The CHD invests 70 million in seven years to clean up the river channels
Mon, 26/09/2011
Cuando el cauce de un río se ve ralentizado por algún elemento que interrumpe su velocidad natural, la calidad del agua empeora y se frena el aporte hacia las zonas más bajas de la cuenca. En la eliminación de estas barreras, que van desde ramas de árboles hasta azudes, trabaja el Programa de Mantenimiento y Conservación de Cauces de la Confederación Hidrográfica del Duero que, entre 2004 y 2010, llevó a cabo cerca de 2.000 actuaciones en las que invirtió, de media, 37.000 euros. A ellas se sumarán alrededor de 190 actuaciones más en 2011, que arrancarán a partir del próximo mes de octubre y que contemplan una inversión de 4,3 millones de euros.
En total, hasta 2010, se invirtieron 70 millones de euros dentro de un programa que ha sido cada vez más ambicioso, medioambientalmente hablando, ya que desde 2010, a las actuaciones encaminadas a solucionar los problemas localizados de desbordamiento y a la limpieza y descontaminación de zonas afectadas por vertidos, se añadieron dos subprogramas más, la mejora de la conectividad longitudinal del cauce y de la conectividad lateral del cauce. O lo que es lo mismo, en el caso del primero, las actuaciones destinadas a eliminar barreras trasversales que interrumpen el curso del río y, con él, el normal movimiento de los peces; en el caso del segundo subprograma, se trata de eliminar motas -lindes de tierra que detienen el agua- que no defienden núcleos urbanos o infraestructuras importantes para permitir que los cauces se «renaturalizan», explica la CHD, y se incremente la conexión con sus llanuras de inundación, es decir, que fluya por su cauce natural y no se acabe desbordándose.
Se calcula que en la Cuenca del Duero hay más de 3.500 obstáculos transversales que se han ido construyendo a lo largo de los años, principalmente en el siglo XX, coincidiendo con el incremento de los aprovechamientos hidráulicos. El abandono de oficios tradicionales, como serrerías, molinos de grano o batanes, se ha traducido en el hecho de que, en la actualidad, cerca de 2.000 de estos azudes se encuentren abandonados o fuera de uso.
La Confederación recuerda que los obstáculos que se retiran llevan más de tres años sin ningún tipo de uso y, por tanto, legalmente, se permite a este organismo extinguir el derecho de los aprovechamientos hidráulicos correspondientes. En cualquier caso, se mantienen los edificios anejos, como por ejemplo los molinos, siempre que estén en buen estado o cuenten con la protección de ser Bien de Interés Cultural. Por otro lado, la CHD también recuerda que su ámbito de intervención en esta materia se circunscribe fundamentalmente a tramos no urbanos, ya que las actuaciones en cauces públicos situados en zonas urbanas corresponde por doble a las administraciones competentes en materia de ordenación del territorio y urbanismo, es decir, las comunidades autónomas y ayuntamientos.
En total, hasta 2010, se invirtieron 70 millones de euros dentro de un programa que ha sido cada vez más ambicioso, medioambientalmente hablando, ya que desde 2010, a las actuaciones encaminadas a solucionar los problemas localizados de desbordamiento y a la limpieza y descontaminación de zonas afectadas por vertidos, se añadieron dos subprogramas más, la mejora de la conectividad longitudinal del cauce y de la conectividad lateral del cauce. O lo que es lo mismo, en el caso del primero, las actuaciones destinadas a eliminar barreras trasversales que interrumpen el curso del río y, con él, el normal movimiento de los peces; en el caso del segundo subprograma, se trata de eliminar motas -lindes de tierra que detienen el agua- que no defienden núcleos urbanos o infraestructuras importantes para permitir que los cauces se «renaturalizan», explica la CHD, y se incremente la conexión con sus llanuras de inundación, es decir, que fluya por su cauce natural y no se acabe desbordándose.
Se calcula que en la Cuenca del Duero hay más de 3.500 obstáculos transversales que se han ido construyendo a lo largo de los años, principalmente en el siglo XX, coincidiendo con el incremento de los aprovechamientos hidráulicos. El abandono de oficios tradicionales, como serrerías, molinos de grano o batanes, se ha traducido en el hecho de que, en la actualidad, cerca de 2.000 de estos azudes se encuentren abandonados o fuera de uso.
La Confederación recuerda que los obstáculos que se retiran llevan más de tres años sin ningún tipo de uso y, por tanto, legalmente, se permite a este organismo extinguir el derecho de los aprovechamientos hidráulicos correspondientes. En cualquier caso, se mantienen los edificios anejos, como por ejemplo los molinos, siempre que estén en buen estado o cuenten con la protección de ser Bien de Interés Cultural. Por otro lado, la CHD también recuerda que su ámbito de intervención en esta materia se circunscribe fundamentalmente a tramos no urbanos, ya que las actuaciones en cauces públicos situados en zonas urbanas corresponde por doble a las administraciones competentes en materia de ordenación del territorio y urbanismo, es decir, las comunidades autónomas y ayuntamientos.