A jellyfishes pest forces to close some mediterranean beaches
Tue, 08/08/2006
Una masiva invasión de medusas ha alcanzado el litoral mediterráneo sin precedentes conocidos. En varias playas se ha tenido que restringir el baño e, incluso, prohibirlo y los afectados por las picaduras de estos invertebrados se cuentan por millares.
Entre las causas expuestas para explicar su proliferación se encuentran el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos pesqueros y la disminución de depredadores de medusas (como tortugas y atunes), según apuntan científicos y ecologistas.
En los arenales de Barcelona, Tarragona y Girona se calcula que más de 20.000 personas han sido atendidas en lo que va de año por las picaduras de medusas, lo que supone un aumento del 49,8% respecto a datos del año pasado.
La situación es también crítica en Benidorm, donde ayer se preveía la entrada de un banco de medusas detectado a mediodía en alta mar. La concejalía de Playas puso en marcha un dispositivo para alertar a los bañistas. En el Mar Menor, su concentración alcanza los nueve ejemplares por metro cuadrado, la mayor de todo el Mediterráneo, lo que supone unos 60 millones de ejemplares.
Además, la plaga de medusas que afectaba a parte del litoral granadino este fin de semana (especialmente a la zona de Motril), alcanzó ayer la mayoría de playas de los municipios de Salobreña, Torrenueva y Almuñécar, donde la presencia de estos animales obligó a prohibir el baño. En Salobreña, que cuenta con casi cinco kilómetros de playas, fueron atendidas sólo ayer 472 personas, mientras que en la zona de Almuñécar se efectuaron curas a más de ochenta bañistas.
Tres veces más
El número de medusas, según advierten los expertos, triplica actualmente al de peces, debido en buena parte a la sobrepesca. En aguas de Namibia se estima que hay 12,2 millones de toneladas de estos seres pertenecientes al grupo de los cnidarios, frente a los 3,6 millones de toneladas de peces, una situación bien distinta a la que existía en el pasado y que, a juicio de algunos científicos, pone en peligro la supervivencia de diversas especies.
Este desequilibrio del ecosistema parece haber afectado a grandes zonas del litoral español. Las observaciones de los navegantes, las informaciones obtenidas a través de los medios de comunicación y las atenciones prestadas por las organizaciones que velan por la seguridad en las playas permiten constatar la cada vez mayor presencia de medusas en el Mediterráneo. Josep María Gili, investigador del Instituto de Ciencia del Mar del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha afirmado recientemente que la presencia de medusas «ha ido a más» en la última década. Recuerda en este sentido que las llegadas masivas al litoral catalán eran antes poco frecuentes y que en la actualidad son continuas.
Sin regulador ecológico
En opinión de este investigador del CSIC, la proliferación de medusas se debe, en gran medida, a la sobrepesca que se viene produciendo en el Mediterráneo, donde las poblaciones de los grandes predadores, el atún o el pez espada entre otros, se han reducido de manera importante como consecuencia del empleo de artes no selectivas o de la falta de control de las pesquerías. De esta manera, explica Gili, las medusas encuentran menos presión de los predadores y también menos competencia de los peces más pequeños.
A todo ello se une el descenso en el número de tortugas, víctimas en muchas ocasiones de la pesca con artes no selectivas. Diversos estudios estiman que una tortuga de mar puede comer cada semana una tonelada de medusas, lo que da una idea del papel de regulador ecológico que esta especie desempeña. «En el Mediterráneo nos encontramos, además, con que muchas tortugas aparecen muertas al ingerir plásticos que habían confundido con medusas», señala el investigador del CSIC.
Un segundo factor que incide es la falta de lluvias. Antes, se consideraba que en un período de diez o doce años se daban episodios de concentración de medusas cada dos o tres, coincidiendo con épocas de sequía. Y ahora, como estas situaciones se repiten, las concentraciones de medusas también son más frecuentes. Las medusas son impulsadas hacia la costa con las brisas de primavera e inicios de verano. Sin embargo, si llueve en tierra firme o en la costa, la mezcla de agua dulce y salada arrastrada hacia mar adentro crea una barrera natural que bloquea su aproximación a las playas y pone a salvo a los bañistas. Si no se dan esas precipitaciones y no hay tal mezcla de agua, nada impide que las medusas sean arrastradas hasta los arenales, razona Gili.
