The Alto Minho complaint lamprey invasion of France and Austria
Sun, 11/04/2010
Con más grasa, carne blanda y, sobre todo, baratas. Esas son las claves de las lampreas llegadas de Francia y Austria, que inundan el mercado en estas épocas en contra de los intereses de los pescadores locales del Alto Miño. La calidad no es la misma que la de las capturas en estas zonas puesto que el esfuerzo que realizan los animales para ascender por el río endurece sus músculos y le da más sabor.
Sin embargo, los precios que ofrece en el mercado, casi tres veces más barato, provoca que cada vez los ejemplares de fuera estén más extendidos. En la actualidad se comercializan a unos diez euros la unidad, frente a los 25 o 30 que pueden alcanzar los procedentes de las orillas situadas entre los municipios de As Neves y Arbo.
Las lampreas que llegan del otro lado de la frontera lo hacen en camiones cisternas, según denuncian los pescadores gallegos, donde viajan entre 15.000 y 20.000 unidades vivas. Para que el viaje no acabe con ellos, el transporte lleva grandes cantidades de agua e incorpora también un sistema de oxigenación.
«Al llegar aquí las pasan a tanques para después comerciar con ellas. Por el camino pierden peso pero siguen compensando.», aseguran desde la asociación Trabadoiro. Para el comprador, el precio final sigue siendo muy atractivo. La rebaja está justificada porque en los lugares de pesca de Francia o Austria el ciclóstomo no cuenta con tradición culinaria, por lo que no es habitual su consumo y su comercialización. «Allí deben pagarlos a dos eurosa los pescadores o menos porque no se consumen. Cuando nosotros estuvimos en Burdeos nos explicaron que allí no se apreciaban.», explican desde la agrupación de pescadores. Los pescadores de la zona se sienten en parte resignados con la situación, ya que la rebaja de capturas en el zona que comprende los municipios del Alto Miño ha sido constante en los últimos años. Como ha ocurrido a lo largo de la historia, la explotación de las pesqueiras se ha seguido heredando con el paso de las décadas, aunque muchos han renunciado a esta actividad y para muy poca gente representa una fuente de ingresos primordial, debido a lo variable del mercado.
«Mucha gente captura para consumo propio porque les tocan pocos días de pesca y prefieren congelarlas para tener todo el año», dice Juan Manuel, uno de los pescadores. Él también ha notado que los ciclóstomos que se quedan atrapados entre las redes cada vez son menos. «Ahora se pescan dos o tres por día, aunque hubo una noche que llegué a coger ocho», apunta.
Para hacer frente a esta situación de escasez, los profesionales reclaman que se amplíe el período de pesca en otros quince días más. Su optimismo ha crecido desde que sus compañeros de O Baixo Miño hicieron el mismo trámite y obtuvieron permiso, para compensar los días de temporal en los que fue imposible faenar. El objetivo es que la temporada llegue hasta el 15 de mayo.
Los problemas a los que se tienen que enfrentar los pescadores no solo se encuentran al otro lado de los Pirineos. Los continuos temporales del pasado invierno han incrementado el caudal del Miño de forma desproporcionada, lo que ha dejado bajo las aguas casi dos tercios de las construcciones ancestrales para pescar lamprea. Ante tal situación, solo una parte de los habituales mantiene la actividad. «Entre os distintos concellos hai un preto de 150 pescadores pero estes días só baixan uns 70 ou 80 porque van á ponte internacional de Arbo e ven que non se pode traballar», recuerdan desde la agrupación Trabadoiro. La situación ha estrellado las ambiciones de los herederos de esta tradición, que esperaban un año de buenas capturas debido a la afluencia de agua. Los problemas también se han dejado notar en los restaurantes y otros negocios vinculados a la lamprea, aunque esta vez lo que escasean son los clientes. La situación económica ha rebajado el número de visitantes en época de temporada respecto a otros años. Según aseguran, grupos que acudían de forma habitual en tres o cuatro ocasiones durante los meses de pesca ahora lo han reducido a uno, para rebajar costes.
Sin embargo, los precios que ofrece en el mercado, casi tres veces más barato, provoca que cada vez los ejemplares de fuera estén más extendidos. En la actualidad se comercializan a unos diez euros la unidad, frente a los 25 o 30 que pueden alcanzar los procedentes de las orillas situadas entre los municipios de As Neves y Arbo.
Las lampreas que llegan del otro lado de la frontera lo hacen en camiones cisternas, según denuncian los pescadores gallegos, donde viajan entre 15.000 y 20.000 unidades vivas. Para que el viaje no acabe con ellos, el transporte lleva grandes cantidades de agua e incorpora también un sistema de oxigenación.
«Al llegar aquí las pasan a tanques para después comerciar con ellas. Por el camino pierden peso pero siguen compensando.», aseguran desde la asociación Trabadoiro. Para el comprador, el precio final sigue siendo muy atractivo. La rebaja está justificada porque en los lugares de pesca de Francia o Austria el ciclóstomo no cuenta con tradición culinaria, por lo que no es habitual su consumo y su comercialización. «Allí deben pagarlos a dos eurosa los pescadores o menos porque no se consumen. Cuando nosotros estuvimos en Burdeos nos explicaron que allí no se apreciaban.», explican desde la agrupación de pescadores. Los pescadores de la zona se sienten en parte resignados con la situación, ya que la rebaja de capturas en el zona que comprende los municipios del Alto Miño ha sido constante en los últimos años. Como ha ocurrido a lo largo de la historia, la explotación de las pesqueiras se ha seguido heredando con el paso de las décadas, aunque muchos han renunciado a esta actividad y para muy poca gente representa una fuente de ingresos primordial, debido a lo variable del mercado.
«Mucha gente captura para consumo propio porque les tocan pocos días de pesca y prefieren congelarlas para tener todo el año», dice Juan Manuel, uno de los pescadores. Él también ha notado que los ciclóstomos que se quedan atrapados entre las redes cada vez son menos. «Ahora se pescan dos o tres por día, aunque hubo una noche que llegué a coger ocho», apunta.
Para hacer frente a esta situación de escasez, los profesionales reclaman que se amplíe el período de pesca en otros quince días más. Su optimismo ha crecido desde que sus compañeros de O Baixo Miño hicieron el mismo trámite y obtuvieron permiso, para compensar los días de temporal en los que fue imposible faenar. El objetivo es que la temporada llegue hasta el 15 de mayo.
Los problemas a los que se tienen que enfrentar los pescadores no solo se encuentran al otro lado de los Pirineos. Los continuos temporales del pasado invierno han incrementado el caudal del Miño de forma desproporcionada, lo que ha dejado bajo las aguas casi dos tercios de las construcciones ancestrales para pescar lamprea. Ante tal situación, solo una parte de los habituales mantiene la actividad. «Entre os distintos concellos hai un preto de 150 pescadores pero estes días só baixan uns 70 ou 80 porque van á ponte internacional de Arbo e ven que non se pode traballar», recuerdan desde la agrupación Trabadoiro. La situación ha estrellado las ambiciones de los herederos de esta tradición, que esperaban un año de buenas capturas debido a la afluencia de agua. Los problemas también se han dejado notar en los restaurantes y otros negocios vinculados a la lamprea, aunque esta vez lo que escasean son los clientes. La situación económica ha rebajado el número de visitantes en época de temporada respecto a otros años. Según aseguran, grupos que acudían de forma habitual en tres o cuatro ocasiones durante los meses de pesca ahora lo han reducido a uno, para rebajar costes.