterior mostró que todas las muestras de agua estaban contaminadas por al menos un fármaco, así como todas las de sedimentos salvo una. La distribución de medicamentos en el suelo resultó más irregular. En total se encontraron 15 de los 17 medicamentos estudiados.
Los compuestos farmacológicos más frecuentes en las muestras de aguas fueron antiinflamatorios y analgésicos como el ibuprofeno. En los sedimentos y suelos analizados, la carbamacepina y el acetaminofeno –también conocido como paracetamol– fueron los más abundantes.
Todas las muestras de agua estaban contaminadas por al menos un fármaco, así como todas las de sedimentos salvo una
“La Unión Europea ya está considerando incluir algunos fármacos como contaminantes prioritarios”, explica Yolanda Picó, coautora del estudio. “La evaluación del riesgo realizada indica un cierto peligro para los peces y por lo tanto sería deseable un estudio más continuado y profundo”, concluye.
Aunque son necesarios más estudios para poder evaluar el impacto de estas sustancias en el medioambiente, el análisis de los investigadores muestra un alto riesgo para los peces del marjal, debido a la presencia de ibuprofeno y antibióticos, y no se puede descartar la posibilidad de que afecten a otros seres vivos. El posible riesgo sobre la salud humana por la contaminación del agua potable debe ser también estudiado, así como el impacto sobre los cultivos cercanos –arroz y naranjos principalmente–.
“Las concentraciones detectadas en el marjal son bajas, pero no se puede descartar algún efecto indirecto como la aparición de resistencias” explica Picó.
A diferencia de otros parques como Doñana o la Albufera, el Marjal de Pego-Oliva sufre una menor presión al estar rodeado por poblaciones mucho más pequeñas –de 39.000 personas, en comparación con el millón y medio de las que rodean la Albufera–. A pesar de esto, para minimizar el impacto humano en el parque, se construyeron varias plantas de tratamiento de aguas residuales.
La presencia de medicamentos indica el constante aporte de estas sustancias desde las plantas de tratamiento de aguas, debido a que su eliminación es incompleta. Las aguas de riego contaminan los suelos con sustancias farmacológicas, que se acumulan y, en algún caso, podrían afectar a las aguas subterráneas.
Una importante reserva natural
El marjal de Pego-Oliva, declarado parque natural en 1994, está situado entre las provincias de Valencia y Alicante. Al norte del paraje fluye el Serpis, uno de los ríos más importantes de la Comunidad Valenciana. Posee una fauna y flora muy característica, con especies extinguidas en el resto de la Comunidad, y además en el interior se cultiva arroz desde 1848.
Una de las especies que confieren un alto valor ecológico al parque es el samarugo –samaruc en valenciano– un pez presenten en aguas quietas y riachuelos de la costa del mar Mediterráneo, especialmente en la Comunidad Valenciana.
El samarugo vive en marjales y manantiales y necesita agua muy limpia, por lo que ha desaparecido de muchas zonas de Europa debido a la contaminación, hasta el punto de estar catalogado como especie en peligro crítico de extinción. A pesar de las tareas de repoblación solo existen seis poblaciones en la actualidad.
Según Picó, el siguiente paso necesario sería “realizar un estudio de los sistemas de depuración y eliminación de los fármacos, y potenciar el desarrollo de sistemas viables y efectivos de eliminación de esos compuestos”.
La contaminación medioambiental por restos de medicamentos es un problema creciente en los últimos años. Los científicos rastrearon en el Parque de Pego-Oliva la presencia de los 17 fármacos más consumidos. Para ello tomaron 34 muestras de aguas, 16 de sedimentos y 23 de suelos –estas últimas a dos profundidades diferentes–.
El análisis posterior mostró que todas las muestras de agua estaban contaminadas por al menos un fármaco, así como todas las de sedimentos salvo una. La distribución de medicamentos en el suelo resultó más irregular. En total se encontraron 15 de los 17 medicamentos estudiados.
Los compuestos farmacológicos más frecuentes en las muestras de aguas fueron antiinflamatorios y analgésicos como el ibuprofeno. En los sedimentos y suelos analizados, la carbamacepina y el acetaminofeno –también conocido como paracetamol– fueron los más abundantes.
Todas las muestras de agua estaban contaminadas por al menos un fármaco, así como todas las de sedimentos salvo una
“La Unión Europea ya está considerando incluir algunos fármacos como contaminantes prioritarios”, explica Yolanda Picó, coautora del estudio. “La evaluación del riesgo realizada indica un cierto peligro para los peces y por lo tanto sería deseable un estudio más continuado y profundo”, concluye.
Aunque son necesarios más estudios para poder evaluar el impacto de estas sustancias en el medioambiente, el análisis de los investigadores muestra un alto riesgo para los peces del marjal, debido a la presencia de ibuprofeno y antibióticos, y no se puede descartar la posibilidad de que afecten a otros seres vivos. El posible riesgo sobre la salud humana por la contaminación del agua potable debe ser también estudiado, así como el impacto sobre los cultivos cercanos –arroz y naranjos principalmente–.
“Las concentraciones detectadas en el marjal son bajas, pero no se puede descartar algún efecto indirecto como la aparición de resistencias” explica Picó.
A diferencia de otros parques como Doñana o la Albufera, el Marjal de Pego-Oliva sufre una menor presión al estar rodeado por poblaciones mucho más pequeñas –de 39.000 personas, en comparación con el millón y medio de las que rodean la Albufera–. A pesar de esto, para minimizar el impacto humano en el parque, se construyeron varias plantas de tratamiento de aguas residuales.
La presencia de medicamentos indica el constante aporte de estas sustancias desde las plantas de tratamiento de aguas, debido a que su eliminación es incompleta. Las aguas de riego contaminan los suelos con sustancias farmacológicas, que se acumulan y, en algún caso, podrían afectar a las aguas subterráneas.
Una importante reserva natural
El marjal de Pego-Oliva, declarado parque natural en 1994, está situado entre las provincias de Valencia y Alicante. Al norte del paraje fluye el Serpis, uno de los ríos más importantes de la Comunidad Valenciana. Posee una fauna y flora muy característica, con especies extinguidas en el resto de la Comunidad, y además en el interior se cultiva arroz desde 1848.
Una de las especies que confieren un alto valor ecológico al parque es el samarugo –samaruc en valenciano– un pez presenten en aguas quietas y riachuelos de la costa del mar Mediterráneo, especialmente en la Comunidad Valenciana.
El samarugo vive en marjales y manantiales y necesita agua muy limpia, por lo que ha desaparecido de muchas zonas de Europa debido a la contaminación, hasta el punto de estar catalogado como especie en peligro crítico de extinción. A pesar de las tareas de repoblación solo existen seis poblaciones en la actualidad.
Según Picó, el siguiente paso necesario sería “realizar un estudio de los sistemas de depuración y eliminación de los fármacos, y potenciar el desarrollo de sistemas viables y efectivos de eliminación de esos compuestos”.