The water reaches as Vinalopó
Sun, 10/10/2010
La balsa de San Diego, el pantano donde termina la conducción del trasvase Júcar-Vinalopó, ya ha comenzado a funcionar después de que la pasada semana se produjera la primera entrada de agua enmarcada en la fase de pruebas de la infraestructura.
Se trata de la obra hidráulica más importante de las que se ejecutan en la Comunitat desde la derogación del trasvase del Ebro, y tampoco ha estado exenta de polémica por el cambio de trazado impulsado por el Gobierno socialista, que aún colea incluso con el grueso de la actuación terminada «a falta de algunos flecos técnicos» y las pruebas, como explican fuentes de Aguas del Júcar, empresa estatal impulsora de la actuación.
La balsa de San Diego tendrá una capacidad de 20 hectómetros cúbicos, y será el punto desde el que se distribuya el agua de la cuenca del Júcar (hasta 80 hectómetros cúbicos por año) entre usuarios de la zona del Vinalopó y la Marina Baja.
Las citadas fuentes, preguntadas sobre la puesta en marcha definitiva de la obra, hablaban de pocos meses, y destacaban que la parte más importante que queda es el llenado de la balsa. Además, destacaron la necesidad de que las actuaciones del postrasvase, dependientes de la Conselleria de Medio Ambiente, lleguen a tiempo para que el agua fluya hacia los regadíos y abastecimientos, siempre que tenga la suficiente calidad. Incluso si no se ajustan los plazos, podría suceder que el caudal se almacenara en la balsa situada en Villena sin llegar a su destino final.
Sin embargo, desde el departamento que dirige Juan Cotino, apuntaron que las actuaciones que se están ejecutando terminarán «sobre los plazos previstos», esto es, ante de fin de año. También recordaron que pese a la finalización de la obra del trasvase, es indispensable la construcción de una potabilizadora que mejore la calidad del agua antes de que llegue a los usuarios, tal y como se comprometió el Ministerio de Medio Ambiente con los regantes y con la Conselleria.
Sin embargo, Cotino, en su balance de los Presupuestos para el año que viene, destacó que no existe consignación para la construcción de la instalación. «Los usuarios no quieren menos calidad del agua», dijeron desde su gabinete, en referencia al polémico cambio del punto de arranque del trasvase, que pasó de Cortes de Pallás, en la cabecera, al Azud de la Marquesa, en la desembocadura del Júcar.
La Junta de Usuarios del Vinalopó tampoco ha encajado bien las dudas que acechan a la potabilizadora, pues consideran que debe existir «alguna solución» respecto a la calidad del agua. Otra opción que plantearon, aunque ha caído en saco roto, era la creación de una segunda toma de agua del Júcar en Antella, lo que mejoraría la calidad.
«Cuesta entender que se esté probando una obra que está inacabada», explicaba ayer Andrés Martínez, presidente de la Junta. «Sólo podemos aceptar el agua si se cumplen las características del proyecto original, que es que tenga una calidad similar», dijo, antes de recordar que gran parte de los campos de destino producen hortalizas, por lo que precisan la máxima calidad posible por una cuestión de «seguridad alimentaria».
También incidió en que el precio del agua pueder ser más elevado al incrementarse el coste energético necesario para bombear el caudal tras el cambio del trazado, algo que no aceptarán.
Desde la balsa de San Diego, dos ramales del postrasvase distribuirán el agua. El derecho abastecerá a los regadíos del Alto y Bajo Vinalopó, evitando la sobreexplotación de los acuíferos. Para la margen izquierda del río, sobre el que queda pendiente una modernización, se aprovecharán los canales existentes entre Villena y El Campello. Primera entrada de agua en la balsa de San Diego, esta semana.
La infraestructura, en fase de pruebas, no se pondrá en marcha hasta finalizar las obras de distribución que acomete la Conselleria
Se trata de la obra hidráulica más importante de las que se ejecutan en la Comunitat desde la derogación del trasvase del Ebro, y tampoco ha estado exenta de polémica por el cambio de trazado impulsado por el Gobierno socialista, que aún colea incluso con el grueso de la actuación terminada «a falta de algunos flecos técnicos» y las pruebas, como explican fuentes de Aguas del Júcar, empresa estatal impulsora de la actuación.
La balsa de San Diego tendrá una capacidad de 20 hectómetros cúbicos, y será el punto desde el que se distribuya el agua de la cuenca del Júcar (hasta 80 hectómetros cúbicos por año) entre usuarios de la zona del Vinalopó y la Marina Baja.
Las citadas fuentes, preguntadas sobre la puesta en marcha definitiva de la obra, hablaban de pocos meses, y destacaban que la parte más importante que queda es el llenado de la balsa. Además, destacaron la necesidad de que las actuaciones del postrasvase, dependientes de la Conselleria de Medio Ambiente, lleguen a tiempo para que el agua fluya hacia los regadíos y abastecimientos, siempre que tenga la suficiente calidad. Incluso si no se ajustan los plazos, podría suceder que el caudal se almacenara en la balsa situada en Villena sin llegar a su destino final.
Sin embargo, desde el departamento que dirige Juan Cotino, apuntaron que las actuaciones que se están ejecutando terminarán «sobre los plazos previstos», esto es, ante de fin de año. También recordaron que pese a la finalización de la obra del trasvase, es indispensable la construcción de una potabilizadora que mejore la calidad del agua antes de que llegue a los usuarios, tal y como se comprometió el Ministerio de Medio Ambiente con los regantes y con la Conselleria.
Sin embargo, Cotino, en su balance de los Presupuestos para el año que viene, destacó que no existe consignación para la construcción de la instalación. «Los usuarios no quieren menos calidad del agua», dijeron desde su gabinete, en referencia al polémico cambio del punto de arranque del trasvase, que pasó de Cortes de Pallás, en la cabecera, al Azud de la Marquesa, en la desembocadura del Júcar.
La Junta de Usuarios del Vinalopó tampoco ha encajado bien las dudas que acechan a la potabilizadora, pues consideran que debe existir «alguna solución» respecto a la calidad del agua. Otra opción que plantearon, aunque ha caído en saco roto, era la creación de una segunda toma de agua del Júcar en Antella, lo que mejoraría la calidad.
«Cuesta entender que se esté probando una obra que está inacabada», explicaba ayer Andrés Martínez, presidente de la Junta. «Sólo podemos aceptar el agua si se cumplen las características del proyecto original, que es que tenga una calidad similar», dijo, antes de recordar que gran parte de los campos de destino producen hortalizas, por lo que precisan la máxima calidad posible por una cuestión de «seguridad alimentaria».
También incidió en que el precio del agua pueder ser más elevado al incrementarse el coste energético necesario para bombear el caudal tras el cambio del trazado, algo que no aceptarán.
Desde la balsa de San Diego, dos ramales del postrasvase distribuirán el agua. El derecho abastecerá a los regadíos del Alto y Bajo Vinalopó, evitando la sobreexplotación de los acuíferos. Para la margen izquierda del río, sobre el que queda pendiente una modernización, se aprovecharán los canales existentes entre Villena y El Campello. Primera entrada de agua en la balsa de San Diego, esta semana.
La infraestructura, en fase de pruebas, no se pondrá en marcha hasta finalizar las obras de distribución que acomete la Conselleria