The dredging of the Guadalquivir not increase water turbidity
Mon, 20/09/2010
Expertos de cuatro universidades andaluzas (Sevilla, Cádiz, Málaga y Granada) y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han elaborado un estudio sobre el proyecto de dragado del Guadalquivir (ganarle dos metros de profundidad al canal de navegación) que arroja una conclusión: aunque el plan reportaría algunas ventanas, también hay que considerar su posible repercusión 'negativa en la dinámica, morfología y biodiversidad del estuario' en un enclave que sufre ya el agotamiento de sus recursos básicos de suelo y agua debido a la cantidad de usos que acoge y a la 'descoordinación de la gestión' de esos usos.
El informe nace como complemento a la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto del dragado y ha sido financiado por la Junta de Andalucía. Sus conclusiones servirán a la Administración para saber si se autoriza esta obra y otras demandadas por los arroceros, el Parque Doñana, y los municipios del estuario.
Al abordar la propuesta del Puerto de Sevilla de dragar el río -iniciativa fundamental para rentabilizar la nueva esclusa-, los expertos aseguran que dragar el canal de la cota 6 (actual) a la cota 8 no altera ni la salinidad ni la turbidez de las aguas. 'No modifica significativamente el régimen de intrusión salina y su patrón oscilatorio respecto al actual (...) Si se mantiene el mismo régimen de descargas fluviales, un dragado del canal no cambia sustancialmente la posición y forma de de los máximos de turbidez', e incluso reduce la concentración de sólidos que alcanzan la superficie y mejora la transmisión de luz y los procesos asociados a ella, como el crecimiento del fitoplancton. La falta de luz que penetra en el estuario es uno de los puntos más negativos del río para sus especies y está provocada por el exceso de turbidez (sólidos en suspensión).
Los expertos añaden otras ventajas del dragado. 'No cambia sustancialmente ni la amplitud de marea', reduce las fuerzas turbulentas en el fondo y mejora la renovación de las aguas del estuario (si se mantienen las descargas actuales de agua de río). Advierte, sin embargo, que si ya es difícil mantener el calado en 6 metros, más lo será con el aumento a 8, por lo que serán necesarias labores de mantenimiento del fondo. Al extraer material del fondo se crea la demanda de nuevo material que saldrá de las márgenes del río.
Por lo demás, el informe dice que aumentar el calado del río mejora la circulación del agua, reduce la superficie con riesgo de inundación y amortiguará ligeramente los efectos de los barcos de menor porte en las riberas y lecho. Hasta aquí los beneficios o los factores que no altera ganarle profundidad al dragado del canal.
Por contra, los científicos dejan claro que las condiciones cambian cuando el caudal del río está bajo (algo demasiado frecuente en el Gualdalquivir, salvo en época de lluvias). En ese caso, la onda de marea, la salinidad y la turbidez inducida por el dragado propuesto 'se solapan con las que pueden inducir las restantes actividades'.
Se refieren los autores a otros usos que se han propuesto en el usuario: la ampliación del sistema de riego del arrozal, el levantamiento del dique del río que protege el Entorno Natural Doñana (separa algunas zonas del parque de la circulación de agua dulce y salada) y la construcción de nuevas instalaciones (de servicios y comunicaciones) en la margen izquierda de la desembocadura por parte de las poblaciones ubicadas en el estuario.
Al final de su informe, los científicos consideran que, salvo la reinundación de los llanos mareales en el entorno del Espacio Natural Doñana, tanto el dragado como las obras que piden los arroceros y la construcción de nuevas instalaciones que piden los municipios del estuario 'todas las actuaciones previstas repercuten, de una u otra forma, negativamente en la dinámica, morfología y biodiversidad del estuario, no mejoran la situación frente a episodios de extremos (turbidez y salinidad) y limitan severamente la capacidad de minimizar de duración y sus efectos'.
