Acuamed decant 6 water cubical hectometers of the Júcar to the Vinalopó in accordance with the Program approved by the MARM
Wed, 06/04/2011
Esta madrugada se han puesto de nuevo en funcionamiento los bombeos de la Conducción Júcar-Vinalopó iniciándose así el segundo escalón de carga del embalse de San Diego, en Villena, donde se almacenan ya los recursos superficiales del río Júcar destinados a paliar la sobre-explotación de los acuíferos subterráneos del Vinalopó y l’Alacantí.
El inmenso vaso de la Balsa de San Diego, con una superficie equivalente a 80 campos de fútbol, almacena ya en su interior más de 6 millones de m³ de aguas del Júcar, y cuando finalice este segundo escalón de carga, es decir, antes del verano, superará ya la mitad de su capacidad de embalse, con 12 millones de m³ de agua almacenados, tal y como estipula el Programa de Puesta en Carga aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (MARM).
Esta misma semana la Confederación Hidrográfica del Júcar autorizaba el envío de otros 6 Hm³ de aguas del Júcar al Vinalopó, tras haberse llevado a cabo durante el primer trimestre del año toda una serie de pruebas y auscultaciones en el embalse de San Diego que han servido para constatar su buen funcionamiento.
La Balsa de San Diego, punto final del trasvase Júcar-Vinalopó, tiene capacidad para almacenar más de 20 millones de m³ de agua, cantidad suficiente para regar más de 10.000 hectáreas de cultivos, dejando así de extraer esos recursos de los acuíferos subterráneos del Vinalopó y l’Alacantí. En épocas de bonanza hídrica, la Balsa de San Diego podrá llenarse hasta 4 veces al año. Este embalse tiene unas dimensiones espectaculares, por eso ha sido clasificado como Presa de Categoría A por la Dirección General del Agua. Su perímetro supera los 4 kilómetros de longitud; presenta una altura máxima de 38,5 metros y el ancho de base de su talud llega a alcanzar en algunos puntos los 200 metros. El agua almacenada, en su cota máxima, tendrá 22 metros de profundidad, es decir, cubriría un edificio de 7 plantas. Y cuando se llene del todo, la lámina de agua tendrá una superficie equivalente a 115 campos de fútbol (1.150.000 m²).
Llenado en 4 etapas
El Programa de Puesta en Carga de la Balsa de San Diego establece que su llenado se realice por etapas, respetando cuatro escalones de carga hasta alcanzar su nivel máximo de almacenaje. El tiempo de permanencia en el umbral superior de cada escalón no puede ser inferior a un mes. El vaciado se realiza a través de la conducción principal hacia la Central de Alorines, donde la conducción principal conecta con el post-trasvase.
El flujo de agua por la conducción puede interrumpirse en cualquier momento desde la Sala de Control de la Balsa de San Diego. Esta función es de vital importancia en caso de emergencia para poder disponer así de la máxima capacidad de desagüe.
El Programa de Puesta en Carga establece también que durante este primer llenado se debe realizar una lectura intensiva de todos los elementos de auscultación, lo que implica una toma de datos diaria para la inspección visual, control de presión, control de filtraciones, desplazamiento en cuerpo de balsa y cimiento, nivel del embalse, caudales y variables meteorológicas.
De forma ocasional se está realizando también nivelación de precisión, estudios de posibles movimientos sísmicos mediante acelerógrafos, así como la inspección visual de válvulas y compuertas. Existen tres niveles de control de la evolución de la balsa en función de los datos registrados y la observación periódica: normalidad, alerta y alarma. Cada nivel conlleva la aplicación de diferentes medidas de control y seguridad.
El inmenso vaso de la Balsa de San Diego, con una superficie equivalente a 80 campos de fútbol, almacena ya en su interior más de 6 millones de m³ de aguas del Júcar, y cuando finalice este segundo escalón de carga, es decir, antes del verano, superará ya la mitad de su capacidad de embalse, con 12 millones de m³ de agua almacenados, tal y como estipula el Programa de Puesta en Carga aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (MARM).
Esta misma semana la Confederación Hidrográfica del Júcar autorizaba el envío de otros 6 Hm³ de aguas del Júcar al Vinalopó, tras haberse llevado a cabo durante el primer trimestre del año toda una serie de pruebas y auscultaciones en el embalse de San Diego que han servido para constatar su buen funcionamiento.
La Balsa de San Diego, punto final del trasvase Júcar-Vinalopó, tiene capacidad para almacenar más de 20 millones de m³ de agua, cantidad suficiente para regar más de 10.000 hectáreas de cultivos, dejando así de extraer esos recursos de los acuíferos subterráneos del Vinalopó y l’Alacantí. En épocas de bonanza hídrica, la Balsa de San Diego podrá llenarse hasta 4 veces al año. Este embalse tiene unas dimensiones espectaculares, por eso ha sido clasificado como Presa de Categoría A por la Dirección General del Agua. Su perímetro supera los 4 kilómetros de longitud; presenta una altura máxima de 38,5 metros y el ancho de base de su talud llega a alcanzar en algunos puntos los 200 metros. El agua almacenada, en su cota máxima, tendrá 22 metros de profundidad, es decir, cubriría un edificio de 7 plantas. Y cuando se llene del todo, la lámina de agua tendrá una superficie equivalente a 115 campos de fútbol (1.150.000 m²).
Llenado en 4 etapas
El Programa de Puesta en Carga de la Balsa de San Diego establece que su llenado se realice por etapas, respetando cuatro escalones de carga hasta alcanzar su nivel máximo de almacenaje. El tiempo de permanencia en el umbral superior de cada escalón no puede ser inferior a un mes. El vaciado se realiza a través de la conducción principal hacia la Central de Alorines, donde la conducción principal conecta con el post-trasvase.
El flujo de agua por la conducción puede interrumpirse en cualquier momento desde la Sala de Control de la Balsa de San Diego. Esta función es de vital importancia en caso de emergencia para poder disponer así de la máxima capacidad de desagüe.
El Programa de Puesta en Carga establece también que durante este primer llenado se debe realizar una lectura intensiva de todos los elementos de auscultación, lo que implica una toma de datos diaria para la inspección visual, control de presión, control de filtraciones, desplazamiento en cuerpo de balsa y cimiento, nivel del embalse, caudales y variables meteorológicas.
De forma ocasional se está realizando también nivelación de precisión, estudios de posibles movimientos sísmicos mediante acelerógrafos, así como la inspección visual de válvulas y compuertas. Existen tres niveles de control de la evolución de la balsa en función de los datos registrados y la observación periódica: normalidad, alerta y alarma. Cada nivel conlleva la aplicación de diferentes medidas de control y seguridad.