Entre las causas expuestas para explicar su proliferación se encuentran el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos pesqueros y la disminución de depredadores de medusas (como tortugas y atunes), según apuntan científicos y ecologistas.
En los arenales de Barcelona, Tarragona y Girona se calcula que más de 20.000 personas han sido atendidas en lo que va de año por las picaduras de medusas, lo que supone un aumento del 49,8% respecto a datos del año pasado.
La situación es también crítica en Benidorm, donde ayer se preveía la entrada de un banco de medusas detectado a mediodía en alta mar. La concejalía de Playas puso en marcha un dispositivo para alertar a los bañistas. En el Mar Menor, su concentración alcanza los nueve ejemplares por metro cuadrado, la mayor de todo el Mediterráneo, lo que supone unos 60 millones de ejemplares.
Además, la plaga de medusas que afectaba a parte del litoral granadino este fin de semana (especialmente a la zona de Motril), alcanzó ayer la mayoría de playas de los municipios de Salobreña, Torrenueva y Almuñécar, donde la presencia de estos animales obligó a prohibir el baño. En Salobreña, que cuenta con casi cinco kilómetros de playas, fueron atendidas sólo ayer 472 personas, mientras que en la zona de Almuñécar se efectuaron curas a más de ochenta bañistas.
Tres veces más
El número de medusas, según advierten los expertos, triplica actualmente al de peces, debido en buena parte a la sobrepesca. En aguas de Namibia se estima que hay 12,2 millones de toneladas de estos seres pertenecientes al grupo de los cnidarios, frente a los 3,6 millones de toneladas de peces, una situación bien distinta a la que existía en el pasado y que, a juicio de algunos científicos, pone en peligro la supervivencia de diversas especies.
Este desequilibrio del ecosistema parece haber afectado a grandes zonas del litoral español. Las observaciones de los navegantes, las informaciones obtenidas a través de los medios de comunicación y las atenciones prestadas por las organizaciones que velan por la seguridad en las playas permiten constatar la cada vez mayor presencia de medusas en el Mediterráneo. Josep María Gili, investigador del Instituto de Ciencia del Mar del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha afirmado recientemente que la presencia de medusas «ha ido a más» en la última década. Recuerda en este sentido que las llegadas masivas al litoral catalán eran antes poco frecuentes y que en la actualidad son continuas.
Sin regulador ecológico
En opinión de este investigador del CSIC, la proliferación de medusas se debe, en gran medida, a la sobrepesca que se viene produciendo en el Mediterráneo, donde las poblaciones de los grandes predadores, el atún o el pez espada entre otros, se han reducido de manera importante como consecuencia del empleo de artes no selectivas o de la falta de control de las pesquerías. De esta manera, explica Gili, las medusas encuentran menos presión de los predadores y también menos competencia de los peces más pequeños.
A todo ello se une el descenso en el número de tortugas, víctimas en muchas ocasiones de la pesca con artes no selectivas. Diversos estudios estiman que una tortuga de mar puede comer cada semana una tonelada de medusas, lo que da una idea del papel de regulador ecológico que esta especie desempeña. «En el Mediterráneo nos encontramos, además, con que muchas tortugas aparecen muertas al ingerir plásticos que habían confundido con medusas», señala el investigador del CSIC.
Un segundo factor que incide es la falta de lluvias. Antes, se consideraba que en un período de diez o doce años se daban episodios de concentración de medusas cada dos o tres, coincidiendo con épocas de sequía. Y ahora, como estas situaciones se repiten, las concentraciones de medusas también son más frecuentes. Las medusas son impulsadas hacia la costa con las brisas de primavera e inicios de verano. Sin embargo, si llueve en tierra firme o en la costa, la mezcla de agua dulce y salada arrastrada hacia mar adentro crea una barrera natural que bloquea su aproximación a las playas y pone a salvo a los bañistas. Si no se dan esas precipitaciones y no hay tal mezcla de agua, nada impide que las medusas sean arrastradas hasta los arenales, razona Gili.