Desalinated water at Kioto cost
Tue, 04/05/2004
La nueva política del gobierno podría elevar las emisiones y los vertidos. Las plantas desaladoras son la principal alternativa del Gobierno al trasvase del Ebro. El PSOE defiende su viabilidad técnica y económica, pero los expertos alertan del aumento del uso de energía y el previsible incremento del precio del agua.
Madrid
El Gobierno derogará mediante real decreto el trasvase del Ebro.
Será el adiós al proyecto estrella del Plan Hidrológico Nacional diseñado por el Ejecutivo del PP, que en los últimos meses había iniciado las primeras licitaciones.
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ya ha anunciado las líneas de actuación de la nueva política del agua. La principal es la construcción de once plantas desaladoras y la ampliación de dos existentes en la Comunidad Valenciana y Murcia. A ello se unirán otras medidas de reutilización de aguas residuales y la regulación del uso del agua mediante la mejora de la gestión de los acuíferos.
Estas actuaciones supondrán una inversión de 2.209 millones de euros y permitirán obtener 634 hectómetros cúbicos de agua. La desalación supondrá una inversión de 632 millones (incluidos en la cifra anterior), que generarán 356 hectómetros cúbicos.
“La desalación puede ser una buena alternativa, pero si pensamos en resolver unas necesidades de entre cien y doscientos hectómetros cúbicos”, explica José María Fluxá, presidente del Foro del Agua del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas. Según Fluxá, “sería necesario complementarlo con transferencias del Tajo-Segura o del Ródano”.
Viabilidad
Medio Ambiente defiende la viabilidad técnica y económica de la desalación. Según estimaciones del Ministerio, el precio del agua desalada se sitúa en 30 céntimos de euro por metro cúbico, aunque puede variar en función de los gastos de personal. Un precio bastante inferior al que el PSOE calcula que se derivaría del trasvase del Ebro: 91 céntimos, frente a los 39 céntimos que el PP calculaba (considerando los fondos europeos que quería obtener para su financiación).
Pero las estimaciones sobre el coste del agua desalada son variadas y llegan a superar el euro por metro cúbico.
El consumo energético (muy elevado en estas plantas) también influirá en el coste del agua desalada. Fluxá afirma que “para desalar un metro cúbico de agua, se necesita el equivalente a un kilogramo de petróleo en energía eléctrica.
Es muy difícil bajar el consumo energético de las desaladoras. En cambio, el precio de la energía sí tenderá al alza”.
El alto consumo de energía también encierra un problema de contaminación.
Una desaladora no genera en sí misma emisiones, pero la producción de energía es una de las principales causas de la generación de gases de efecto invernadero. El coste total derivado del consumo energético es de 3,5 kilovatios por metro cúbico, según estimaciones de Antonio Estevan, de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
El consumo de energía de las desaladoras podría agravar los problemas que España ya tiene para cumplir el Protocolo de Kioto, el acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático. El primer reto para España es elaborar el Plan Nacional de Emisiones, en el que repartirá los derechos de contaminación entre los sectores industriales. Narbona dijo ayer que tendrá este plan antes del 1 de junio.
Los vertidos constituyen el otro problema ecológico de la desalación.
Este proceso se basa en el sistema de ósmosis inversa.
Osmosis es el proceso natural por el que cualquier vegetal absorbe sales del suelo. Desalar el agua consiste precisamente en lo contrario: eliminar la sal del agua.
¿Cómo? Mediante unas membranas y la introducción de una fuerte presión, se consigue filtrar las sales y obtener agua desalada. Expertos consultados explican que de cada cien litros de agua que entran en una planta, sólo se obtiene agua pura apta para el consumo humano en un 40% (es decir, 40 litros) si procede del mar y en un 60% si proviene de aguas subterráneos o ríos. El resto es agua concentrada, con un contenido tal elevado en sal que la convierte en un vertido muy contaminante (la denominada salmuera) si se vierte al suelo o, incluso, cerca de la costa, con daños a los ecosistemas marinos. La única solución es llevarla agua adentro, a través de tuberías, algo que también encarece el precio de la instalación. Con todo, Estevan asegura que “la salmuera ya no es un problema hoy día”.
