Zaragoza will have Expo 2008, the first international fair since Sevilla 92 in Spain

Fri, 17/12/2004

ABC

Los organizadores prevén que en los tres meses que durará la exposición habrá siete millones de visitantes y una inversión en infraestructuras de 1.500 millones

PARÍS. El 16 de diciembre de 2004 es ya una fecha para la historia de Zaragoza. La asamblea de la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE) eligió ayer en París la candidatura española para la celebración de la Expo 2008, que llevará por título «Agua y desarrollo sostenible». Siete millones y medio de visitantes, 1.500 millones de euros de inversión en infraestructuras y una auténtica revolución urbanística son algunos de los datos que acompañan al proyecto de la primera gran exposición que acogerá España después de Sevilla 92 y en la que la capital aragonesa lleva trabajando ya más de cuatro años, con el respaldo del Gobierno, antes del PP y ahora del PSOE.

La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, presente en París junto al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ratificó el apoyo estatal, comprometido ya a través de un protocolo suscrito entre las administraciones central, autonómica y local por el cual el Gobierno aportará el 70 por ciento de los 1.500 millones de inversión. «Vamos a poner todos los recursos económicos, técnicos y humanos» para lograr el éxito de la muestra. Su Majestad el Rey, el Príncipe de Asturias y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, felicitaron de inmediato al alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch.

Dura carrera de cuatro años

En una dura carrera a lo largo de los últimos años, Zaragoza ha competido con la ciudad italiana de Trieste, la rival más dura, y la griega Tesalónica. Ello ha obligado a una laboriosa ofensiva diplomática, emprendida con la Administración del PP y rematada por la socialista, para lograr convencer a los países miembros del BIE de la opción española. Finalmente, los apoyos más firmes con los que contaba Zaragoza procedían fundamentalmente de Iberoamérica y los países árabes, estos últimos atribuidos por Moratinos al nuevo rumbo en política exterior.

En el continente europeo, en cambio, se reconoce que los votos han estado más divididos entre las candidaturas, ya que las tres eran europeas. Asia y el África subsahariana son otras de las áreas donde poco a poco España ha ido sumando apoyos para Zaragoza. En esta tarea, para la que se nombró en su día un embajador en misión especial, ha sido importante el propio lema de la Exposición, ya que la gestión del agua es un problema de importancia estratégica en el siglo XXI que cada vez está más presente en las relaciones internacionales y las políticas de cooperación al desarrollo. En este sentido, muchos países ven en el proyecto español una puerta abierta para resolver sus problemas hídricos.

La pugna ha sido tan intensa que en las últimas semanas, incluso, se han inscrito nuevos países en el BIE captados por los distintos candidatos: Eslovenia, San Marino y Jordania, por Trieste; Andorra y Senegal, por Zaragoza, y Turquía, curiosamente por la relación conflictiva que sostienen, por Grecia. En una primera vuelta, para la que hacía falta una mayoría de dos tercios, la votación resultó con 47 países en apoyo de España, 35 de Italia y 12 de Grecia, que en la segunda se convirtieron en 57 para Zaragoza y 37 para Trieste.

En cuanto la noticia saltó a la pantalla del Parque de Exposiciones París Nord Villepinte, la delegación aragonesa estalló en una explosión de júbilo. El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, recibió la felicitación inmediata de Su Majestad el Rey, mientras que el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, expresó la felicitación transmitida por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. «Hemos hecho lo más difícil, pero ahora hay que hacer lo más importante, una Expo de éxito», dijo un Belloch exultante.

No es una muestra «universal»

A diferencia de la Expo 92, la de Zaragoza no se considera Universal, sino Internacional, de acuerdo con la actual reglamentación del BIE. Ello supone que no se trata de una muestra generalista, como la sevillana, sino temática -«Agua y desarrollo sostenible»- y que la superficie del recinto expositivo queda limitada a 25 hectáreas, que estarán situadas en el meandro de Ranillas, un terreno en forma de herradura rodeado por el Ebro y situado a apenas tres kilómetros de la plaza del Pilar y enfrente de la nueva estación del AVE. De hecho, se trata de la primera Exposición internacional según las nuevas normas del BIE, ya que, aunque había una prevista en Manila el pasado año, no se pudo llegar a celebrar por problemas de financiación. Para 2005 y 2010 hay dos universales previstas, en Aichi (Japón) y Shangai (China), respectivamente. La solidez del proyecto zaragozano se cimenta, entre otros aspectos, en la previsión de una post-Expo. No se quiere caer en el error de que al día siguiente de la clausura de la muestra, el recinto sea un espacio infrautilizado. Por ello, las infraestructuras que se acometerán están pensadas con vocación de permanencia.

Entre las construcciones más emblemáticas, figuran la torre del agua, un edificio de 60 plantas y 19 plantas en forma de gota de agua, el puente-edificio sobre el Ebro o el puente del milenio. La exposición tendrá una estructura temática, de manera que los países participantes se instalarán en los pabellones dedicados a cada una de estas áreas ecogeográficas: hielo y nieve; desiertos, oasis y estepas; praderas y sabanas; bosques templados; selvas tropicales; altiplanos y montañas; grandes ríos y llanuras aluviales, e islas y costas.

Más allá del interés local de la exposición, para España supone un nuevo escaparate ante el mundo, en esta ocasión en un asunto de la relevancia de la gestión del agua, para el que la capital aragonesa, en los tres meses que dure la Exposición, puede ser una referencia en el futuro. En clave de política interna, aunque el proyecto de la Expo 2008 ha quedado hasta ahora fuera de la polémica sobre el trasvase del Ebro, la Administración socialista reconoce que puede ser una plataforma desde la que proyectar su nueva política del agua y convencer a Levante de la posibilidad de poner en marcha modelos distintos a la transferencia entre cuencas.