University experts deny that the level of the riadas ones raises by I accumulate of gravel
Mon, 08/10/2007
Expertos universitarios y asociaciones ecologistas no comparten el informe elaborado para Expoagua sobre el acúmulo de gravas en el Ebro y la necesidad de realizar un dragado general. Mientras este estudio, realizado por el ingeniero de caminos Carlos Zorraquino, concluye que el nivel de las riadas ordinarias ha subido sesenta centímetros por el aporte artificial de áridos provenientes de las obras, un grupo de profesores universitarios y ecologistas, encabezados por Alfredo Ollero, sostiene que la elevación del caudal no es uniforme y que está causado por el estrechamiento del cauce, la urbanización de la margen izquierda y la impermeabilización de los acuíferos.
Para Ollero, el nivel del lecho del río Ebro "no se ha elevado de forma generalizada" y las playas de gravas aparecen en su lugar natural, "en la margen convexa de cada meandro". El titular de Geografía Física de la Universidad de Zaragoza recuerda, como ejemplo, que en la orilla de Helios "siempre se han acumulado sedimentos".
Este experto en dinámica fluvial, apoyado por otros diez profesores de varias universidades, sostiene que las obras de los puentes y la Expo no han generado playas e isletas, sino que "han aportado un porcentaje mínimo de material al río en relación con el que ya había". Además, salvo ciertos obstáculos y escombros de gran tamaño, que "sí habría que haber retirado", dice que la mayor parte de los materiales que se usan "son de tamaño grava o menor, por lo que el río los naturaliza con facilidad, y en su mayor parte se encuentran ya aguas abajo de donde se construyen o se han construido las infraestructuras".
Mayor visibilidad
Los expertos universitarios creen que la mayor visibilidad de los acúmulos de gravas respecto a hace treinta años, que se produce "no solo en Zaragoza, sino en otros tramos del Ebro, por lo que no pueden atribuirse a las obras", se debe a tres causas. La primera es "una reducción generalizada de caudales circulantes". El caudal medio anual en Zaragoza hasta 1985 era de 270 metros cúbicos por segundo, mientras que el de los últimos veinte años es de 210.
En su opinión, el origen principal de ese descenso se encuentra "en el incremento de la evapotranspiración en toda la cuenca" por cuatro factores: el incremento de las temperaturas medias, el crecimiento generalizado de la cubierta vegetal en muchas áreas de montaña tras el éxodo rural, los embalses -que han aumentado las láminas de agua evaporables- y el aumento de los regadíos. Desde este punto de vista, "casi un tercio del agua que precipita sobre la cuenca y que antes llegaba a la red fluvial, ya no llega a los ríos".
El segundo motivo estaría en "la disminución en el número de crecidas ordinarias a causa de la regulación de los embalses". Ese proceso conlleva una menor renovación de los sedimentos y un mayor desarrollo vegetal en algunas isletas. En tercer lugar, se cita "el estrechamiento del cauce a causa de las defensas y de los procesos de urbanización, principal causa de ralentización de la dinámica natural del Ebro en su curso medio". El resultado es la "irregularización del cauce, con una elevación ligera de las playas de gravas y la profundización de pozas".
Más riesgo por la urbanización
Para Ollero, esas tres realidades "no implican que el caudal circule peor, ya que la capacidad de desagüe es la misma". Por eso, se muestra "totalmente en desacuerdo" con el informe de la Expo. En su opinión, el estudio yerra por "apoyarse exclusivamente en datos de niveles en un solo punto y extrapolarlos al resto del tramo urbano". Además, mantiene que el crecimiento de algunas playas "no provoca directamente un incremento del riesgo por elevación de la lámina de agua". "El río es mucho más complejo y las crecidas renuevan los fondos a la vez que circulan, por eso es tan poco efectivo trabajar con calados asociados a periodos de retorno, metodologías cada vez más cuestionadas científicamente y rebatidas también en los estudios asociados a la nueva directiva europea de inundaciones", agrega.
Este grupo de expertos defiende que "el riesgo de inundación y los niveles de crecida se ha incrementado en Zaragoza no por las gravas, sino por la urbanización, por la impermeabilización de las orillas del río y por la impermeabilización del acuífero al edificarse toda la margen izquierda". En su opinión, el problema de inundabilidad de Vadorrey "tiene su origen en la urbanización del Actur y la construcción de la Expo va a provocar incrementos del nivel del agua en Vadorrey, al reducir la capacidad de desagüe en avenidas extraordinarias, tanto por encima de la superficie como en el freático". "Por eso es muy problemático el azud y nos oponíamos a su construcción", añaden, al igual que rechazan el dragado por "estar basado en premisas falsas, tiene consecuencias muy negativas para el río y es contrario a la Estrategia Nacional de
Restauración de Ríos".