Desarrollo
En la práctica, la desalación es una tecnología que ha experimentado un importante desarrollo en los últimos años.
En la actualidad, según datos de Medio Ambiente, en España existen 3.000 plantas desaladoras. Por ellas pasan un total de 1,2 millones de metros cúbicos de agua al día; un 60% proviene agua de mar y el resto de la denominada agua salobre (por ejemplo, de aguas subterráneas, con una salinidad más baja). Sin embargo, la mayoría de las desaladoras son de pequeño tamaño.
Estevan explica que “la desalación es viable y más barata que el trasvase. Puede que hasta Valencia, las dos opciones sean iguales; pero a partir de Alicante, la desalación es mucho más barata y aún más en Murcia y Almería”. Guido Schmidt, responsable de aguas de WWF/Adena, añade que “la desalación tiene una viabilidad económica mayor que el trasvase, pero hay que reajustar el agua que hace falta y el dinero que están dispuestos a pagar los usuarios”.
“Habrá que llevar a cabo actuaciones desde el punto de vista de la gestión de la demanda de agua y no sólo de la oferta”, apunta María Fernández Soler, de la Fundación Ecología y Desarrollo.
El Gobierno mantendrá algunas de las actuaciones del Plan Hidrológico Nacional, pero derogará el trasvase del Ebro.
Propone otras medidas que suponen una inversión de 2.209 millones de euros, lo que permitirá obtener 634 hectómetros cúbicos de agua para las cuencas del Júcar y del Segura.
Las actuaciones propuestas por el PSOE incluyen:
Construcción de plantas desaladoras.
Regulación de recursos mediante embalses y mejora de la gestión de acuíferos.
Reutilización de aguas residuales.
Centros de intercambio de derechos de usos de l agua.
El Gobierno invertirá 632 millones de euros en 11 plantas
y 2 ampliaciones
en Valencia y Murcia
Las desaladoras tienen un alto consumo energético que agrava el cumplimiento del Protocolo de Kioto
La generación
de agua con alta concentración en sal puede plantear un problema de vertidos
Medio Ambiente asegura que será más barata el agua desalada que la obtenida del trasvase
Madrid
El Gobierno derogará mediante real decreto el trasvase del Ebro.
Será el adiós al proyecto estrella del Plan Hidrológico Nacional diseñado por el Ejecutivo del PP, que en los últimos meses había iniciado las primeras licitaciones.
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ya ha anunciado las líneas de actuación de la nueva política del agua. La principal es la construcción de once plantas desaladoras y la ampliación de dos existentes en la Comunidad Valenciana y Murcia. A ello se unirán otras medidas de reutilización de aguas residuales y la regulación del uso del agua mediante la mejora de la gestión de los acuíferos.
Estas actuaciones supondrán una inversión de 2.209 millones de euros y permitirán obtener 634 hectómetros cúbicos de agua. La desalación supondrá una inversión de 632 millones (incluidos en la cifra anterior), que generarán 356 hectómetros cúbicos.
“La desalación puede ser una buena alternativa, pero si pensamos en resolver unas necesidades de entre cien y doscientos hectómetros cúbicos”, explica José María Fluxá, presidente del Foro del Agua del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas. Según Fluxá, “sería necesario complementarlo con transferencias del Tajo-Segura o del Ródano”.
Viabilidad
Medio Ambiente defiende la viabilidad técnica y económica de la desalación. Según estimaciones del Ministerio, el precio del agua desalada se sitúa en 30 céntimos de euro por metro cúbico, aunque puede variar en función de los gastos de personal. Un precio bastante inferior al que el PSOE calcula que se derivaría del trasvase del Ebro: 91 céntimos, frente a los 39 céntimos que el PP calculaba (considerando los fondos europeos que quería obtener para su financiación).
Pero las estimaciones sobre el coste del agua desalada son variadas y llegan a superar el euro por metro cúbico.
El consumo energético (muy elevado en estas plantas) también influirá en el coste del agua desalada. Fluxá afirma que “para desalar un metro cúbico de agua, se necesita el equivalente a un kilogramo de petróleo en energía eléctrica.
