Israel, a 'Silicon Valley' of water in the middle of the desert

Thu, 24/04/2008

Cinco Días

Dicen los mayores en Israel que los niños crecen con el mensaje de que "cada gota cuenta". Y con esta filosofía este país ha tensado un bien escaso como si fuera chicle. No resulta nada fácil abastecer de agua un país que, aunque pequeño (sólo tiene siete millones de habitantes), tiene su mitad sur invadida de desierto. Su agua siempre ha sido escasa y de mala calidad. Apenas llueve, y el mar de Galilea, fuente de agua y de guerras con sus vecinos -Siria y Jordania- se agota. Así que Israel ha hecho de la necesidad no sólo virtud, sino también un negocio con excelentes perspectivas de futuro. El país, "en guerra", como se oye a cada paso, sabe que el mercado del agua crece de forma inversamente proporcional a su escasez: cuanta menos hay, más perspectivas de vender tecnología que mejore su abastecimiento y calidad.
"La dimensión del mercado mundial de agua se estima en 450.000 millones de dólares anuales y crece a un ritmo del 7% y 8%", según explican los responsables del programa NewTech, la densa red tecnológica del sector, que gestiona el Gobierno. Israel ha elevado el agua a elemento estratégico de seguridad nacional. Y en esa lógica funcionan sus empresas, como si todas fueran eslabones de una misma cadena. Así que el país se ha convertido en un gigantesco laboratorio de pruebas de diversas tecnologías, en las que Israel es líder mundial. En primer lugar, es el país que más recicla agua del mundo, hasta el 75% de sus recursos hídricos. Curiosamente, España es el segundo, aunque sólo alcance el 12%. La empresa nacional Mekorot se dedica a depurar aguas residuales. El resultado es sorprendente. "No utilizamos ningún método químico", explica Offif Lenanin, ingeniero de la compañía, "todo el proceso es natural", a base de bacterias que comen la materia orgánica y de varios procesos de depuración. De esta planta de tratamiento sale el 20% del agua de irrigación de todo el país.
Riego por goteo
Precisamente, la empresa israelí Netafim es capaz de convertir la tierra más árida en un campo de cultivo. "No es que seamos brillantes, simplemente necesitábamos sobrevivir". Y en pleno desierto del Negev, en el sur del país, la empresa ha desarrollado las tecnologías más punteras de irrigación por goteo, que venden a medio mundo, España incluida, donde han entrado de la mano de la española Regaber, de distribución y comercialización de sistemas de riego, control y gestión del agua. El secreto, que la empresa guarda preciadamente en este enclave del sur, se basa en un principio aparentemente sencillo: regar la planta y no el suelo, aunque la tecnología que se esconde en los tubos de plástico que se instalan a lo largo de los cultivos tiene a sus espaldas 50 años de investigación y desarrollo. Con este sistema se evita hasta el 20% de evaporación de agua y se ahorra hasta el 80%, frente al 40% con los sistemas de riego tradicionales. Por otra parte, la desalinización de agua marina será en el futuro la principal fuente de abastecimiento de Israel. La planta de la localidad de Ashkelon, en mitad del país, es la más grande del mundo.

"Prohibido hacer fotografías a la torre de vapor de agua: cuestión de seguridad".
Ashkelon no es una planta desaladora como cualquier otra en otro país. Aquí estamos a menos de cinco kilómetros de la Franja de Gaza, donde el mismo día de nuestra visita el Ejército israelí lanzó un proyectil al otro lado y mató a un cámara palestino de la agencia Reuters.
Durante la visita a esta planta desaladora, todo transcurre con normalidad, hasta que los periodistas, cámara de fotos en mano, se disponen a fotografiar el punto más alto de la desaladora: la torre de agua de vapor. Enseguida una de las responsables indica en un tono de firme amabilidad que "está prohibido tomar fotografías de esta torre por razones de seguridad". Israel ha elevado el agua no sólo a negocio mundial, sino también a estrategia nacional de seguridad. Desde Ashkelon sale agua para abastecer al 10% de la población de Tel Aviv, y un ataque extranjero supondría mermar los recursos del país. La reacción sorprende, sobre todo porque al consultar en internet imágenes de esta planta desaladora, una de las más grandes del mundo, Ashkelon muestra orgullosa su censurada torre de vapor, bien a la vista de todos.

Basura pasada por agua en Tel Aviv.
El presidente de Arrow Ecology, una empresa de tratamiento de basuras a base de agua, nos recibe en su despacho, sobre el hedor que desprenden los cientos de toneladas de residuos sólidos procedentes de la cercana Tel Aviv. Por fortuna, su oficina cuenta con ambientador. Una vez dentro, el visitante descubre el centro de operaciones de uno de los sistemas más novedosos de tratamiento de residuos. El agua es protagonista. Pero no necesita sacarse de ningún lado, y aún menos en un país que carece de ella, sino que es generada por la propia basura orgánica. Y el agua es el sistema más barato para separar residuos. "Apenas existen sistemas de tratamiento de basuras en el mundo. Sólo Japón y Alemania puede decirse que se dediquen a ello. El resto, más o menos el 95% del planeta, sigue dedicándose a incinerar, como España", explican en la empresa.
Y si en este país el precio de la tonelada reciclada se eleva a 70 y 90 euros, Arrow Ecology ofrece un precio imbatible: 15 dólares (9,5 euros) por tonelada. "Este sistema puede emplearse además para obtener derechos de emisión en el mercado mundial", explica. "Es el sistema más ecológico y rentable que existe a día de hoy en este sector". El año pasado fue el primero en el que la empresa generó beneficios, aunque no quiso dar cifras.