Este jueves se hace pública la Declaración de Zaragoza, una síntesis de las numerosas jornadas que se han desarrollado durante la Expo en la llamada Tribuna del Agua. Un documento que habrá que leer con atención como sucede con las conclusiones del XIII Congreso Mundial del Agua, clausurado en la localidad francesa de Montpellier el pasado día 4. El Congreso de Montpellier, que ha reunido a científicos de todo el planeta, es previo al Forum Mundial del Agua que debe reunir en Estambul, en marzo de 2009, a representantes políticos, empresariales y de organizaciones no gubernamentales.
La gestión del agua se ha convertido en un desafío de futuro que debe abordarse hoy mismo. Esa es la conclusión de las 260 comunicaciones presentadas en Montpellier. Un editorial de "Le Monde" (París), titulado "Urgencia por el agua", llama a repensar completamente la gestión de los recursos hídricos ante la necesidad de que "la humanidad se adapte a la variabilidad y a la evolución del clima": calentamiento global, grandes cambios en los regímenes de lluvia y multiplicación de fenómenos meteorológicos extremos.
Junto a la incidencia de los cambios antes enunciados preocupan a los científicos el incremento de la contaminación de las aguas (tanto de origen urbano como industrial o agrícola), la salinización de las aguas dulces por la sobreexplotación de los acuíferos y la inexistencia de mecanismos para compartir el agua entre estados vecinos o regular la explotación de los pozos entre territorios situados a distinta altitud. La preocupación se centra tanto en la cantidad del recurso como, especialmente, en la calidad del mismo.
El Mediterráneo, junto con el Sahel, el Medio Oriente, el sur de Estados Unidos y Asia, está entre las regiones más expuestas a la penuria del agua. Para el Mediterráneo, como primera región turística del mundo -en julio y agosto 250 millones de personas convergen en sus costas- el llamado "Plan Azul", dependiente del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUE), alerta del peligro que para la continuidad de la actividad turística supone la sobreexplotación de los recursos hídricos. Hay grandes empresas hoteleras, con treinta "resorts" en ambas riberas del Mare Nostrum, que ya están vendiendo turísticamente sus instalaciones destacando la instalación de aparatos economizadores de agua, detectores de fugas o reutilización intensiva de los caudales usados.
La Comunidad Valenciana, uno de los grandes destinos turísticos en el Mediterráneo español, no debería ignorar ni la preocupación por el recurso que ponen de manifiesto expertos e informes como los citados, porque el agua es una preocupación histórica de estas tierras, ni experiencias de marketing turístico en la utilización del recurso de las que aquí hay una trayectoria de años. Lo que quizá sucede es que centrados los esfuerzos en la llamada "guerra del agua" no ponemos en valor ser uno de los territorios con mejor gestión de un recurso tan preciado como escaso.