Es muy difícil bajar el consumo energético de las desaladoras. En cambio, el precio de la energía sí tenderá al alza”.
El alto consumo de energía también encierra un problema de contaminación.
Una desaladora no genera en sí misma emisiones, pero la producción de energía es una de las principales causas de la generación de gases de efecto invernadero. El coste total derivado del consumo energético es de 3,5 kilovatios por metro cúbico, según estimaciones de Antonio Estevan, de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
El consumo de energía de las desaladoras podría agravar los problemas que España ya tiene para cumplir el Protocolo de Kioto, el acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático. El primer reto para España es elaborar el Plan Nacional de Emisiones, en el que repartirá los derechos de contaminación entre los sectores industriales. Narbona dijo ayer que tendrá este plan antes del 1 de junio.
Los vertidos constituyen el otro problema ecológico de la desalación.
Este proceso se basa en el sistema de ósmosis inversa.
Osmosis es el proceso natural por el que cualquier vegetal absorbe sales del suelo. Desalar el agua consiste precisamente en lo contrario: eliminar la sal del agua.
¿Cómo? Mediante unas membranas y la introducción de una fuerte presión, se consigue filtrar las sales y obtener agua desalada. Expertos consultados explican que de cada cien litros de agua que entran en una planta, sólo se obtiene agua pura apta para el consumo humano en un 40% (es decir, 40 litros) si procede del mar y en un 60% si proviene de aguas subterráneos o ríos. El resto es agua concentrada, con un contenido tal elevado en sal que la convierte en un vertido muy contaminante (la denominada salmuera) si se vierte al suelo o, incluso, cerca de la costa, con daños a los ecosistemas marinos. La única solución es llevarla agua adentro, a través de tuberías, algo que también encarece el precio de la instalación. Con todo, Estevan asegura que “la salmuera ya no es un problema hoy día”.
Desarrollo
En la práctica, la desalación es una tecnología que ha experimentado un importante desarrollo en los últimos años.
En la actualidad, según datos de Medio Ambiente, en España existen 3.000 plantas desaladoras. Por ellas pasan un total de 1,2 millones de metros cúbicos de agua al día; un 60% proviene agua de mar y el resto de la denominada agua salobre (por ejemplo, de aguas subterráneas, con una salinidad más baja). Sin embargo, la mayoría de las desaladoras son de pequeño tamaño.
Estevan explica que “la desalación es viable y más barata que el trasvase. Puede que hasta Valencia, las dos opciones sean iguales; pero a partir de Alicante, la desalación es mucho más barata y aún más en Murcia y Almería”. Guido Schmidt, responsable de aguas de WWF/Adena, añade que “la desalación tiene una viabilidad económica mayor que el trasvase, pero hay que reajustar el agua que hace falta y el dinero que están dispuestos a pagar los usuarios”.
“Habrá que llevar a cabo actuaciones desde el punto de vista de la gestión de la demanda de agua y no sólo de la oferta”, apunta María Fernández Soler, de la Fundación Ecología y Desarrollo.
El Gobierno mantendrá algunas de las actuaciones del Plan Hidrológico Nacional, pero derogará el trasvase del Ebro.
Propone otras medidas que suponen una inversión de 2.209 millones de euros, lo que permitirá obtener 634 hectómetros cúbicos de agua para las cuencas del Júcar y del Segura.
Las actuaciones propuestas por el PSOE incluyen:
Construcción de plantas desaladoras.
Regulación de recursos mediante embalses y mejora de la gestión de acuíferos.
Reutilización de aguas residuales.
Centros de intercambio de derechos de usos de l agua.
El Gobierno invertirá 632 millones de euros en 11 plantas
y 2 ampliaciones
en Valencia y Murcia
Las desaladoras tienen un alto consumo energético que agrava el cumplimiento del Protocolo de Kioto
La generación
de agua con alta concentración en sal puede plantear un problema de vertidos
Medio Ambiente asegura que será más barata el agua desalada que la obtenida del trasvase