Necessity of water in the Segura basin
Sun, 25/10/2009
El agua en la Región de Murcia desempeña una función determinante en los paisajes y en el desarrollo regional, gracias a las características climáticas de la zona y a su tradicional escasez, que siempre ha condicionado su vida social y económica. El uso agrícola del agua ha sido el principal impulsor de la creación de una estructura hidráulica en la región, muy desarrollada y puesta al día, con la aplicación de modernos sistemas de defensa contra las avenidas, y reserva de agua para usos agrícolas, industriales, y últimamente por el desarrollo progresivo del turismo.
La historia viene de lejos, atestiguada por restos arqueológicos que demuestran la importancia que los romanos dieron al agua, y su participación en los diversos aprovechamientos hidráulicos posteriormente terminados y ampliados por los musulmanes como el Azud de la Contraparada, la construcción de las norias y ruedas que todavía se utilizan para elevar el agua del río Segura a tierras más elevadas, como es el caso de Alcantarilla, La Ñora y Abarán, artilugios que todavía están en funcionamiento.
Conviene recordar que la zona húmeda de España comprende el 11% de la superficie del país y tiene el 41% de los recursos hídricos; mientras que las zonas secas, con el 89% de la superficie, solo dispone del 59% de los recursos hidráulicos. En el Sureste español, representado por la Cuenca del Segura, estos datos son muy evidentes, y la carencia de agua ha sido determinante para su propia evolución histórica.
La alternancia de los ciclos extremadamente secos, incrementada en estos últimos años por el aumento de usos agrícolas, industriales, urbanos, abastecimiento de población, incremento del turismo. hizo que los habitantes del Sureste se planteasen la necesidad de trasvasar agua de otros ríos a la cuenca del Segura, concretamente de los ríos Castril y Guardal, en la cuenca del Guadalquivir, para llevarla a los Campos de Lorca y Cartagena. Y aunque algunas obras se iniciaron, todas fueron abandonadas.
A principios del siglo XX, el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo trabajó en la redacción de un Plan Nacional de Obras Hidráulicas que aportaría agua de la cabecera del Tajo a la cuenca del Segura, distribuyéndose ésta entre las provincias de Murcia, Alicante y Almería, destinando al trasvase 600Hm3/año, reduciendo 90Hm3 de pérdidas por el largo recorrido entre el Tajo-Júcar-Mundo, destinando 400Hm3/año para regadío.
El resultado del trasvase fue muy positivo. Se considera imprescindible para la agricultura murciana, habiéndose puesto en regadío grandes zonas del Valle del Guadalentín y el Campo de Cartagena.
El agua es un recurso natural escaso e indispensable para la vida y el ejercicio de la mayoría de las actividades económicas; se consideró necesaria la redacción de un Plan Hidrológico Nacional para regular las aguas, equilibrar y armonizar los desarrollos regionales y sectoriales, protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando su uso, en armonía con el medio ambiente y los recursos naturales.
Este Plan fue presentado al Consejo Nacional del Agua en abril de 1993, y en él se prevé la realización de un ambicioso sistema de equilibrio de aguas a nivel nacional; la política de transferencias de aguas de unas cuencas a otras es de vital importancia para la región murciana por su estructural déficit hidráulico, teniendo este Plan los siguientes objetivos:
Mejorar la demanda de aguas; prevenir inundaciones y sequías; equilibrar el territorio; incrementar la disponibilidad de agua; proteger y mejorar su calidad, racionalizando su empleo.
Este Plan tiene como argumento final la carencia estructural de agua en la cuenca del Segura, que para hacer su uso rentable necesita trasvasar a esta cuenca aguas excedentarias, estimándose en 1.000Hm3/ año el déficit de agua de la cuenca del Segura. El Plan Hidrológico Nacional propuso la ampliación de 600.000Ha de la superficie regable de España, que incrementan las 3.350.000Ha de regadíos de la cuenca del Segura, que con sus 18.870Km2, drena territorios de las Comunidades Autónomas de Murcia, Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía, afectando a seis provincias y 127 municipios.
Las precipitaciones en la cuenca del Segura son irregulares y con grandes variaciones en las distintas estaciones. Puede afirmarse con carácter general que el río Segura, en la actualidad, está siendo explotado, y como consecuencia se ha incrementado su contaminación. Su río principal, el Segura, aunque su nacimiento está a 1.413 metros de altitud, en la Sierra del Segura, siendo en su tramo inicial un río de montaña, conserva sus aguas cristalinas cuando discurre aguas abajo de Cañaverosa, Calasparra y el Cañón de Almadenes. A partir de aquí, su curso es muy lento; las ciudades que cruza, cada vez más importantes, provocan una mayor contaminación en las vegas.
