The CHG wants a drought decree in spite of the Autumn rains
Tue, 22/11/2005
SEVILLA. «Si llegamos a la próxima temporada de riego, que es el principal consumidor de agua de la Cuenca, y la situación de los embalses es la que hay ahora, no habrá más remedio que plantear una campaña primavera-verano de riegos con reducciones», asegura en declaraciones a ABC el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Francisco Tapia, que en estos momentos considera necesario disponer de un decreto contra la sequía, un «marco jurídico» que en función de las lluvias que se produzcan podrá aplicarse o dejar sin efecto, si bien las previsiones no dan mucha opción para el optimismo.
Las precipitaciones que se están produciendo en este otoño no han disuadido a la Confederación de solicitar al Ministerio de Medio Ambiente la aprobación del decreto de sequía, algo que se puede producir de forma inminente por parte del Consejo de Ministros, siguiendo la estela de una decisión similar adoptada en el caso de las cuencas de los ríos Júcar, Segura y Tajo.
El Real Decreto permitirá tomar medidas extraordinarias en materia de agua cuando así lo exijan las circunstancias para corregir precisamente los efectos del déficit de agua. En líneas generales, se otorga a los órganos rectores de las Confederaciones Hidrográficas facultades extraordinarias, como por ejemplo la posibilidad de modificar las condiciones de utilización del dominio público hidráulico.
Precedente
El precedente más inmediato de un decreto de sequía en la Cuenca del Guadalquivir se remonta a diez años atrás, cuando fue precisa su aprobación y aplicación coincidiendo con los años de falta de lluvias entre 1993 y 1995, según recuerda Francisco Tapia.
En estos momentos, la situación no es de extrema gravedad, aunque el presidente de la CHG considera que conviene ser previsor. «Llevamos un otoño en el que efectivamente ha llovido algunos días de octubre bastante, por encima de la media, y concentrada. Sí provoca efectos beneficiosos en la agricultura, pero no en el nivel de los embalses, para lo que es necesario una lluvia continuada y durante un plazo más prolongado».
En cuanto a lo que va de noviembre «no se pude decir que ha sido muy abundante en precipitaciones. Lo que se ha notado en los embalses -señala Francisco Tapia- es que han dejado de bajar, pero nada significativo ( la medida penas supera el 37 por ciento). Por todo ello no se puede decir que la situación haya mejorado en lo que respecta al almacenamiento de recursos. Lo que sí ha beneficiado es a la agricultura, a los cultivos que estaban esperando el agua para la siembra». En este sentido, el presidente de la CHG ve «oportuno disponer de un decreto de sequía. Otra cosa es que si llueve después de publicarse el decreto, como es un marco de actuación, se podrá dejar de aplicar sin problemas».
El decreto «no es sinónimo de restricción ni de racionalización, lo es de marco habilitador de medidas, las que sean necesarias. El texto establece que se crea -explica Francisco Tapia- una comisión permanente de la junta de gobierno de la Confederación para administrar las actuaciones que haya que poner en marcha. Son medidas que con la normativa de la Ley de Aguas de carácter ordinario es mucho más complicado de que se lleven a cabo desde el punto de vista administrativo».
La petición al Ministerio de Medio Ambiente de disponer de un decreto de sequía para el ámbito de la Cuenca del Guadalquivir se gestó en el seno del Consejo Asesor de Medio Ambiente, donde están representados todos los colectivos sociales con competencia en la materia, desde las asociaciones de vecinos a los ecologistas, pasando por los agentes sociales y el conjunto de las administraciones. Según Tapia, «en el Consejo Asesor hubo consenso en relación con la necesidad de contar con un decreto. Luego, las medidas que haya que aplicar habrá que verlas».
Ahorro necesario
En todo caso, el presidente de la Confederación rescata en este punto recomendaciones que desde su institución se vienen haciendo durante todo el año, en aras «al ahorro, a la racionalización, tanto cuando hay sequía como si no se produce. En Andalucía en general y en la Cuenca del Guadalquivir en particular se da un clima de características mediterráneas, donde los fenómenos de sequía, más o menos prolongada, no se puede decir que sean raros. Por eso -subraya- nunca podemos dejar de lado la necesidad del ahorro»
Según Tapia, si finalmente se dispone del decreto y es necesaria su aplicación, «servirá precisamente para reforzar estas actuaciones y recurrir a otras de carácter diferente, como son las restricciones de tipo general, la reducción de las dotaciones y demás, que ojalá no se tengan que implantar».
