Water quality of Doñana is in danger due to agriculture, wastes and chemistry products
Sun, 27/02/2005
«Las presiones más significativas a las que están sometidas las masas de agua que pueden deteriorar la calidad del medio hídrico de Doñana son fundamentalmente las debidas a las actividades mineras (metales pesados), vertidos urbanos y explotaciones agrícolas». Así consta en un informe elaborado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para evaluar la calidad del agua en el entorno del Parque Nacional, del que se desprende una situación bastante positiva en lo que se refiere a los efectos de los aportes hídricos al espacio protegido, tanto a nivel de superficie como en lo que concierne al acuífero subterráneo.
Así, la contaminación por metales pesados, provocada por la catástrofe de Aznalcóllar, ha disminuido hasta situarse en niveles anteriores a la rotura de la balsa, mientras que en el caso de la actividad agraria, los sistemas de agricultura integrada y ecológica, respetuosos con el medio ambiente, ha provocado asimismo un descenso en la presión de los productos fitosanitarios empleados en los cultivos.
Limitaciones
Recoge el informe que las principales limitaciones asociadas a los recursos hídricos superficiales se deben por una parte a la modificación antrópica del régimen hídrico de la marisma de Doñana, que ha reducido sus aportes fluviales acentuando su dependencia de un régimen de lluvias irregular y escaso y, por otra, a los problemas derivados de la calidad de las aguas que aportan las cuencas vertientes al Parque.
En cuanto a los recursos hídricos subterráneos, apunta el estudio, «los mayores problemas pueden aparecer por la excesiva e inadecuada explotación del acuífero -se han observado problemas de sobreexplotación local en determinadas áreas con el consiguiente riesgo de intrusión marina-, y por la contaminación de las aguas, generada fundamentalmente por las actividades agrícolas de las zonas colindantes».
Tras explicar el comportamiento hidrogeológico tanto superficial como subterráneo que se produce en los límites de Doñana, y exponer de forma pormenorizada en qué consisten las redes de control y los sondeos periódicos que se llevan a cabo, el estudio presenta los resultados de las diferentes analíticas realizadas para la elaboración del trabajo, donde se destaca lo siguiente:
En el apartado de aguas superficiales y en lo que concierne a la contaminación por metales pesados, aparece que en la estación Río Guadiamar, en el Vado del Quema, donde se valora la repercusión del vertido de la mina de Aznalcóllar de 1998, los elementos seleccionados son el manganeso y el cinc.
Días después de la rotura de la balsa se obtuvieron valores de cinc de hasta 20 mg/L, que fueron descendiendo a lo largo del tiempo hasta llegar a la normalidad. Algo similar ocurre con el manganeso. En los últimos años incluso los valores alcanzados son inferiores a los registrados antes del vertido de lodos contaminados.
Existe otra estación, en el Brazo de la Torre, en Entremuros, donde se han detectado concentraciones de numerosos metales como hierro, cinc y manganeso, debido a que al encontrarse en el tramo bajo del río Guadalquivir recibir los aportes del Guadiamar se concentran mayor número de sustancias que el agua arrastra en su recorrido. Sin embargo, «las concentraciones obtenidas en los últimos tres años no presentan valores elevados»
Por su parte la estación del Arroyo de la Rocina, en el Puente de la Canariega, no se encuentra influenciada por el vertido tóxico de la mina de Aznalcóllar, aunque sí por la geología del terreno, muy rico en hierro, cuyos valores máximos coinciden frecuentemente con la reducción del caudal durante los meses de primavera. Finalmente, la estación Arroyo del Partido, en El Rocío, no suele presentar niveles de metales pesados de importancia.
El estudio aborda a continuación la contaminación de origen urbano, que suele estar asociada, resalta el documento, «a altos valores de concentración de parámetros como amonio total, fosfatos, detergentes, materia orgánica y coliformes», entre otras sustancias, cuyo origen está en el vertido de aguas residuales sin depurar o no depuradas convenientemente.
Dentro de la red hidrológica en el entorno del Parque, los cauces que pueden aportar este tipo de contaminación son el arroyo del Partido y el río Guadiamar. Y en ambos casos los cauces son receptores de los vertidos de distintas poblaciones a lo largo de su curso.
Aportes
En la primera estación los datos dan niveles significativos de fosfatos, amonio total, DBO (demanda biológica de oxígeno), materia orgánica y detergentes de forma continuada desde 1995, lo que evidencia un aporte de aguas residuales urbanas en este cauce.
En el caso de la estación del Vado del Quema (Guadiamar), se puede observar una clara afección de la calidad del agua. No obstante, los resultados medios anuales muestran una sensible mejoría para el caso de los detergentes, amonio total, DBO, materia orgánica y coliformes totales a partir de 2001, pero no así en el caso de los fosfatos, que mantiene concentraciones elevadas hasta el último año analizado.
Encuanto a la contaminación de origen agrícola, se subraya en el estudio que el mecanismo de entrada de este tipo de contaminación en el sistema es mediante los excedentes de riego, con lo cual, al ser un tipo de contaminación sin focos definidos, su control se hace muy difícil.
En general, no se observan alteraciones importantes de la calidad del agua debido a este tipo de contaminación en ninguno de los puntos de la red, exceptuando el caso de los fosfatos.
En el caso de las aguas subterráneas, la contaminación por metales pesados no es significativa, al no superarse en los puntos de control los niveles permitidos por la actual legislación.
En la misma tónica, destaca también el estudio que «en la actualidad los vertidos de aguas residuales urbanas no representan un riesgo para la contaminación del acuífero».