Las aguas de uso doméstico, cada vez mejor depuradas, incrementan su contaminación a partir de la Vega Media, y más aén en la Vega Baja.
Aunque los afluentes del río Segura, antes de entrar en la región murciana, se denominan ríos, en realidad vienen a ser ramblas secas, que se desbordan cuando llueve. Estos ríos son el Zumeta, Tus, Madera, Taibilla y Mundo, que proceden de las zonas montañosas de la cuenca. Después, ya en la región de Murcia, se incrementa con el agua de los ríos Moratalla, Mula, Guadalentín, Luchena; en Vélez recibe numerosas y peligrosas ramblas, secas durante casi todo el año. Las lluvias tormentosas que caen en la cuenca del Segura, si coinciden en un punto con otras avenidas, pueden provocar grandes inundaciones en la cuenca del Segura.
Esta segunda cara de la moneda fue determinante para la elaboración de un Plan de Defensa contra las Avenidas, cuya eficacia se ha demostrado en los últimos años, en los que a pesar de haber llovido en la cuenca una cantidad suficiente para haber provocado otros años inundaciones, el caudal máximo ha sido desaguado a lo largo del cauce del río Segura sin los problemas que produjeron las riadas de Santa Teresa, San Calixto.
Aunque las prospecciones de petróleo no dieron resultado positivo en la cuenca del Segura, permitieron conocer el subsuelo y valorar el recurso de las aguas subterráneas, como contribución decisiva en nuestra región, que paliaron en muchas ocasiones su escasez. Estas aguas subterráneas, procedentes del agua de lluvia que se infiltra en el subsuelo por la acción de la gravedad, circulan por desniveles cada vez más bajos en dirección a la costa mediterránea, hasta llegar a capas de rocas impermeables, que detienen su curso, facilitando su conservación en depósitos subterráneos y permitiendo en ocasiones que afloren de nuevo a la superficie. Esta reserva hídrica subterránea constituye un recurso hídrico muy importante en la cuenca.
Cuando se explota un acuífero de forma conveniente, y solo se extrae el agua que se debe recargar, nos encontramos con una importante ayuda. Si se extrae más agua subterránea de la debida, rompiendo su equilibrio hídrico, además de agotar el recurso, se puede llegar a contaminarlo, dejándolo fuera de uso durante un tiempo.
La historia viene de lejos, atestiguada por restos arqueológicos que demuestran la importancia que los romanos dieron al agua, y su participación en los diversos aprovechamientos hidráulicos posteriormente terminados y ampliados por los musulmanes como el Azud de la Contraparada, la construcción de las norias y ruedas que todavía se utilizan para elevar el agua del río Segura a tierras más elevadas, como es el caso de Alcantarilla, La Ñora y Abarán, artilugios que todavía están en funcionamiento.
Conviene recordar que la zona húmeda de España comprende el 11% de la superficie del país y tiene el 41% de los recursos hídricos; mientras que las zonas secas, con el 89% de la superficie, solo dispone del 59% de los recursos hidráulicos. En el Sureste español, representado por la Cuenca del Segura, estos datos son muy evidentes, y la carencia de agua ha sido determinante para su propia evolución histórica.
La alternancia de los ciclos extremadamente secos, incrementada en estos últimos años por el aumento de usos agrícolas, industriales, urbanos, abastecimiento de población, incremento del turismo. hizo que los habitantes del Sureste se planteasen la necesidad de trasvasar agua de otros ríos a la cuenca del Segura, concretamente de los ríos Castril y Guardal, en la cuenca del Guadalquivir, para llevarla a los Campos de Lorca y Cartagena. Y aunque algunas obras se iniciaron, todas fueron abandonadas.
A principios del siglo XX, el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo trabajó en la redacción de un Plan Nacional de Obras Hidráulicas que aportaría agua de la cabecera del Tajo a la cuenca del Segura, distribuyéndose ésta entre las provincias de Murcia, Alicante y Almería, destinando al trasvase 600Hm3/año, reduciendo 90Hm3 de pérdidas por el largo recorrido entre el Tajo-Júcar-Mundo, destinando 400Hm3/año para regadío.
El resultado del trasvase fue muy positivo. Se considera imprescindible para la agricultura murciana, habiéndose puesto en regadío grandes zonas del Valle del Guadalentín y el Campo de Cartagena.
