Habana, the next day of the sea invasion
Wed, 26/10/2005
LA HABANA.- En la emblemática Quinta Avenida del barrio Miramar, a unos 500 metros de la costa norte, persistía ayer el olor a mar. El salitre, en algunas cuadras, había veteado de blanco el césped del largo separador central de esta avenida. Pero el escenario que atestigua el día después del desastre provocado por el océano huracanado de Wilma está en las calles cercanas al litoral.
Estas calles, además de sumergidas hasta un metro de altura, fueron bombardeadas por millares de piedras durante horas mientras Wilma, a unos 150 kilómetros de la costa norte occidental, se aproximaba a Florida.
La calle Primera del barrio de Miramar estaba abarrotada ayer de grandes piedras y fango, después de que el mar hubiera retornado a su tradicional frontera. Al final de esa calle, en la zona de La Puntilla junto a la desembocadura del río Almendares, una gruesa alfombra de piedras había tapado el asfalto. Paisajes similares tenían las calles próximas al malecón habanero en el municipio Plaza de la Revolución y en la barriada de Santa Fé, al oeste de la ciudad.
Cientos de camiones, palas mecánicas y otros equipos trabajaban a toda prisa para restituir la normalidad en estos lugares. En el barrio de Santa Fé un vecino, Armando Santos, contaba que «en 51 años que llevo viviendo aquí nunca había visto entrar tanto el mar tierra adentro». El agua se adentró allí un kilómetro y las paredes de las casas mantenían las huellas de humedad.
Rodrigo, otro vecino que caminaba empujando una carretilla con sacos de cemento, aseguró que «la embestida del mar me derrumbó una parte de la casa, pero ya la estoy arreglando. Mi madre vive en Miami y me envía dinero. Si tienes dinero aquí no hay problema.»
Según cifras oficiales se estima que unas 2.000 viviendas quedaron dañadas por la penetración del mar en los barrios costeros de Santa Fé, Miramar, Plaza de la Revolución y Centro Habana. Pero otra de las tareas complicadas es la limpieza de las miles de cisternas de agua potable en todas esas barriadas que han sido invadidas por el agua de mar.
A pesar de la intensidad de la penetración del mar en La Habana no hubo víctimas. Alrededor de 31.000 personas habían sido evacuadas en los mencionados municipios.
'Buzos ninja'
Pero el conflicto principal para las familias habaneras cuyas viviendas fueron invadidas por el agua de mar es la de reponer los equipos electrodomésticos afectados. Los vecinos que no tienen acceso a divisas para adquirir esos equipos a precios muy caros en los comercios estatales tienen que encomendarse a la espera de que las autoridades del Gobierno les repongan los equipos dañados a precios que puedan pagar a plazos.
Ya pasado el susto de Wilma, ahora en los barrios que fueron anegados hay siempre algún grupo de personas contando sucesos que se vivieron en esas horas.
Una de las narraciones preferidas es la de los muchachos que bucearon en los comercios inundados por el agua de mar para apropiarse de zapatillas deportivas, embutidos, aires acondicionados, piezas de coches o cualquier otra cosa. Pero como las autoridades ya tenían la experiencia de lo ocurrido con la severa inundación de la llamada «tormenta del siglo» del año 1993, en la que los buzos ninjas saquearon comercios sumergidos, esta vez situaron policías a cuidar los más de medio centenar de comercios abatidos por el mar.
El mar que envió Wilma el pasado lunes contra la capital caminó calles adentro como nunca antes había ocurrido y hasta derrumbó secciones del muro del malecón. Hay zonas costeras en los barrios de Miramar y el Vedado, como las que ocupan los hoteles Riviera y Meliá Cohiba, que son terrenos robados al mar. Y hay habaneros convencidos de que el mar, sin duda, va a recuperar la propiedad de lo que le robaron.
Estas calles, además de sumergidas hasta un metro de altura, fueron bombardeadas por millares de piedras durante horas mientras Wilma, a unos 150 kilómetros de la costa norte occidental, se aproximaba a Florida.
La calle Primera del barrio de Miramar estaba abarrotada ayer de grandes piedras y fango, después de que el mar hubiera retornado a su tradicional frontera. Al final de esa calle, en la zona de La Puntilla junto a la desembocadura del río Almendares, una gruesa alfombra de piedras había tapado el asfalto. Paisajes similares tenían las calles próximas al malecón habanero en el municipio Plaza de la Revolución y en la barriada de Santa Fé, al oeste de la ciudad.
Cientos de camiones, palas mecánicas y otros equipos trabajaban a toda prisa para restituir la normalidad en estos lugares. En el barrio de Santa Fé un vecino, Armando Santos, contaba que «en 51 años que llevo viviendo aquí nunca había visto entrar tanto el mar tierra adentro». El agua se adentró allí un kilómetro y las paredes de las casas mantenían las huellas de humedad.
Rodrigo, otro vecino que caminaba empujando una carretilla con sacos de cemento, aseguró que «la embestida del mar me derrumbó una parte de la casa, pero ya la estoy arreglando. Mi madre vive en Miami y me envía dinero. Si tienes dinero aquí no hay problema.»
Según cifras oficiales se estima que unas 2.000 viviendas quedaron dañadas por la penetración del mar en los barrios costeros de Santa Fé, Miramar, Plaza de la Revolución y Centro Habana. Pero otra de las tareas complicadas es la limpieza de las miles de cisternas de agua potable en todas esas barriadas que han sido invadidas por el agua de mar.
A pesar de la intensidad de la penetración del mar en La Habana no hubo víctimas. Alrededor de 31.000 personas habían sido evacuadas en los mencionados municipios.
'Buzos ninja'
Pero el conflicto principal para las familias habaneras cuyas viviendas fueron invadidas por el agua de mar es la de reponer los equipos electrodomésticos afectados. Los vecinos que no tienen acceso a divisas para adquirir esos equipos a precios muy caros en los comercios estatales tienen que encomendarse a la espera de que las autoridades del Gobierno les repongan los equipos dañados a precios que puedan pagar a plazos.
Ya pasado el susto de Wilma, ahora en los barrios que fueron anegados hay siempre algún grupo de personas contando sucesos que se vivieron en esas horas.
Una de las narraciones preferidas es la de los muchachos que bucearon en los comercios inundados por el agua de mar para apropiarse de zapatillas deportivas, embutidos, aires acondicionados, piezas de coches o cualquier otra cosa. Pero como las autoridades ya tenían la experiencia de lo ocurrido con la severa inundación de la llamada «tormenta del siglo» del año 1993, en la que los buzos ninjas saquearon comercios sumergidos, esta vez situaron policías a cuidar los más de medio centenar de comercios abatidos por el mar.
El mar que envió Wilma el pasado lunes contra la capital caminó calles adentro como nunca antes había ocurrido y hasta derrumbó secciones del muro del malecón. Hay zonas costeras en los barrios de Miramar y el Vedado, como las que ocupan los hoteles Riviera y Meliá Cohiba, que son terrenos robados al mar. Y hay habaneros convencidos de que el mar, sin duda, va a recuperar la propiedad de lo que le robaron.