Experts warn of the profound degradation of the Ebro and call back common sense in management
Thu, 22/09/2011
Expertos y profesores de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) han alertado de la "degradación profunda" que sufre el río Ebro y han reclamado que, en materia de gestión de aguas, se "recupere el sentido común".
En un rueda de prensa, el fundador de FNCA, Pedro Arrojo, ha observado que, aún en épocas de mayor estiaje, "no ha habido estos impactos" en el río, que "nunca" ha presentado su estado actual. Así, ha remarcado que el Soto de Cantalobos "se está secando".
Arrojo ha explicado que el Ebro presenta, a su paso por Zaragoza, una gran presencia de algas, lo que denota "la eutrofización del río", con falta de oxígeno, bajo nivel de agua y exceso de contaminación con fosfatos, que se suman a una regulación de caudales que impide la existencia de crecidas de invierno y un exceso de nutrientes procedentes de las estaciones depuradoras y de lixiviados de cultivos.
Además, en la ciudad, "el azud y el dragado están en el centro de un diagnóstico más profundo que habría que hacer", según ha señalado Arrjo. De este modo, ha asegurado que desde la Fundación "no se piden responsabilidades ni que se pague por lo que hizo, pero sí que cambien las actitudes" y "mirar al futuro de manera más seria y rigurosa" para conservar el Ebro.
En este sentido, el catedrático emérito de hidrogeología de la Universidad de Zaragoza, Javier Martínez Gil, ha subrayado que la presencia de algas está causando "el desagradable aspecto" del río en la capital aragonesa y del Soto de Cantalobos, del que ha dicho que "forma parte del patrimonio, la memoria e identidad de esta tierra", y cuyos problemas aún se deben diagnosticar.
Asimismo, ha apuntado como algunas zonas a nivel local, en la Cuenca, mantienen un estado "impresentable" con ríos pirenaicos "secos" en municipios como Biescas, y en la capital aragonesa "debajo del agua hay tarquines en cantidad, que son las toneladas que se han estado vertiendo de vertidos urbanos y de la industria y ahí están atrapadas, bajo la alfombra" y una intervención en el río tendría que "intentar reparar esto".
Martínez Gil ha indicado también que lo que está ocurriendo en Zaragoza "pasa en todo el Ebro y en otros ríos" y se trata de la "degradación profunda" de los cauces por falta de agua que "se queda en los regadíos, en el camino" y ha instado a "recuperar el sentido" común en la gestión del recurso.
PRESENCIA DE ALGAS
Sobre la presencia de algas, el catedrático de la Universidad de Sevilla, Leandro del Moral, ha detallado que ya existían precedentes en el Ebro, "pero nunca con la potencia con la que se manifiesta" ahora y ha opinado que las normativas sobre aguas "no pueden hacer frente a la tendencia estructural de degradación", sino que se necesita "voluntad" para cambiar.
Asimismo, Leandro del Moral ha apuntado que también las alteraciones en las riberas, "aunque sean para un uso social positivo, afectan negativamente a su conservación" y, sumado a otros factores, "dan lugar al proceso de decadencia y degradación".
REGADÍOS
Respecto a la incidencia de los regadíos, sus retornos y la contaminación que provocan, Del Moral ha advertido de que en la actualidad no existe una tecnología que permita depurar su contaminación, sino que existe tecnología para "minimizar" sus efectos y acciones "de buenas prácticas". En este punto, Pedro Arrojo ha detallado que sí "habría tecnología, pero no es viable", como un sistema de ósmosis inversa, que sería "muy costoso por el precio y la infraestructura".
Por ello, ha defendido que "lo más barato para empezar a mejorar, y que podría tener un consenso general, en una perspectiva de cambio climático en la que "gran parte de los regadíos que se han hecho van a tener problemas para mantenerse", sería establecer un plan de retirada voluntaria de regadío indemnizada, como hace Europa a través de las subvenciones agrarias. "Pero, en serio, para retirar regadíos con fuertes niveles de salinidad, con fuertes problemas de drenaje y con bajísima productividad", ha aseverado.
