France empties a glacier on Mont Blanc for fear of a flood
Thu, 26/08/2010
Las autoridades francesas pusieron en marcha ayer la operación de bombeo de una gigantesca bolsa de agua situada bajo un glaciar del Mont Blanc para evitar «una catástrofe», ya que amenaza con inundar el valle cercano de Saint-Gervais-les-Bains. Se trata de una operación de ingeniería difícil de llevar a cabo, pues el campo de operación, a 3.200 metros de altura en la alta montaña alpina, es la superficie de un río de hielo, a la que sólo se puede acceder por helicóptero.La fusión de parte del glaciar ha generado un lago de agua que se encuentra enclaustrada bajo la superficie del hielo. Si la barrera helada que lo contiene se rompiera súbitamente, podría generarse una riada que causaría daños en los pueblos situados al pie del glaciar. Por eso, los expertos llevaron a cabo una primera exploración el martes, para localizar el mejor lugar donde perforar y, ayer, instalaron una bomba provisional «para disminuir la presión en la cavidad principal, que es la única que se ha localizado con precisión», explicó a los medios de comunicación Jean-Marc Peillex, el alcalde de Saint-Gervais-les-Bains, en los Alpes franceses.Peillex no precisó los detalles técnicos de unos trabajos que se realizarán en 30 días. Prefirió subrayar la importancia de una operación que costará unos 2,5 millones de euros y que calificó de «absolutamente necesaria» si se quiere evitar «una catástrofe que puede afectar a unas 3.000 personas».La bolsa contiene unos 65.000 metros cúbicos de agua, cantidad equivalente a unas 26 piscinas olímpicas. Unos 25.000 metros cúbicos de agua están en la cavidad donde se ha empezado a trabajar. La bolsa fue localizada en julio, durante unos estudios llevados a cabo en el glaciar Tête-Rousse, situado a 3.200 metros de altitud, en una zona normal de ascensión al Mont Blanc y, por lo tanto, frecuentada por numerosos turistas. Extraño fenómenoSegún el alcalde de Saint-Gervais, la bolsa está situada a 75 metros de profundidad en el citado glaciar y, contrariamente a lo que ocurre en gran parte de fenómenos naturales de este tipo, no tiene una forma natural de vaciado, por lo que se hace absolutamente necesaria la intervención humana. Y es que en caso de que la bolsa de agua se rompa, todo su contenido iría a parar al valle de Saint-Gervais. Así, en un periodo estimado en tan sólo de 15 a 30 minutos, las aguas inundarían la zona, «poniendo en peligro las vidas de las más de 3.000 personas que habitan en ella», advirtió Peillex. «Es mejor que la gente esté informada y preparada para una posible evacuación», añadió el alcalde. Los expertos no se han tomado a la ligera su advertencia. En 1892 ya explotó una bolsa de agua, también formada dentro del mismo glaciar. Ello provocó que un torrente de barro, mezcla de agua, piedras, tierra y fragmentos de árboles, se extendiera por todo el valle y causara la muerte de 175 personas. Unos 120 años después, se vive ahora una urgencia para evitar que el fenómeno se repita, pues la bolsa de agua podría romperse en cualquier momento. Sin embargo, los ingenieros no tienen un trabajo fácil. «En un primer momento hemos realizado un agujero de unos 22 centímetros de diámetro para instalar las bombas. Hemos hecho una perforación y hemos inyectado agua caliente. Con una bomba de unos 50 metros cúbicos hemos sacado un primer chorro, para evitar el efecto de olla exprés. Luego instalaremos otras bombas para vaciar la bolsa en el tiempo aproximado de un mes», explicó Christian Vincent, uno de los expertos que participaron en las primeras obras de ayer. Antes de finales de semana se trasladarán por helicóptero hasta el Tête-Rousse otras tres bombas de 80 metros cúbicos cada una. Unos 15 obreros las operarán las 24 horas del día. La operación es delicada, como reconoció Nicolas Karr, miembro del Departamento Forestal Nacional francés. «No hay carretera, sólo se llega al lugar con helicópteros y, además, es una zona donde no son extrañas las avalanchas». Además, los ingenieros no tienen mucho tiempo, «porque dada la época, no sabemos si las condiciones climáticas serán lo suficientemente buenas o no», añadió Karr. Los ingenieros no saben muy bien qué pasará una vez que el agua del lago subglaciar haya sido drenada. Como precaución, las autoridades ya han cerrado el tramo final del ferrocarril que atraviesa el Mont Blanc y que pasa cerca del glaciar.En cuanto a los habitantes de la zona, se han mostrado contentos por el comienzo del drenaje y esperan no tener que utilizar las instrucciones que las autoridades les han dado. «Si hay un problema, las sirenas sonarán. Y parece ser que tendremos 10 minutos para abandonar la zona?», explicó con aprensión a la emisora gala RTL una de las vecinas del lugar.