Y por lo que respecta a la contaminación de origen agrícola, existe un punto de control, el de abastecimiento de Villamanrique. que presenta «una contaminación superior de nitratos en los últimos años, aunque de momento no sea alarmante». A pesar de todo, el informe considera que «la fuente principal de contaminación de las aguas subterráneas que puede afectar a la calidad en Doñana tiene su origen en las actividades agrícolas de la zona».
Así, la contaminación por metales pesados, provocada por la catástrofe de Aznalcóllar, ha disminuido hasta situarse en niveles anteriores a la rotura de la balsa, mientras que en el caso de la actividad agraria, los sistemas de agricultura integrada y ecológica, respetuosos con el medio ambiente, ha provocado asimismo un descenso en la presión de los productos fitosanitarios empleados en los cultivos.
Limitaciones
Recoge el informe que las principales limitaciones asociadas a los recursos hídricos superficiales se deben por una parte a la modificación antrópica del régimen hídrico de la marisma de Doñana, que ha reducido sus aportes fluviales acentuando su dependencia de un régimen de lluvias irregular y escaso y, por otra, a los problemas derivados de la calidad de las aguas que aportan las cuencas vertientes al Parque.
En cuanto a los recursos hídricos subterráneos, apunta el estudio, «los mayores problemas pueden aparecer por la excesiva e inadecuada explotación del acuífero -se han observado problemas de sobreexplotación local en determinadas áreas con el consiguiente riesgo de intrusión marina-, y por la contaminación de las aguas, generada fundamentalmente por las actividades agrícolas de las zonas colindantes».
Tras explicar el comportamiento hidrogeológico tanto superficial como subterráneo que se produce en los límites de Doñana, y exponer de forma pormenorizada en qué consisten las redes de control y los sondeos periódicos que se llevan a cabo, el estudio presenta los resultados de las diferentes analíticas realizadas para la elaboración del trabajo, donde se destaca lo siguiente:
En el apartado de aguas superficiales y en lo que concierne a la contaminación por metales pesados, aparece que en la estación Río Guadiamar, en el Vado del Quema, donde se valora la repercusión del vertido de la mina de Aznalcóllar de 1998, los elementos seleccionados son el manganeso y el cinc.
Días después de la rotura de la balsa se obtuvieron valores de cinc de hasta 20 mg/L, que fueron descendiendo a lo largo del tiempo hasta llegar a la normalidad. Algo similar ocurre con el manganeso. En los últimos años incluso los valores alcanzados son inferiores a los registrados antes del vertido de lodos contaminados.
Existe otra estación, en el Brazo de la Torre, en Entremuros, donde se han detectado concentraciones de numerosos metales como hierro, cinc y manganeso, debido a que al encontrarse en el tramo bajo del río Guadalquivir recibir los aportes del Guadiamar se concentran mayor número de sustancias que el agua arrastra en su recorrido. Sin embargo, «las concentraciones obtenidas en los últimos tres años no presentan valores elevados»
Por su parte la estación del Arroyo de la Rocina, en el Puente de la Canariega, no se encuentra influenciada por el vertido tóxico de la mina de Aznalcóllar, aunque sí por la geología del terreno, muy rico en hierro, cuyos valores máximos coinciden frecuentemente con la reducción del caudal durante los meses de primavera. Finalmente, la estación Arroyo del Partido, en El Rocío, no suele presentar niveles de metales pesados de importancia.
El estudio aborda a continuación la contaminación de origen urbano, que suele estar asociada, resalta el documento, «a altos valores de concentración de parámetros como amonio total, fosfatos, detergentes, materia orgánica y coliformes», entre otras sustancias, cuyo origen está en el vertido de aguas residuales sin depurar o no depuradas convenientemente.
Dentro de la red hidrológica en el entorno del Parque, los cauces que pueden aportar este tipo de contaminación son el arroyo del Partido y el río Guadiamar. Y en ambos casos los cauces son receptores de los vertidos de distintas poblaciones a lo largo de su curso.
Aportes
En la primera estación los datos dan niveles significativos de fosfatos, amonio total, DBO (demanda biológica de oxígeno), materia orgánica y detergentes de forma continuada desde 1995, lo que evidencia un aporte de aguas residuales urbanas en este cauce.
En el caso de la estación del Vado del Quema (Guadiamar), se puede observar una clara afección de la calidad del agua. No obstante, los resultados medios anuales muestran una sensible mejoría para el caso de los detergentes, amonio total, DBO, materia orgánica y coliformes totales a partir de 2001, pero no así en el caso de los fosfatos, que mantiene concentraciones elevadas hasta el último año analizado.
Encuanto a la contaminación de origen agrícola, se subraya en el estudio que el mecanismo de entrada de este tipo de contaminación en el sistema es mediante los excedentes de riego, con lo cual, al ser un tipo de contaminación sin focos definidos, su control se hace muy difícil.
En general, no se observan alteraciones importantes de la calidad del agua debido a este tipo de contaminación en ninguno de los puntos de la red, exceptuando el caso de los fosfatos.
En el caso de las aguas subterráneas, la contaminación por metales pesados no es significativa, al no superarse en los puntos de control los niveles permitidos por la actual legislación.
En la misma tónica, destaca también el estudio que «en la actualidad los vertidos de aguas residuales urbanas no representan un riesgo para la contaminación del acuífero».
Y por lo que respecta a la contaminación de origen agrícola, existe un punto de control, el de abastecimiento de Villamanrique. que presenta «una contaminación superior de nitratos en los últimos años, aunque de momento no sea alarmante». A pesar de todo, el informe considera que «la fuente principal de contaminación de las aguas subterráneas que puede afectar a la calidad en Doñana tiene su origen en las actividades agrícolas de la zona».