Historical drought in Lleida. Farmers say that the harvest is lost
Mon, 05/09/2005
LLEIDA.- Un agricultor de secano de un pequeño pueblo de las Garrigues observa desalentado un árbol desaliñado y duda si sobrevivirá la pertinaz sequía del verano, empieza a recolectar las primeras almendras desanimado por la baja producción de esta campaña.Si un árbol tan resistente a la falta de agua como el almendro pasa momentos críticos el resto de los cultivos tiene muy poco futuro, asegura el payés resignado.
Las tierras de Lleida, y especialmente el sur de la provincia, registran la sequía más importante desde que el Observatorio Meteorológico de Lleida recoge datos, lo que se remonta al año 1913.
Hasta finales de julio en el llano de Lleida habían caído tan sólo 180 litros por metro cuadrado en precipitaciones, cuando la media anual se cifra en 365 litros. Fuentes del Observatorio explican que aunque el otoño sea lluvioso, no bastarán unas simples tormentas para normalizar la situación.
Nuevas restricciones
Los problemas más graves en el abastecimiento apuntan a las cuencas de la zona oriental del territorio catalán donde los bajos niveles de los ríos y pantanos pueden obligar a implantar más restricciones.
El goteo de restricciones afecta especialmente a la agricultura, con pérdidas cosecha tras cosecha. La última semana de agosto, el Canal de Urgell cerró anticipadamente la campaña de riego de está temporada con el objetivo de asegurar el agua de boca para los municipios que abastece. Ahora sólo la lluvia puede garantizar el crecimiento de los cereales de otoño-invierno.
Los payeses aceptan resignados estás medidas de ahorro de agua porque son conscientes de la situación, aunque consideran que otros sectores como la industria y el ocio (piscinas o campos de golf) también tendrían que sumarse al esfuerzo de no malgastar el agua.
Consciente de la pertinaz sequía el Ministerio de Medio Ambiente ha aprobado varias actuaciones de urgencia para paliar los efectos negativos de la falta de agua. Hasta el momento el Estado ha invertido más de 380 millones de euros para frenar los efectos de la falta de lluvias. El Consejo de Ministros celebrado el pasado día 2 de septiembre aprobó dos proyectos de nuevas captaciones de urgencia y pozos, para solucionar las deficiencias que padecen las localidades leridanas de Ager i Tremp.
Mientras, el aspecto de los bosques del Pirineo también delata la falta de agua, los pantanos están bajo mínimos y algunos ríos de montaña bajan con el cauce completamente seco o con poco agua en el mejor de los caos.
Concretamente en Lleida los embalses están al 51% de su capacidad y las reservas de agua se cifran en 1.718 hectómetros cúbicos.El pasado año en las mismas fechas se encontraban al 73% de su capacidad y almacenaban 2.545 hectómetros cúbicos.
De hecho los especialistas en meteorología ven muy difícil que las lluvias de este otoño puedan recuperar los niveles hídricos medios.
Otro de los sectores afectados por la falta de lluvia es el de las compañías eléctricas, cuya producción de energía hidroeléctrica ha bajado este año un 37%, a nivel estatal.
Con respecto a la ganadería, la carencia de lluvia ha provocado una situación de extrema sequía en las superficies forrajes y pastos, hecho que obliga a los ganaderos a comprar la mayor parte del alimento de los animales, generándose así un gasto extraordinario para los productores.
La Agència Catalana de l'Aigua decretó la pasada primavera medidas urgentes para el ahorro de agua. Aparte de restricciones que afectan algunos municipios, en Lleida empiezan a tener problemas con el consumo doméstico, los ayuntamientos de Guissona y Torrefeta han dictado un bando recomendando a la población no consumir agua del grifo, aunque todavía garantizan su potabilidad.
Los expertos en meteorología del Observatorio de Lleida se muestran reacios a aventurarse en previsiones sobre futuras lluvias pero no esconden su pesimismo respecto a que la situación de sequía mejore a corto o medio plazo: la simple recuperación de niveles medios requiere que caiga agua de forma muy persistente.
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ya advirtió recientemente sobre la necesidad de potenciar una cultura del consumo responsable del líquido elemento y mejorar la gestión de este recurso, ya que la climatología puede incrementar las restricciones en los próximos meses.
Mientras los payeses cortan las carreteras organizando procesiones con sus tractores pidiendo a la administración más medidas para paliar los millonarios daños que provoca la sequía en sus explotaciones.
Precisamente, el sindicato agrario Unió de Pageses (UP) emitió el sábado por la noche un comunicado en el que insta al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y al Govern a que asuman «la responsabilidad hacia el sector agrario ante la incapacidad del Departamento de Agricultura, la grave situación que padece el sector agrario catalán y el riesgo de abandono de la actividad».
El sindicato denuncia la pasividad e incapacidad del conseller de Agricultura, Antoni Siurana, ante la crisis generalizada en casi todos los sectores de producción.