De esta forma, según ha asegurado, se podrían retirar regadíos "de las zonas más salubres, menos productivas, a un coste de indemnización moderado y que los agricultores aceptarían" y, como ejemplo, ha expuesto que así se recuperaría agua "de alta calidad por menos de cuatro céntimos de euro el metro cúbico.
"También las buenas prácticas agrarias y la agricultura ecológica favorecerían la reducción de la contaminación a los ríos y Alemania ya está consumiendo en proporciones de más de un 30 por ciento de los productos de consumo de agricultura ecológica", ha apuntado Arrojo, que ha preguntado "por qué no se puede entrar por ese camino más racional" y favorecer la actividad de productores familiares, lo que reduciría la carga contaminante de pesticidas. "Habría que apostar en esas líneas", ha afirmado.
Arrojo también ha explicado que la salinización, en el caso del Ebro, "no produce las algas pero sí la degradación de las aguas", al señalar que según documentos internos de la CHE "hay tierras que están exportando a los cauces entre 8 y 10 toneladas de sal por hectárea y año, tierras que nunca debieron regarse porque no son adecuadas para el regadío".
"HAY POSIBILIDADES DE MEJORAR"
No obstante, Arrojo ha manifestado que "como algunas cosas se han hecho mal y en algunas cosas se ha sido muy ineficientes, eso da una ventaja y es que el colchón para mejorar lo que se está haciendo es grande y hay posibilidades de mejorar, pero hay que tener voluntad para promover eso y consensuar incentivos a agricultores y saber parar la máquina y no seguir creciendo un regadío que no tiene futuro".
"Tenemos en perspectiva el cambio climático, tenemos el Ebro hecho unos zorros, tenemos un regadío que no va a aguantar y la perspectiva de que no va a haber para esto, pero sigue dando votos el hablar de nuevos regadíos", ha criticado Arrojo, al lamentar que "no hay señales en el horizonte de que los gobernantes tengan la más remota intención de entrar en esta lógica" de reducir la cantidad y mejorar la calidad, algo que sería "clave".
Finalmente, Javier Martínez Gil ha observado que "la raíz del problema es que no hay voluntad" de cambio "ni conciencia social" y aún se debe diagnosticar el problema, al tiempo que ha estimado que "no las autoridades no quieren adaptarse a una realidad" como la degradación del Ebro mientras se impulsan "despropósitos como Biscarrués o Yesa".
En un rueda de prensa, el fundador de FNCA, Pedro Arrojo, ha observado que, aún en épocas de mayor estiaje, "no ha habido estos impactos" en el río, que "nunca" ha presentado su estado actual. Así, ha remarcado que el Soto de Cantalobos "se está secando".
Arrojo ha explicado que el Ebro presenta, a su paso por Zaragoza, una gran presencia de algas, lo que denota "la eutrofización del río", con falta de oxígeno, bajo nivel de agua y exceso de contaminación con fosfatos, que se suman a una regulación de caudales que impide la existencia de crecidas de invierno y un exceso de nutrientes procedentes de las estaciones depuradoras y de lixiviados de cultivos.
Además, en la ciudad, "el azud y el dragado están en el centro de un diagnóstico más profundo que habría que hacer", según ha señalado Arrjo. De este modo, ha asegurado que desde la Fundación "no se piden responsabilidades ni que se pague por lo que hizo, pero sí que cambien las actitudes" y "mirar al futuro de manera más seria y rigurosa" para conservar el Ebro.
En este sentido, el catedrático emérito de hidrogeología de la Universidad de Zaragoza, Javier Martínez Gil, ha subrayado que la presencia de algas está causando "el desagradable aspecto" del río en la capital aragonesa y del Soto de Cantalobos, del que ha dicho que "forma parte del patrimonio, la memoria e identidad de esta tierra", y cuyos problemas aún se deben diagnosticar.
Asimismo, ha apuntado como algunas zonas a nivel local, en la Cuenca, mantienen un estado "impresentable" con ríos pirenaicos "secos" en municipios como Biescas, y en la capital aragonesa "debajo del agua hay tarquines en cantidad, que son las toneladas que se han estado vertiendo de vertidos urbanos y de la industria y ahí están atrapadas, bajo la alfombra" y una intervención en el río tendría que "intentar reparar esto".
