Pollution focuses on sediments of the Besós and Llobregat rivers.
Sat, 16/10/2004
Flix no es el único foco de contaminación de los sedimentos fluviales detectado por el informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Autónoma sobre los ríos de Cataluña. El Besòs, el Congost, el Anoia y el Llobregat también tienen tramos con niveles elevados de metales pesados y compuestos clorados, aunque en cantidades mucho menos alarmantes. Los autores del estudio insisten en que los residuos acumulados en el embalse del Ebro deben ser extraídos y trasladados a un vertedero.
En el estudio sobre los sedimentos de los ríos y lagos catalanes presentado ayer formalmente en la Universidad Politécnica de Barcelona, Joan Grimalt, del Instituto de Química Ambiental; Albert Palanques, del Instituto de Ciencias del Mar, y Pere Masqué, del Instituto de Ciencia y Tecnología, han constatado que los episodios de contaminación son frecuentes en toda la red fluvial, aunque no en niveles preocupantes, salvo en el caso de Flix (Ribera d'Ebre), cuyos alarmantes datos se conocieron en septiembre. Tras analizar puntos en los que las estaciones de análisis de agua habían registrado contaminación, los científicos han detectado en los sedimentos concentraciones por encima de lo normal de metales pesados y compuestos organoclorados.
Dejando aparte el caso del Ebro, los ríos con mayores índices de contaminación son el Besòs, especialmente a su paso por Santa Coloma de Gramenet y Montcada i Reixac; el Congost en Montmeló; el Anoia en Vilanova de Camí, y el Llobregat en Abrera y El Pont de Vilomara.
El uso de metales pesados, como el zinc y el mercurio, o de compuestos organoclorados, como el DDT, presentes en insecticidas, disolventes o refrigerantes, por parte de industrias y la población originan la presencia de estos residuos en el fondo del río o, en el caso del Besòs, incluso en la desembocadura. Pero para los autores del estudio 'la problemática del Besòs no se puede comparar con la del Ebro'.
En Flix se han detectado entre 200.000 y 360.000 toneladas de residuos, de los que al menos 10.000 toneladas son de material radiactivo. Ante la alarma social por esta situación, los científicos han advertido que es poco probable que la contaminación del embalse afecte a la salud de las personas, pero sí existe un riesgo latente. 'No se puede decir que sea una situación estable, ya que si se abriera la presa, los residuos irían río abajo, contaminando las 95 kilómetros de tierras hasta llegar al mar', afirmó Palanques. El investigador también advirtió que varios puntos del Ebro, por debajo de Flix, presentan índices altos de contaminación por metales pesados y compuestos organoclorados, aunque no por sustancias radiactivas.
Ante las distintas alternativas para solucionar el problema, los científicos apostaron por 'sacar los residuos del río', aunque admitieron que 'antes hay que estudiar su composición mineral', cosa que se hará en la tercera fase del estudio, que también pretende definir la movilidad de los residuos y su riesgo de erosión.
En el estudio sobre los sedimentos de los ríos y lagos catalanes presentado ayer formalmente en la Universidad Politécnica de Barcelona, Joan Grimalt, del Instituto de Química Ambiental; Albert Palanques, del Instituto de Ciencias del Mar, y Pere Masqué, del Instituto de Ciencia y Tecnología, han constatado que los episodios de contaminación son frecuentes en toda la red fluvial, aunque no en niveles preocupantes, salvo en el caso de Flix (Ribera d'Ebre), cuyos alarmantes datos se conocieron en septiembre. Tras analizar puntos en los que las estaciones de análisis de agua habían registrado contaminación, los científicos han detectado en los sedimentos concentraciones por encima de lo normal de metales pesados y compuestos organoclorados.
Dejando aparte el caso del Ebro, los ríos con mayores índices de contaminación son el Besòs, especialmente a su paso por Santa Coloma de Gramenet y Montcada i Reixac; el Congost en Montmeló; el Anoia en Vilanova de Camí, y el Llobregat en Abrera y El Pont de Vilomara.
El uso de metales pesados, como el zinc y el mercurio, o de compuestos organoclorados, como el DDT, presentes en insecticidas, disolventes o refrigerantes, por parte de industrias y la población originan la presencia de estos residuos en el fondo del río o, en el caso del Besòs, incluso en la desembocadura. Pero para los autores del estudio 'la problemática del Besòs no se puede comparar con la del Ebro'.
En Flix se han detectado entre 200.000 y 360.000 toneladas de residuos, de los que al menos 10.000 toneladas son de material radiactivo. Ante la alarma social por esta situación, los científicos han advertido que es poco probable que la contaminación del embalse afecte a la salud de las personas, pero sí existe un riesgo latente. 'No se puede decir que sea una situación estable, ya que si se abriera la presa, los residuos irían río abajo, contaminando las 95 kilómetros de tierras hasta llegar al mar', afirmó Palanques. El investigador también advirtió que varios puntos del Ebro, por debajo de Flix, presentan índices altos de contaminación por metales pesados y compuestos organoclorados, aunque no por sustancias radiactivas.
Ante las distintas alternativas para solucionar el problema, los científicos apostaron por 'sacar los residuos del río', aunque admitieron que 'antes hay que estudiar su composición mineral', cosa que se hará en la tercera fase del estudio, que también pretende definir la movilidad de los residuos y su riesgo de erosión.