The reservation guarantees snow water supply for one year
Mon, 05/04/2010
Uno de los legados de la sequía del 2008 en Catalunya es el cambio de hábitos que hicieron en su día a día los ciudadanos. «Aprendimos a ahorrar agua y, aún hoy, nos estamos beneficiando colectivamente de ello». Lo dice José Miguel Diéguez, director de Abastecimientos de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), el hombre que vela porque todos los catalanes reciban agua potable en buenas condiciones cuando abren el grifo de casa. Este año, si no surgen contratiempos, el suministro «está garantizado para los próximos 365 días. Y algunos más», asegura.
Las precipitaciones caídas durante el invierno (especialmente generosas desde que empezó el 2010) han hecho que los embalses del Pirineo de Lleida registren hoy los mejores niveles de los últimos cinco años, según la Confederación Hidrográfica del Ebro, que ha tenido que abrir las compuertas de varios pantanos desde que empezó el deshielo.
Desde hace más de una semana, los ríos que descienden del Pirineo han aumentado notablemente su caudal. Algunos, como el Llobregat, «duplican lo ordinario», indica el técnico de la ACA. Si en estas fechas lo habitual es que el río vierta unos 6 metros cúbicos de agua por segundo en el embalse de La Baells (Berguedà), «actualmente está aportando entre 12 y 14 metros cúbicos por segundo y, unos días atrás, llegó a tener una punta de 30 metros cúbicos», agrega.
Como medida de prevención, igual que ocurre en el sistema del Ebro, la ACA ha ordenado que se abran puntualmente los aliviaderos de esa presa, de modo que el pantano mantenga siempre cierto volumen de resguardo, es decir, que haya hueco suficiente para recoger el agua de una eventual crecida súbita. Por ahora, señala Diéguez, «el deshielo se está desarrollando sin grandes riadas, de forma muy gradual», lo que facilita el almacenamiento.
Tras la gran nevada del pasado 8 de marzo, la previsión es que las cuencas internas catalanas -los ríos que desembocan directamente en el Mediterráneo, salvo el Ebro- sigan aumentado sus reservas de agua a medida que avance el deshielo. Los mapas meteorológicos señalan, además, que la primavera podría ser también bastante lluviosa, lo que acrecentará aún más la disponibilidad de suministro.
La mayor preocupación de la ACA es, hoy por hoy, la situación en que se encuentra la cuenca del río Muga, de la que se abastecen una buena parte de las poblaciones del Alt Empordà. «Desde mayo del 2009 no ha llovido de forma importante en esa zona y el embalse de Boadella, donde se recoge el agua del río, está a poco más del 35% de su capacidad, un registro realmente muy bajo», advierte Diéguez.
De seguir así, la Generalitat podría plantearse restringir, a partir del mes de mayo, algunos regadíos agrícolas en la zona para asegurar el suministro en verano, cuando poblaciones como Figueres o Roses se encontrarán en pleno apogeo turístico. «Habrá que estudiar esa alternativa, siempre que siga sin llover», dice el técnico. Muy distinta es la situación en el Ter y algunos ríos de Tarragona, que se han beneficiado de los repetidos frentes de lluvias, muchos procedentes de Levante, que este año han afectado a Catalunya.
El 60% de la nieve que se acumula estos días en el Pirineo se habrá transformado en agua al terminar el deshielo. El resto se evaporará o se filtrará al subsuelo. Es la estimación de los expertos en hidrología, que calculan que ahora las cabeceras de los afluentes catalanes del Ebro almacenan nieve equivalente a 594 hectómetros cúbicos de agua. Es un volumen suficiente para llenar casi seis veces el embalse de Oliana, en la cuenca del Segre, que riega 100.000 hectáreas de cultivos de Lleida. También se podría colmar otras seis veces el pantano de La.
Las precipitaciones caídas durante el invierno (especialmente generosas desde que empezó el 2010) han hecho que los embalses del Pirineo de Lleida registren hoy los mejores niveles de los últimos cinco años, según la Confederación Hidrográfica del Ebro, que ha tenido que abrir las compuertas de varios pantanos desde que empezó el deshielo.
Desde hace más de una semana, los ríos que descienden del Pirineo han aumentado notablemente su caudal. Algunos, como el Llobregat, «duplican lo ordinario», indica el técnico de la ACA. Si en estas fechas lo habitual es que el río vierta unos 6 metros cúbicos de agua por segundo en el embalse de La Baells (Berguedà), «actualmente está aportando entre 12 y 14 metros cúbicos por segundo y, unos días atrás, llegó a tener una punta de 30 metros cúbicos», agrega.
Como medida de prevención, igual que ocurre en el sistema del Ebro, la ACA ha ordenado que se abran puntualmente los aliviaderos de esa presa, de modo que el pantano mantenga siempre cierto volumen de resguardo, es decir, que haya hueco suficiente para recoger el agua de una eventual crecida súbita. Por ahora, señala Diéguez, «el deshielo se está desarrollando sin grandes riadas, de forma muy gradual», lo que facilita el almacenamiento.
Tras la gran nevada del pasado 8 de marzo, la previsión es que las cuencas internas catalanas -los ríos que desembocan directamente en el Mediterráneo, salvo el Ebro- sigan aumentado sus reservas de agua a medida que avance el deshielo. Los mapas meteorológicos señalan, además, que la primavera podría ser también bastante lluviosa, lo que acrecentará aún más la disponibilidad de suministro.
La mayor preocupación de la ACA es, hoy por hoy, la situación en que se encuentra la cuenca del río Muga, de la que se abastecen una buena parte de las poblaciones del Alt Empordà. «Desde mayo del 2009 no ha llovido de forma importante en esa zona y el embalse de Boadella, donde se recoge el agua del río, está a poco más del 35% de su capacidad, un registro realmente muy bajo», advierte Diéguez.
De seguir así, la Generalitat podría plantearse restringir, a partir del mes de mayo, algunos regadíos agrícolas en la zona para asegurar el suministro en verano, cuando poblaciones como Figueres o Roses se encontrarán en pleno apogeo turístico. «Habrá que estudiar esa alternativa, siempre que siga sin llover», dice el técnico. Muy distinta es la situación en el Ter y algunos ríos de Tarragona, que se han beneficiado de los repetidos frentes de lluvias, muchos procedentes de Levante, que este año han afectado a Catalunya.
El 60% de la nieve que se acumula estos días en el Pirineo se habrá transformado en agua al terminar el deshielo. El resto se evaporará o se filtrará al subsuelo. Es la estimación de los expertos en hidrología, que calculan que ahora las cabeceras de los afluentes catalanes del Ebro almacenan nieve equivalente a 594 hectómetros cúbicos de agua. Es un volumen suficiente para llenar casi seis veces el embalse de Oliana, en la cuenca del Segre, que riega 100.000 hectáreas de cultivos de Lleida. También se podría colmar otras seis veces el pantano de La.