Sobre este punto, los científicos recomiendan como solución una gestión integral de los recursos naturales del estuario y su entorno con el objetivo de reducir al mínimo los efectos negativos, potenciar la evolución del estuario y su adecuación a la variación climática. Esa gestión integral tendría que manejar con sabiduría (calibrando cada riesgo) los recursos disponibles de agua dulce; controlar el tiempo, lugar y magnitud del dragado de mantenimiento del canal, incorporar progresivamente los llanos mareales al ciclo de mareas y desarrollar una industria marisquera y pesquera en la zona.
El informe nace como complemento a la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto del dragado y ha sido financiado por la Junta de Andalucía. Sus conclusiones servirán a la Administración para saber si se autoriza esta obra y otras demandadas por los arroceros, el Parque Doñana, y los municipios del estuario.
Al abordar la propuesta del Puerto de Sevilla de dragar el río -iniciativa fundamental para rentabilizar la nueva esclusa-, los expertos aseguran que dragar el canal de la cota 6 (actual) a la cota 8 no altera ni la salinidad ni la turbidez de las aguas. 'No modifica significativamente el régimen de intrusión salina y su patrón oscilatorio respecto al actual (...) Si se mantiene el mismo régimen de descargas fluviales, un dragado del canal no cambia sustancialmente la posición y forma de de los máximos de turbidez', e incluso reduce la concentración de sólidos que alcanzan la superficie y mejora la transmisión de luz y los procesos asociados a ella, como el crecimiento del fitoplancton. La falta de luz que penetra en el estuario es uno de los puntos más negativos del río para sus especies y está provocada por el exceso de turbidez (sólidos en suspensión).
Los expertos añaden otras ventajas del dragado. 'No cambia sustancialmente ni la amplitud de marea', reduce las fuerzas turbulentas en el fondo y mejora la renovación de las aguas del estuario (si se mantienen las descargas actuales de agua de río). Advierte, sin embargo, que si ya es difícil mantener el calado en 6 metros, más lo será con el aumento a 8, por lo que serán necesarias labores de mantenimiento del fondo. Al extraer material del fondo se crea la demanda de nuevo material que saldrá de las márgenes del río.
Por lo demás, el informe dice que aumentar el calado del río mejora la circulación del agua, reduce la superficie con riesgo de inundación y amortiguará ligeramente los efectos de los barcos de menor porte en las riberas y lecho. Hasta aquí los beneficios o los factores que no altera ganarle profundidad al dragado del canal.
Por contra, los científicos dejan claro que las condiciones cambian cuando el caudal del río está bajo (algo demasiado frecuente en el Gualdalquivir, salvo en época de lluvias). En ese caso, la onda de marea, la salinidad y la turbidez inducida por el dragado propuesto 'se solapan con las que pueden inducir las restantes actividades'.
Se refieren los autores a otros usos que se han propuesto en el usuario: la ampliación del sistema de riego del arrozal, el levantamiento del dique del río que protege el Entorno Natural Doñana (separa algunas zonas del parque de la circulación de agua dulce y salada) y la construcción de nuevas instalaciones (de servicios y comunicaciones) en la margen izquierda de la desembocadura por parte de las poblaciones ubicadas en el estuario.
Al final de su informe, los científicos consideran que, salvo la reinundación de los llanos mareales en el entorno del Espacio Natural Doñana, tanto el dragado como las obras que piden los arroceros y la construcción de nuevas instalaciones que piden los municipios del estuario 'todas las actuaciones previstas repercuten, de una u otra forma, negativamente en la dinámica, morfología y biodiversidad del estuario, no mejoran la situación frente a episodios de extremos (turbidez y salinidad) y limitan severamente la capacidad de minimizar de duración y sus efectos'.
Sobre este punto, los científicos recomiendan como solución una gestión integral de los recursos naturales del estuario y su entorno con el objetivo de reducir al mínimo los efectos negativos, potenciar la evolución del estuario y su adecuación a la variación climática. Esa gestión integral tendría que manejar con sabiduría (calibrando cada riesgo) los recursos disponibles de agua dulce; controlar el tiempo, lugar y magnitud del dragado de mantenimiento del canal, incorporar progresivamente los llanos mareales al ciclo de mareas y desarrollar una industria marisquera y pesquera en la zona.