Barcelona will not be able to fill with potable water the sources until 2010
Wed, 17/12/2008
La sequía terminó ayer en el área barcelonesa de forma oficial. Lo hizo tras 19 meses de restricciones por la escasez de agua y con los embalses del Ter-Llobregat al 72,7% de su capacidad. El volumen acumulado, que casi triplica el de hace 12 meses (27%), no bastará para llenar las fuentes de Barcelona. La Generalitat, que levantó las restricciones en la província, también prorrogó el decreto de sequía hasta el 31 de diciembre del año próximo. Por más que llueva, recoge el documento, los municipios del área barcelonesa tendrán prohibido destinar agua potable a las fuentes ornamentales hasta 2010.
El decreto de sequía se mantendrá dada la crisis hídrica que sufre el norte de Cataluña: la cuenca del Muga, de la que beben unos 110.000 habitantes del Alt Empordà, se mantiene en plena sequía con las reservas al 22% de su capacidad (hace 12 meses rozaban el 26%). La Generalitat admitió que la situación puede devenir crítica en unos tres meses, pero garantizó el suministro de agua de boca en la zona. 'Que hayamos prorrogado el decreto avala que no se dejará a ninguna comarca sin agua', subrayó ayer un portavoz oficial.
Esta misma decisión, sin embargo, desencajó al Ayuntamiento barcelonés. Su alcalde, Jordi Hereu, lleva meses insistiendo en la conveniencia de que las fuentes ornamentales dispongan de agua una vez superada la sequía. La Generalitat, ante la progresión de los embalses, había contestado con varios guiños al respecto. Incluso concedió un permiso temporal para las fiestas de la Mercè que dotó de agua a las principales fuentes. El Consistorio creyó leer entonces la señal de la inminente supresión de las restricciones.
No será así: unas 160 fuentes ornamentales de las 285 de Barcelona se mantienen secas y seguirán estándolo el año próximo. 'Que levanten las restricciones del Ter-Llobregat no nos afecta. El decreto nos prohíbe llenar estas fuentes pese a que no hay sequía', precisó un portavoz municipal. Para evitarlo, el Consistorio solicitará a la Generalitat, 'en cuestión de días', otro permiso para rellenar las fuentes pero ya de forma definitiva. La medida, defiende el Ayuntamiento, implica un consumo hídrico bajo (cerca de medio hectómetro al año, equivalente a lo que consume el área de Barcelona en media jornada). El 75% de las fuentes, además, disponen de circuito cerrado para que recircule el agua. Las fuentes más emblemáticas, como la de Montjuïc, se seguirán recargando con cubas repletas de agua freática, un apaño que sí permite el decreto de sequía.
El decreto de sequía se mantendrá dada la crisis hídrica que sufre el norte de Cataluña: la cuenca del Muga, de la que beben unos 110.000 habitantes del Alt Empordà, se mantiene en plena sequía con las reservas al 22% de su capacidad (hace 12 meses rozaban el 26%). La Generalitat admitió que la situación puede devenir crítica en unos tres meses, pero garantizó el suministro de agua de boca en la zona. 'Que hayamos prorrogado el decreto avala que no se dejará a ninguna comarca sin agua', subrayó ayer un portavoz oficial.
Esta misma decisión, sin embargo, desencajó al Ayuntamiento barcelonés. Su alcalde, Jordi Hereu, lleva meses insistiendo en la conveniencia de que las fuentes ornamentales dispongan de agua una vez superada la sequía. La Generalitat, ante la progresión de los embalses, había contestado con varios guiños al respecto. Incluso concedió un permiso temporal para las fiestas de la Mercè que dotó de agua a las principales fuentes. El Consistorio creyó leer entonces la señal de la inminente supresión de las restricciones.
No será así: unas 160 fuentes ornamentales de las 285 de Barcelona se mantienen secas y seguirán estándolo el año próximo. 'Que levanten las restricciones del Ter-Llobregat no nos afecta. El decreto nos prohíbe llenar estas fuentes pese a que no hay sequía', precisó un portavoz municipal. Para evitarlo, el Consistorio solicitará a la Generalitat, 'en cuestión de días', otro permiso para rellenar las fuentes pero ya de forma definitiva. La medida, defiende el Ayuntamiento, implica un consumo hídrico bajo (cerca de medio hectómetro al año, equivalente a lo que consume el área de Barcelona en media jornada). El 75% de las fuentes, además, disponen de circuito cerrado para que recircule el agua. Las fuentes más emblemáticas, como la de Montjuïc, se seguirán recargando con cubas repletas de agua freática, un apaño que sí permite el decreto de sequía.