Martínez Gil ha indicado también que lo que está ocurriendo en Zaragoza "pasa en todo el Ebro y en otros ríos" y se trata de la "degradación profunda" de los cauces por falta de agua que "se queda en los regadíos, en el camino" y ha instado a "recuperar el sentido" común en la gestión del recurso.
PRESENCIA DE ALGAS
Sobre la presencia de algas, el catedrático de la Universidad de Sevilla, Leandro del Moral, ha detallado que ya existían precedentes en el Ebro, "pero nunca con la potencia con la que se manifiesta" ahora y ha opinado que las normativas sobre aguas "no pueden hacer frente a la tendencia estructural de degradación", sino que se necesita "voluntad" para cambiar.
Asimismo, Leandro del Moral ha apuntado que también las alteraciones en las riberas, "aunque sean para un uso social positivo, afectan negativamente a su conservación" y, sumado a otros factores, "dan lugar al proceso de decadencia y degradación".
REGADÍOS
Respecto a la incidencia de los regadíos, sus retornos y la contaminación que provocan, Del Moral ha advertido de que en la actualidad no existe una tecnología que permita depurar su contaminación, sino que existe tecnología para "minimizar" sus efectos y acciones "de buenas prácticas". En este punto, Pedro Arrojo ha detallado que sí "habría tecnología, pero no es viable", como un sistema de ósmosis inversa, que sería "muy costoso por el precio y la infraestructura".
Por ello, ha defendido que "lo más barato para empezar a mejorar, y que podría tener un consenso general, en una perspectiva de cambio climático en la que "gran parte de los regadíos que se han hecho van a tener problemas para mantenerse", sería establecer un plan de retirada voluntaria de regadío indemnizada, como hace Europa a través de las subvenciones agrarias. "Pero, en serio, para retirar regadíos con fuertes niveles de salinidad, con fuertes problemas de drenaje y con bajísima productividad", ha aseverado.
De esta forma, según ha asegurado, se podrían retirar regadíos "de las zonas más salubres, menos productivas, a un coste de indemnización moderado y que los agricultores aceptarían" y, como ejemplo, ha expuesto que así se recuperaría agua "de alta calidad por menos de cuatro céntimos de euro el metro cúbico.
"También las buenas prácticas agrarias y la agricultura ecológica favorecerían la reducción de la contaminación a los ríos y Alemania ya está consumiendo en proporciones de más de un 30 por ciento de los productos de consumo de agricultura ecológica", ha apuntado Arrojo, que ha preguntado "por qué no se puede entrar por ese camino más racional" y favorecer la actividad de productores familiares, lo que reduciría la carga contaminante de pesticidas. "Habría que apostar en esas líneas", ha afirmado.
Arrojo también ha explicado que la salinización, en el caso del Ebro, "no produce las algas pero sí la degradación de las aguas", al señalar que según documentos internos de la CHE "hay tierras que están exportando a los cauces entre 8 y 10 toneladas de sal por hectárea y año, tierras que nunca debieron regarse porque no son adecuadas para el regadío".
"HAY POSIBILIDADES DE MEJORAR"
No obstante, Arrojo ha manifestado que "como algunas cosas se han hecho mal y en algunas cosas se ha sido muy ineficientes, eso da una ventaja y es que el colchón para mejorar lo que se está haciendo es grande y hay posibilidades de mejorar, pero hay que tener voluntad para promover eso y consensuar incentivos a agricultores y saber parar la máquina y no seguir creciendo un regadío que no tiene futuro".
"Tenemos en perspectiva el cambio climático, tenemos el Ebro hecho unos zorros, tenemos un regadío que no va a aguantar y la perspectiva de que no va a haber para esto, pero sigue dando votos el hablar de nuevos regadíos", ha criticado Arrojo, al lamentar que "no hay señales en el horizonte de que los gobernantes tengan la más remota intención de entrar en esta lógica" de reducir la cantidad y mejorar la calidad, algo que sería "clave".
Finalmente, Javier Martínez Gil ha observado que "la raíz del problema es que no hay voluntad" de cambio "ni conciencia social" y aún se debe diagnosticar el problema, al tiempo que ha estimado que "no las autoridades no quieren adaptarse a una realidad" como la degradación del Ebro mientras se impulsan "despropósitos como Biscarrués o Yesa".