Plan to make Ebro river navigable puts at risk consensus about Expo 2008

Wed, 15/08/2007

ABC

El consenso político y social del que ha gozado el proyecto de la Expo 2008 en Zaragoza, ya desde la presentación de su candidatura, está en riesgo. El plan de navegabilidad del río Ebro, vinculado a la futura muestra internacional, ha desencadenado una viva polémica en la que se han alineado dos bandos. De un lado, el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza encabezado por Juan Alberto Belloch y los partidos que lo forman —PSOE y PAR—, con el respaldo más o menos claro del Gobierno aragonés y la Confederación Hidrográfica del Ebro, y, de otro, los partidos de la oposición —PP, CHA e IU— y una amalgama de organizaciones, sobre todo asociaciones ecologistas y vecinales. El problema ha llegado pocas semanas después de la formación de la nueva Corporación municipal, cuando se ha decidido, con el fin de facilitar el paso de embarcaciones a lo largo de los seis kilómetros de tramo urbano del Ebro, entre el recinto de la Expo en el meandro de Ranillas y el futuro azud aguas abajo, dragar el río y rebajar la solera en uno de los ojos del histórico Puente de Piedra, es decir, la parte de esta infraestructura que sirve como fondo del río. Con esta actuación, se pretende que sea posible la navegación con un calado de hasta 1,20 metros. Las obras están encomendadas a Expoagua, la sociedad estatal responsable de la muestra de 2008. Concesión por 25 años El PP, que ya había comenzado a criticar las escasas cautelas con las que se estaban tratando unos restos arqueológicos aparecidos semanas antes en unas obras que se realizan en la ribera izquierda, está bandera de su oposición a la rebaja de la solera del puente por considerarla «una agresión gratuita a uno de los monumentos más importantes que tenemos en la ciudad», en palabras del portavoz popular, Domingo Buesa. El principal partido de la oposición critica la ausencia de permisos ni informes previos que avalen la obra en un puente que debe contar con la protección de la Dirección General de Patrimonio y que «lo único que hay sobre la mesa es un proyecto de navegabilidad que sólo beneficia a la empresa privada que recibió la concesión para los próximos 25 años». Además, para el PP, «destruir parte del Puente de Piedra no tiene nada que ver con la Expo, sino con unos beneficios que obtendría la sociedad Turismo Ebro Fluvial». No prevista en el concurso Esta actuación en la solera no estaba prevista en el concurso inicial para adjudicar el transporte fluvial, que finalmente quedó desierto y se tuvo que negociar directamente con una empresa. En el pliego de condiciones que se aprobó en su día, se advertía precisamente, entre los obstáculos que se deberían tener en cuenta, de las limitaciones en el Puente de Piedra y, en concreto, de la placa base, «actualmente a flor de agua, cuyo calado está previsto que suba hasta un mínimo de 55 centímetros. como consecuencia de la construcción del nuevo azud». El PP ha acabado poniendo el asunto en manos de la Fiscalía por considerar que hay delitos urbanístico y contra el patrimonio. El Ayuntamiento, en cambio, niega que suponga una agresión. Por el contrario, según uno de los hombres de confianza de Belloch. Francisco Catalán, afirma que la solera se encuentra en un grado de deterioro «muy fuerte», con losas levantadas y rotas y el cemento a la vista, y las obras supondrán sustituir las que sean necesarias y rebajar un metro y medio la solera, con lo que se garantizará «todavía más» la consistencia del puente. Además, garantiza que se harán las catas y, si aparecen restos, el Ayuntamiento estará «siempre a disposición de lo que diga la Dirección General de Patrimonio». Catalán arremete asimismo contra el PP por judicializar la vida política. Ecologistas, en la vanguardia Pero la polémica no se ha quedado ahí, porque en este río revuelto han entrado los otros partidos de la oposición municipal, CHA e IU, así como un amplio número de colectivos sociales, sobre todo asociaciones ecologistas y vecinales, que han llevado el asunto incluso a la UE. En este caso, a la defensa del puente se une su oposición a cualquier actuación sobre el río, en concreto a que se drague el río. Además, la polémica ha servido para reactivar el rechazo de estos grupos al azud, una pequeña presa que será la que permita contar con una lámina estable de agua para que el Ebro sea navegable. Estos colectivos están movilizándose y se han crecido tras la sentada que frenó las obras y su desalojo por la Policía cuatro días después.