Proliferation of invasive species in Doñana
Mon, 21/09/2009
El cambio global en el que nos hallamos inmersos se manifiesta a nivel local de múltiples maneras que amenazan con acabar con la biodiversidad tal y como la conocemos a día de hoy. Lugares como Doñana no escapan a este fenómeno. Un trabajo de investigación liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha vuelto a llamar la atención sobre ello.
El último estudio que ha constatado la presencia de especies invasoras en los límites del Parque Nacional de Doñana ha sido la referida a la presencia de un insecto acuático, Trichocorixa verticalis, cuyo hábitat natural se encuentra en Norteamérica y que actualmente está presente en varios cuerpos de agua de este espacio protegido hasta el punto de haber desplazado a especies semejantes autóctonas. Según Héctor Rodríguez Pérez, investigador de la Universidad Complutense que ha dirigido este trabajo en el que también han participado la Estación Biológica de Doñana-CSIC y la Universidad de Sevilla, "se trata de un ejemplo más que pone en evidencia la amenaza para la diversidad que suponen las invasiones biológicas".
Si bien habitualmente la pérdida de diversidad biológica se relaciona con especies emblemáticas como el oso o el lince ibérico, no hay que olvidar que por debajo de estos mamíferos que se encuentran en la cúspide de la pirámide alimenticia se encuentra todo un ecosistema formado por individuos que mantienen a menudo intrincadas relaciones entre sí.
La pérdida de un sólo elemento de este sistema complejo puede tener, en ocasiones, consecuencias difíciles de prever.
"La desaparición de "especies menores" puede tener también un gran calado en el funcionamiento del ecosistema -explica Rodríguez-. Existen especies, como el cangrejo rojo americano, que se han convertido en nodos fundamentales en la red de interacciones biológicas entre los distintos organismos. Este tipo de cangrejo se ha convertido en presa de muchos depredadores de Doñana, y probablemente ha favorecido el incremento de las poblaciones de estas especies. También se cree que ha contribuido a la pérdida de algunos gasterópodos y a la disminución de praderas de plantas acuáticas en algunas áreas", señala.
La relevancia de la existencia de especies invasivas en Doñana viene dada no sólo por la necesidad de conservación de uno de los humedales más importantes de España sino porque, además, su aparición en lugares especialmente protegidos y vigilados puede dar una idea de la situación que se puede estar dando en otras zonas con un menor control.
En la actualidad Doñana es uno de los lugares en los que mejor se conoce el proceso de invasión de especies exóticas. Sin embargo, algunas de ellas son poco visibles, por lo que la investigación de manera continuada es fundamental para conocer la evolución de la especie en la zona y permitir a los gestores del Parque abordar las amenazas con la mayor cantidad de información posible. Sin embargo, según explica Rodríguez, "es muy difícil, por no decir imposible, erradicar estas especies invasivas de una forma inocua para el ecosistema que las alberga. Esta dificultad es aún mayor para los invertebrados".
Las especies exóticas son siempre introducidas a través de la mediación del hombre, a menudo de manera voluntaria. Casos como los eucaliptos, que se introdujeron como cultivo forestal para la elaboración de pasta de papel, o los galápagos de Florida, liberados por particulares llenos de buenas intenciones, son buenos ejemplos de ello. Otras, en cambio, fueron introducidas de manera no intencionada, como el cangrejo rojo americano, que en un primer momento escapó de un criadero -si bien más adelante se llevaron a cabo sueltas voluntarias-.
En cualquier caso, no todas las especies que llegan de otros entornos se convierten en invasivas. Algunas pueden simplemente coexistir con las locales, o incluso no salir adelante. Se considera que son invasivas tan sólo cuando llegan a controlar procesos ecológicos clave en el ecosistema, y desplazan así a las especies autóctonas que ocupaban el mismo nicho ecológico.
Según afirma Héctor Rodríguez "las consecuencias ecológicas de la introducción de especies exóticas son irreparables. Este fenómeno trae consigo, además, consecuencias económicas que no siempre son fáciles de cuantificar. Sabemos, por ejemplo, que en Estados Unidos el coste producido por la introducción de especies exóticas es de 120 mil millones de dólares al año. En España, el caso del mejillón cebra (Dreyssena polymorfa) en el Ebro ha supuesto hasta ahora para Endesa un gasto de 1,6 millones de euros en cuatro años".
La amenaza que supone la introducción de especies exóticas para la conservación de la diversidad biológica es, afirma Rodríguez, mayor en los ecosistemas acuáticos que en los terrestres, ya que "generalmente los organismos autóctonos de este tipo de ecosistemas tienen menos mecanismos de defensa frente a nuevos depredadores". El reto para los gestores de áreas naturales como la de Doñana es, según destaca este investigador, limitar o ralentizar la expansión de estas especies invasivas para así proteger a las especies autóctonas y, con ello, favorecer la biodiversidad.