Entiende el presidente de la Confederación que «si llegamos a la próxima temporada de riego, que es el principal consumidor de agua de la Cuenca, y la situación de los embalses es la que hay ahora, no habrá más remedio que plantear una campaña primavera-verano de riegos con reducciones». De no actuarse así, «dejaríamos los embalses a cero. Estamos hablando de los meses de abril y mayo. Primero tendría que reunirse la comisión de desembalse, ver el calendario y estimar los volúmenes»,
Las precipitaciones que se están produciendo en este otoño no han disuadido a la Confederación de solicitar al Ministerio de Medio Ambiente la aprobación del decreto de sequía, algo que se puede producir de forma inminente por parte del Consejo de Ministros, siguiendo la estela de una decisión similar adoptada en el caso de las cuencas de los ríos Júcar, Segura y Tajo.
El Real Decreto permitirá tomar medidas extraordinarias en materia de agua cuando así lo exijan las circunstancias para corregir precisamente los efectos del déficit de agua. En líneas generales, se otorga a los órganos rectores de las Confederaciones Hidrográficas facultades extraordinarias, como por ejemplo la posibilidad de modificar las condiciones de utilización del dominio público hidráulico.
Precedente
El precedente más inmediato de un decreto de sequía en la Cuenca del Guadalquivir se remonta a diez años atrás, cuando fue precisa su aprobación y aplicación coincidiendo con los años de falta de lluvias entre 1993 y 1995, según recuerda Francisco Tapia.
En estos momentos, la situación no es de extrema gravedad, aunque el presidente de la CHG considera que conviene ser previsor. «Llevamos un otoño en el que efectivamente ha llovido algunos días de octubre bastante, por encima de la media, y concentrada. Sí provoca efectos beneficiosos en la agricultura, pero no en el nivel de los embalses, para lo que es necesario una lluvia continuada y durante un plazo más prolongado».
En cuanto a lo que va de noviembre «no se pude decir que ha sido muy abundante en precipitaciones. Lo que se ha notado en los embalses -señala Francisco Tapia- es que han dejado de bajar, pero nada significativo ( la medida penas supera el 37 por ciento). Por todo ello no se puede decir que la situación haya mejorado en lo que respecta al almacenamiento de recursos. Lo que sí ha beneficiado es a la agricultura, a los cultivos que estaban esperando el agua para la siembra». En este sentido, el presidente de la CHG ve «oportuno disponer de un decreto de sequía. Otra cosa es que si llueve después de publicarse el decreto, como es un marco de actuación, se podrá dejar de aplicar sin problemas».
El decreto «no es sinónimo de restricción ni de racionalización, lo es de marco habilitador de medidas, las que sean necesarias. El texto establece que se crea -explica Francisco Tapia- una comisión permanente de la junta de gobierno de la Confederación para administrar las actuaciones que haya que poner en marcha. Son medidas que con la normativa de la Ley de Aguas de carácter ordinario es mucho más complicado de que se lleven a cabo desde el punto de vista administrativo».
La petición al Ministerio de Medio Ambiente de disponer de un decreto de sequía para el ámbito de la Cuenca del Guadalquivir se gestó en el seno del Consejo Asesor de Medio Ambiente, donde están representados todos los colectivos sociales con competencia en la materia, desde las asociaciones de vecinos a los ecologistas, pasando por los agentes sociales y el conjunto de las administraciones. Según Tapia, «en el Consejo Asesor hubo consenso en relación con la necesidad de contar con un decreto. Luego, las medidas que haya que aplicar habrá que verlas».
Ahorro necesario
En todo caso, el presidente de la Confederación rescata en este punto recomendaciones que desde su institución se vienen haciendo durante todo el año, en aras «al ahorro, a la racionalización, tanto cuando hay sequía como si no se produce. En Andalucía en general y en la Cuenca del Guadalquivir en particular se da un clima de características mediterráneas, donde los fenómenos de sequía, más o menos prolongada, no se puede decir que sean raros. Por eso -subraya- nunca podemos dejar de lado la necesidad del ahorro»
Según Tapia, si finalmente se dispone del decreto y es necesaria su aplicación, «servirá precisamente para reforzar estas actuaciones y recurrir a otras de carácter diferente, como son las restricciones de tipo general, la reducción de las dotaciones y demás, que ojalá no se tengan que implantar».
Entiende el presidente de la Confederación que «si llegamos a la próxima temporada de riego, que es el principal consumidor de agua de la Cuenca, y la situación de los embalses es la que hay ahora, no habrá más remedio que plantear una campaña primavera-verano de riegos con reducciones». De no actuarse así, «dejaríamos los embalses a cero. Estamos hablando de los meses de abril y mayo. Primero tendría que reunirse la comisión de desembalse, ver el calendario y estimar los volúmenes»,