Para Ollero, el nivel del lecho del río Ebro "no se ha elevado de forma generalizada" y las playas de gravas aparecen en su lugar natural, "en la margen convexa de cada meandro". El titular de Geografía Física de la Universidad de Zaragoza recuerda, como ejemplo, que en la orilla de Helios "siempre se han acumulado sedimentos".
Este experto en dinámica fluvial, apoyado por otros diez profesores de varias universidades, sostiene que las obras de los puentes y la Expo no han generado playas e isletas, sino que "han aportado un porcentaje mínimo de material al río en relación con el que ya había". Además, salvo ciertos obstáculos y escombros de gran tamaño, que "sí habría que haber retirado", dice que la mayor parte de los materiales que se usan "son de tamaño grava o menor, por lo que el río los naturaliza con facilidad, y en su mayor parte se encuentran ya aguas abajo de donde se construyen o se han construido las infraestructuras".
Mayor visibilidad
Los expertos universitarios creen que la mayor visibilidad de los acúmulos de gravas respecto a hace treinta años, que se produce "no solo en Zaragoza, sino en otros tramos del Ebro, por lo que no pueden atribuirse a las obras", se debe a tres causas. La primera es "una reducción generalizada de caudales circulantes". El caudal medio anual en Zaragoza hasta 1985 era de 270 metros cúbicos por segundo, mientras que el de los últimos veinte años es de 210.
En su opinión, el origen principal de ese descenso se encuentra "en el incremento de la evapotranspiración en toda la cuenca" por cuatro factores: el incremento de las temperaturas medias, el crecimiento generalizado de la cubierta vegetal en muchas áreas de montaña tras el éxodo rural, los embalses -que han aumentado las láminas de agua evaporables- y el aumento de los regadíos. Desde este punto de vista, "casi un tercio del agua que precipita sobre la cuenca y que antes llegaba a la red fluvial, ya no llega a los ríos".
El segundo motivo estaría en "la disminución en el número de crecidas ordinarias a causa de la regulación de los embalses". Ese proceso conlleva una menor renovación de los sedimentos y un mayor desarrollo vegetal en algunas isletas. En tercer lugar, se cita "el estrechamiento del cauce a causa de las defensas y de los procesos de urbanización, principal causa de ralentización de la dinámica natural del Ebro en su curso medio". El resultado es la "irregularización del cauce, con una elevación ligera de las playas de gravas y la profundización de pozas".
Más riesgo por la urbanización
Para Ollero, esas tres realidades "no implican que el caudal circule peor, ya que la capacidad de desagüe es la misma". Por eso, se muestra "totalmente en desacuerdo" con el informe de la Expo. En su opinión, el estudio yerra por "apoyarse exclusivamente en datos de niveles en un solo punto y extrapolarlos al resto del tramo urbano". Además, mantiene que el crecimiento de algunas playas "no provoca directamente un incremento del riesgo por elevación de la lámina de agua". "El río es mucho más complejo y las crecidas renuevan los fondos a la vez que circulan, por eso es tan poco efectivo trabajar con calados asociados a periodos de retorno, metodologías cada vez más cuestionadas científicamente y rebatidas también en los estudios asociados a la nueva directiva europea de inundaciones", agrega.
Este grupo de expertos defiende que "el riesgo de inundación y los niveles de crecida se ha incrementado en Zaragoza no por las gravas, sino por la urbanización, por la impermeabilización de las orillas del río y por la impermeabilización del acuífero al edificarse toda la margen izquierda". En su opinión, el problema de inundabilidad de Vadorrey "tiene su origen en la urbanización del Actur y la construcción de la Expo va a provocar incrementos del nivel del agua en Vadorrey, al reducir la capacidad de desagüe en avenidas extraordinarias, tanto por encima de la superficie como en el freático". "Por eso es muy problemático el azud y nos oponíamos a su construcción", añaden, al igual que rechazan el dragado por "estar basado en premisas falsas, tiene consecuencias muy negativas para el río y es contrario a la Estrategia Nacional de
Restauración de Ríos".