El último estudio que ha constatado la presencia de especies invasoras en los límites del Parque Nacional de Doñana ha sido la referida a la presencia de un insecto acuático, Trichocorixa verticalis, cuyo hábitat natural se encuentra en Norteamérica y que actualmente está presente en varios cuerpos de agua de este espacio protegido hasta el punto de haber desplazado a especies semejantes autóctonas. Según Héctor Rodríguez Pérez, investigador de la Universidad Complutense que ha dirigido este trabajo en el que también han participado la Estación Biológica de Doñana-CSIC y la Universidad de Sevilla, "se trata de un ejemplo más que pone en evidencia la amenaza para la diversidad que suponen las invasiones biológicas".
Si bien habitualmente la pérdida de diversidad biológica se relaciona con especies emblemáticas como el oso o el lince ibérico, no hay que olvidar que por debajo de estos mamíferos que se encuentran en la cúspide de la pirámide alimenticia se encuentra todo un ecosistema formado por individuos que mantienen a menudo intrincadas relaciones entre sí.
La pérdida de un sólo elemento de este sistema complejo puede tener, en ocasiones, consecuencias difíciles de prever.
"La desaparición de "especies menores" puede tener también un gran calado en el funcionamiento del ecosistema -explica Rodríguez-. Existen especies, como el cangrejo rojo americano, que se han convertido en nodos fundamentales en la red de interacciones biológicas entre los distintos organismos. Este tipo de cangrejo se ha convertido en presa de muchos depredadores de Doñana, y probablemente ha favorecido el incremento de las poblaciones de estas especies. También se cree que ha contribuido a la pérdida de algunos gasterópodos y a la disminución de praderas de plantas acuáticas en algunas áreas", señala.
La relevancia de la existencia de especies invasivas en Doñana viene dada no sólo por la necesidad de conservación de uno de los humedales más importantes de España sino porque, además, su aparición en lugares especialmente protegidos y vigilados puede dar una idea de la situación que se puede estar dando en otras zonas con un menor control.
En la actualidad Doñana es uno de los lugares en los que mejor se conoce el proceso de invasión de especies exóticas. Sin embargo, algunas de ellas son poco visibles, por lo que la investigación de manera continuada es fundamental para conocer la evolución de la especie en la zona y permitir a los gestores del Parque abordar las amenazas con la mayor cantidad de información posible. Sin embargo, según explica Rodríguez, "es muy difícil, por no decir imposible, erradicar estas especies invasivas de una forma inocua para el ecosistema que las alberga. Esta dificultad es aún mayor para los invertebrados".
Las especies exóticas son siempre introducidas a través de la mediación del hombre, a menudo de manera voluntaria. Casos como los eucaliptos, que se introdujeron como cultivo forestal para la elaboración de pasta de papel, o los galápagos de Florida, liberados por particulares llenos de buenas intenciones, son buenos ejemplos de ello. Otras, en cambio, fueron introducidas de manera no intencionada, como el cangrejo rojo americano, que en un primer momento escapó de un criadero -si bien más adelante se llevaron a cabo sueltas voluntarias-.
En cualquier caso, no todas las especies que llegan de otros entornos se convierten en invasivas. Algunas pueden simplemente coexistir con las locales, o incluso no salir adelante. Se considera que son invasivas tan sólo cuando llegan a controlar procesos ecológicos clave en el ecosistema, y desplazan así a las especies autóctonas que ocupaban el mismo nicho ecológico.
Según afirma Héctor Rodríguez "las consecuencias ecológicas de la introducción de especies exóticas son irreparables. Este fenómeno trae consigo, además, consecuencias económicas que no siempre son fáciles de cuantificar. Sabemos, por ejemplo, que en Estados Unidos el coste producido por la introducción de especies exóticas es de 120 mil millones de dólares al año. En España, el caso del mejillón cebra (Dreyssena polymorfa) en el Ebro ha supuesto hasta ahora para Endesa un gasto de 1,6 millones de euros en cuatro años".
La amenaza que supone la introducción de especies exóticas para la conservación de la diversidad biológica es, afirma Rodríguez, mayor en los ecosistemas acuáticos que en los terrestres, ya que "generalmente los organismos autóctonos de este tipo de ecosistemas tienen menos mecanismos de defensa frente a nuevos depredadores". El reto para los gestores de áreas naturales como la de Doñana es, según destaca este investigador, limitar o ralentizar la expansión de estas especies invasivas para así proteger a las especies autóctonas y, con ello, favorecer la biodiversidad.