El agua es un recurso natural escaso e indispensable para la vida y el ejercicio de la mayoría de las actividades económicas; se consideró necesaria la redacción de un Plan Hidrológico Nacional para regular las aguas, equilibrar y armonizar los desarrollos regionales y sectoriales, protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando su uso, en armonía con el medio ambiente y los recursos naturales.
Este Plan fue presentado al Consejo Nacional del Agua en abril de 1993, y en él se prevé la realización de un ambicioso sistema de equilibrio de aguas a nivel nacional; la política de transferencias de aguas de unas cuencas a otras es de vital importancia para la región murciana por su estructural déficit hidráulico, teniendo este Plan los siguientes objetivos:
Mejorar la demanda de aguas; prevenir inundaciones y sequías; equilibrar el territorio; incrementar la disponibilidad de agua; proteger y mejorar su calidad, racionalizando su empleo.
Este Plan tiene como argumento final la carencia estructural de agua en la cuenca del Segura, que para hacer su uso rentable necesita trasvasar a esta cuenca aguas excedentarias, estimándose en 1.000Hm3/ año el déficit de agua de la cuenca del Segura. El Plan Hidrológico Nacional propuso la ampliación de 600.000Ha de la superficie regable de España, que incrementan las 3.350.000Ha de regadíos de la cuenca del Segura, que con sus 18.870Km2, drena territorios de las Comunidades Autónomas de Murcia, Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía, afectando a seis provincias y 127 municipios.
Las precipitaciones en la cuenca del Segura son irregulares y con grandes variaciones en las distintas estaciones. Puede afirmarse con carácter general que el río Segura, en la actualidad, está siendo explotado, y como consecuencia se ha incrementado su contaminación. Su río principal, el Segura, aunque su nacimiento está a 1.413 metros de altitud, en la Sierra del Segura, siendo en su tramo inicial un río de montaña, conserva sus aguas cristalinas cuando discurre aguas abajo de Cañaverosa, Calasparra y el Cañón de Almadenes. A partir de aquí, su curso es muy lento; las ciudades que cruza, cada vez más importantes, provocan una mayor contaminación en las vegas.
Las aguas de uso doméstico, cada vez mejor depuradas, incrementan su contaminación a partir de la Vega Media, y más aén en la Vega Baja.
Aunque los afluentes del río Segura, antes de entrar en la región murciana, se denominan ríos, en realidad vienen a ser ramblas secas, que se desbordan cuando llueve. Estos ríos son el Zumeta, Tus, Madera, Taibilla y Mundo, que proceden de las zonas montañosas de la cuenca. Después, ya en la región de Murcia, se incrementa con el agua de los ríos Moratalla, Mula, Guadalentín, Luchena; en Vélez recibe numerosas y peligrosas ramblas, secas durante casi todo el año. Las lluvias tormentosas que caen en la cuenca del Segura, si coinciden en un punto con otras avenidas, pueden provocar grandes inundaciones en la cuenca del Segura.
Esta segunda cara de la moneda fue determinante para la elaboración de un Plan de Defensa contra las Avenidas, cuya eficacia se ha demostrado en los últimos años, en los que a pesar de haber llovido en la cuenca una cantidad suficiente para haber provocado otros años inundaciones, el caudal máximo ha sido desaguado a lo largo del cauce del río Segura sin los problemas que produjeron las riadas de Santa Teresa, San Calixto.
Aunque las prospecciones de petróleo no dieron resultado positivo en la cuenca del Segura, permitieron conocer el subsuelo y valorar el recurso de las aguas subterráneas, como contribución decisiva en nuestra región, que paliaron en muchas ocasiones su escasez. Estas aguas subterráneas, procedentes del agua de lluvia que se infiltra en el subsuelo por la acción de la gravedad, circulan por desniveles cada vez más bajos en dirección a la costa mediterránea, hasta llegar a capas de rocas impermeables, que detienen su curso, facilitando su conservación en depósitos subterráneos y permitiendo en ocasiones que afloren de nuevo a la superficie. Esta reserva hídrica subterránea constituye un recurso hídrico muy importante en la cuenca.
Cuando se explota un acuífero de forma conveniente, y solo se extrae el agua que se debe recargar, nos encontramos con una importante ayuda. Si se extrae más agua subterránea de la debida, rompiendo su equilibrio hídrico, además de agotar el recurso, se puede llegar a contaminarlo, dejándolo fuera de uso durante un tiempo.