The desalination plant in El Prat will be put to the test by April
Mon, 06/10/2008
La presión que siente un futbolista antes de lanzar el quinto penalti de la tanda definitiva de la final de la Champions League es un juego de niños al lado de la que deben de sufrir los técnicos encargados de la construcción de la desalinizadora de El Prat. Por lo visto y oído en los últimos meses, especialmente durante la sequía, la puesta en servicio de la planta supondrá un seguro de vida para el suministro. En sentido inverso, y dependiendo del régimen de lluvias que tenga Catalunya en los próximos meses, un atraso en las obras tendría resultados funestos. De momento no es necesario ponerse la venda antes de la herida porque, según se desprende del estado de las obras, los trabajos están cumpliendo calendario y estarán listos, no solo entre mayo y junio, cuando se espera su inauguración, sino para hacer las pertinentes pruebas de funcionamiento, en el primer trimestre del año próximo. El grueso de las obras estará acabado antes de fin de año, según las previsiones.
La primera parte que compone la desalinizadora es la de la captación de agua en el mar y su transporte a la planta. La tubería en el fondo marino que recoge el agua a 2,2 kilómetros está casi toda montada y enterrada en una zanja submarina. El edificio que contendrá la central de bombeo, que impulsará el agua hasta la planta, ha finalizado la obra civil y se espera la llegada de la maquinaria --las bombas-- para diciembre.
FALTA UN TERCIO Los dos kilómetros entre la central de bombeo y la desalinizadora se salvarán mediante una conducción que, a fecha de hoy, ya está instalada en dos terceras partes. Falta el paso por unos terrenos medioambientalmente delicados, obras que se realizarán próximamente, según fuentes de Aigües del Ter-Llobregat, la encargada de los trabajos.
En lo que a la planta en sí respecta, la obra civil del edificio de control se encuentra ya en la recta final y se están terminando sus fachadas. Lo mismo ocurre con la subestación que debe dar energía al conjunto, también a las bombas que impulsarán el agua hacia Sant Joan Despí: el envoltorio (el edificio) está finalizado y está previsto que en diciembre lleguen los transformadores.
La parte más importante de la desalinizadora, donde de hecho se realizará la extracción de sal del agua, se encuentra en plena fase de montaje. Igual sucede con la filtración cerrada. Los tubos de 18 metros de longitud y cuatro de diámetro --traídos desde Vizcaya-- están siendo colocados y conectados.
La tercera parte de las obras, la que da salida al agua ya apta para el consumo, está también bien encarrilada. La conducción de 1,4 metros de diámetro discurre por dos entornos bien distintos. La parte fluvial circula en paralelo al río, por uno de sus márgenes. Está acabado al 90%. El tramo urbano de la conducción, que discurre desde Sant Joan Despí hasta los depósitos, está más retrasado. La tubería debe superar en su camino obstáculos como calles o incluso el tranvía. Por eso es necesario construir pequeños túneles que estarán acabados a finales de año.
La primera parte que compone la desalinizadora es la de la captación de agua en el mar y su transporte a la planta. La tubería en el fondo marino que recoge el agua a 2,2 kilómetros está casi toda montada y enterrada en una zanja submarina. El edificio que contendrá la central de bombeo, que impulsará el agua hasta la planta, ha finalizado la obra civil y se espera la llegada de la maquinaria --las bombas-- para diciembre.
FALTA UN TERCIO Los dos kilómetros entre la central de bombeo y la desalinizadora se salvarán mediante una conducción que, a fecha de hoy, ya está instalada en dos terceras partes. Falta el paso por unos terrenos medioambientalmente delicados, obras que se realizarán próximamente, según fuentes de Aigües del Ter-Llobregat, la encargada de los trabajos.
En lo que a la planta en sí respecta, la obra civil del edificio de control se encuentra ya en la recta final y se están terminando sus fachadas. Lo mismo ocurre con la subestación que debe dar energía al conjunto, también a las bombas que impulsarán el agua hacia Sant Joan Despí: el envoltorio (el edificio) está finalizado y está previsto que en diciembre lleguen los transformadores.
La parte más importante de la desalinizadora, donde de hecho se realizará la extracción de sal del agua, se encuentra en plena fase de montaje. Igual sucede con la filtración cerrada. Los tubos de 18 metros de longitud y cuatro de diámetro --traídos desde Vizcaya-- están siendo colocados y conectados.
La tercera parte de las obras, la que da salida al agua ya apta para el consumo, está también bien encarrilada. La conducción de 1,4 metros de diámetro discurre por dos entornos bien distintos. La parte fluvial circula en paralelo al río, por uno de sus márgenes. Está acabado al 90%. El tramo urbano de la conducción, que discurre desde Sant Joan Despí hasta los depósitos, está más retrasado. La tubería debe superar en su camino obstáculos como calles o incluso el tranvía. Por eso es necesario construir pequeños túneles que estarán acabados a finales de año.