«Los precios pagados al productor bajo costos en muchos sectores (fruta dulce, uva, vino), las consecuencias de la sequía severa en el campo y el aumento inasumible del precio del gas-oil» son algunos de estos problemas, según el sindicato
Las tierras de Lleida, y especialmente el sur de la provincia, registran la sequía más importante desde que el Observatorio Meteorológico de Lleida recoge datos, lo que se remonta al año 1913.
Hasta finales de julio en el llano de Lleida habían caído tan sólo 180 litros por metro cuadrado en precipitaciones, cuando la media anual se cifra en 365 litros. Fuentes del Observatorio explican que aunque el otoño sea lluvioso, no bastarán unas simples tormentas para normalizar la situación.
Nuevas restricciones
Los problemas más graves en el abastecimiento apuntan a las cuencas de la zona oriental del territorio catalán donde los bajos niveles de los ríos y pantanos pueden obligar a implantar más restricciones.
El goteo de restricciones afecta especialmente a la agricultura, con pérdidas cosecha tras cosecha. La última semana de agosto, el Canal de Urgell cerró anticipadamente la campaña de riego de está temporada con el objetivo de asegurar el agua de boca para los municipios que abastece. Ahora sólo la lluvia puede garantizar el crecimiento de los cereales de otoño-invierno.
Los payeses aceptan resignados estás medidas de ahorro de agua porque son conscientes de la situación, aunque consideran que otros sectores como la industria y el ocio (piscinas o campos de golf) también tendrían que sumarse al esfuerzo de no malgastar el agua.
Consciente de la pertinaz sequía el Ministerio de Medio Ambiente ha aprobado varias actuaciones de urgencia para paliar los efectos negativos de la falta de agua. Hasta el momento el Estado ha invertido más de 380 millones de euros para frenar los efectos de la falta de lluvias. El Consejo de Ministros celebrado el pasado día 2 de septiembre aprobó dos proyectos de nuevas captaciones de urgencia y pozos, para solucionar las deficiencias que padecen las localidades leridanas de Ager i Tremp.
Mientras, el aspecto de los bosques del Pirineo también delata la falta de agua, los pantanos están bajo mínimos y algunos ríos de montaña bajan con el cauce completamente seco o con poco agua en el mejor de los caos.
Concretamente en Lleida los embalses están al 51% de su capacidad y las reservas de agua se cifran en 1.718 hectómetros cúbicos.El pasado año en las mismas fechas se encontraban al 73% de su capacidad y almacenaban 2.545 hectómetros cúbicos.
De hecho los especialistas en meteorología ven muy difícil que las lluvias de este otoño puedan recuperar los niveles hídricos medios.
Otro de los sectores afectados por la falta de lluvia es el de las compañías eléctricas, cuya producción de energía hidroeléctrica ha bajado este año un 37%, a nivel estatal.
Con respecto a la ganadería, la carencia de lluvia ha provocado una situación de extrema sequía en las superficies forrajes y pastos, hecho que obliga a los ganaderos a comprar la mayor parte del alimento de los animales, generándose así un gasto extraordinario para los productores.
La Agència Catalana de l'Aigua decretó la pasada primavera medidas urgentes para el ahorro de agua. Aparte de restricciones que afectan algunos municipios, en Lleida empiezan a tener problemas con el consumo doméstico, los ayuntamientos de Guissona y Torrefeta han dictado un bando recomendando a la población no consumir agua del grifo, aunque todavía garantizan su potabilidad.
Los expertos en meteorología del Observatorio de Lleida se muestran reacios a aventurarse en previsiones sobre futuras lluvias pero no esconden su pesimismo respecto a que la situación de sequía mejore a corto o medio plazo: la simple recuperación de niveles medios requiere que caiga agua de forma muy persistente.
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ya advirtió recientemente sobre la necesidad de potenciar una cultura del consumo responsable del líquido elemento y mejorar la gestión de este recurso, ya que la climatología puede incrementar las restricciones en los próximos meses.
Mientras los payeses cortan las carreteras organizando procesiones con sus tractores pidiendo a la administración más medidas para paliar los millonarios daños que provoca la sequía en sus explotaciones.
Precisamente, el sindicato agrario Unió de Pageses (UP) emitió el sábado por la noche un comunicado en el que insta al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y al Govern a que asuman «la responsabilidad hacia el sector agrario ante la incapacidad del Departamento de Agricultura, la grave situación que padece el sector agrario catalán y el riesgo de abandono de la actividad».
El sindicato denuncia la pasividad e incapacidad del conseller de Agricultura, Antoni Siurana, ante la crisis generalizada en casi todos los sectores de producción.
«Los precios pagados al productor bajo costos en muchos sectores (fruta dulce, uva, vino), las consecuencias de la sequía severa en el campo y el aumento inasumible del precio del gas-oil» son algunos de estos problemas, según el sindicato